Cuando a finales del siglo pasado, los ideólogos del neoliberalismo potenciaban o manipulaban a su antojo aquel trabajo de Marshall Mc Luhan donde hablaba de la aldea global; de un mundo interconectado gracias a la comunicación, en donde podría uniformizarse la humanidad hacia un destino próspero; jamás se imaginaron que ese control, esa expansión de la tecnología, cuando todavía lo digital no tenía la preponderancia que hoy tiene; se les podría volcar en su contra.
En su arrogancia pensaron que sólo ellos podrían controlar y dominar esos procesos. Ignoraron que otros actores importantes emergían. La arrogancia, el eurocentrismo, los llevaron a ignorar que desde los años 1980 la República Popular de China inició un proceso de transformaciones, sin abandonar el legado de Mao Zedong, que los llevó a convertirse en la superpotencia global que hoy contribuye a desplazar al engreído hegemón.
La arrogancia los llevó a ignorar que ese desarrollo militar, científico, logrado por la Unión Soviética, debía estar agazapado en el algún lugar, más allá de su desintegración.
Pero no lo notaban, manejaban a su antojo las relaciones internacionales, comerciales, financieras. Aún conservan mucho control, pero va disminuyendo.
La globalización de la que tanto se beneficiaron, al entrar en crisis el sistema, empezó a crear grietas. Un ejemplo claro es la crisis financiera del año 2008, en la que colapsaron los principales bancos de Estados Unidos, debiendo el presidente de aquel entonces, George W Bush, recurrir al dinero de todos los norteamericanos para reflotar aquellas monstruosas instituciones.
Por el llamado efecto acople, los bancos en Europa también cayeron.
Uno de los paradigmas del neoliberalismo, del sistema del libre mercado, de la libre competencia, en donde sólo debe sobrevivir el más apto, sin la intervención del Estado; se derrumbó.
Era lógico, esta versión criminal del capitalismo, el «capitalismo especulativo», estaba destinado a fracasar; lo malo es que en el fracaso se llevó el destino de millones de personas; aunque no así de los dueños y altos funcionarios de los bancos, que fueron beneficiados con sustanciosas dádivas en Estados Unidos.
Por el contrario, cientos de miles de norteamericanos que perdieron sus hipotecas, sus trabajos, viven en las calles, bajo los puentes, en sus vehículos, desde aquel crac financiero.
Pero el sistema sobrevive. De allí vinieron las invasiones a Libia, bajo pretexto de que el «dictador» Muamar el Gadafi violaba los derechos humanos en Libia. Con similares argumentos atacaron a Siria, pero allí el apoyo de Rusia a ese pueblo ha sido vital para evitar el desmembramiento del país árabe.
Paralelamente, China y Rusia, que no sufrieron el desastre de la crisis del 2008, fueron cimentando acuerdos bilaterales, construyendo una estrategia para cuestionar la hegemonía norteamericana.
Ambos gigantes expandieron su influencia a la zona de Eurasia, África, y América Latina. Washington, que en ese sentido tuvo pocas luces, seguía centrado en el Medio Oriente y la Unión Europea (UE). En seguir su política injerencista, arrogante, incluso con sus «aliados».
Ya no es un secreto que la inteligencia norteamericana espió, y espía, a los jefes de Estado en Francia, Alemania, y otros países de la Unión Europea; que infiltra sus instituciones, buscando direccionar sus decisiones en beneficio propio.
Está demostrado que quienes manejan la alta burocracia en la UE, la señora von der Leyen, sobre todo; responde más a los intereses políticos y económicos de empresas norteamericanas, que a los intereses de los ciudadanos europeos.
Al final de cuenta, siempre lo decimos, el Estado norteamericano está diseñado para servir a los intereses de grandes empresarios, hoy agrupados en megacorporaciones globales; (financieras, comerciales, industriales).
Como ellos aseguran que el capital no tiene fronteras, que no tiene patria, se expandieron a todos los confines del planeta. Con la deslocalización de las fábricas, con la busca de mano de obra barata, de rutas de transporte más rentables; los Estados nación de las antiguas potencias fueron perdiendo fuerza.
Por ello, el surgimiento de personajes como Donald Trump; que no es socialista, ni progresista; pero que se lanzó contra el globalismo para intentar potenciar la economía, la producción, en su país.
Claro, el escenario es de una interdependencia global para la producción de bienes y servicios, para la transferencia de capitales, de la actividad financiera, de la producción y traslado de energía.
Y así llegamos al momento actual. Hoy, según la plataforma de monitoreo de sanciones Castellum.AI, antes de la operación de desnazificación en Ucrania, había 2,695 sanciones sobre Rusia; a estas se sumaron otras 11.327.
La estadística tiene fecha del 24 de febrero de este año. Quienes más sanciones han emitido contra Moscú son Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá, Suiza y el Reino Unido.
Aquí debemos detenernos para un tema muy interesante. El 23 de febrero, el Reino Unido impuso medidas restrictivas a personas e instituciones vinculadas a la corporación rusa Rosatom.
Ahora, estas sanciones del Reino Unido contra la corporación energética suponen un riesgo para la seguridad nuclear mundial, aunque la compañía, mediante un comunicado, señaló que tomó las medidas necesarias para evitar ser perjudicada.
¿Cuál es la influencia de Rosatom en el mercado global de energía nuclear? De acuerdo a un informe del 2021, efectuando por la Agencia de Abastecimiento de Euratom (ESA) de la UE, la corporación nuclear rusa Rosatom suministró a los reactores de la unión el 20% de su uranio natural. No sólo eso, brindó a dichos países servicios de conversión y enriquecimiento.
El mismo informe establece que «las entregas de trabajos de separación de Rusia a las empresas de servicios públicos de la UE representaron el 31% de las entregas totales, un aumento del 8% con respecto al año anterior».
Quedó establecido en el trabajo de ESA que Nigeria, Kazajistán, Rusia, Australia y Canadá, proveyeron el 96% del uranio natural al Viejo Continente.
Según cifras del 2021, los miembros de la UE gastaron 210 millones de euros en uranio bruto ruso. A tenor de una investigación del Royal United Services Instititute (RUSI), hay un crecimiento global de Rosatom. El valor de las exportaciones nucleares de Rusia creció en varios países de la UE, entre ellos, Eslovaquia, Hungría y Finlandia. Precisamente, Gergely Gulyas, jefe de la Oficina del primer ministro húngaro, dijo el 25 de febrero que no existen sanciones de la UE a la energía nuclear rusa, pero que de proponerse Hungría las vetaría.
Los húngaros tienen interés especial en el tema, ya que la central nuclear Paks, equipada con cuatro reactores VVER 440 hechos en Rusia, recibe combustible nuclear ruso y genera la mitad de la energía en Hungría. Budapest emitió, recientemente, un permiso a Rosatom para constrruir dos nuevos reactores nucleares.
No son los únicos en la UE que usan reactores nucleares rusos. Actualmente hay equipos nucleares de ese origen operando en Eslovaquia, Hungría, Finlandia, Bulgaria y la República Checa.
En febrero empezó a funcionar en Eslovaquia un nuevo reactor VVER de diseño soviético Mochovce-3.
TVEL Fuel Company de Rosatom y la empresa de generación de energía eslovaca Slovenske elektrarne, hace unas semanas, firmaron un contrato para el suministro de combustible nuclear a centrales nucleares en Eslovaquia. El acuerdo comprende el periodo 2022-2026, con posibilidad de extenderlo hasta 2030.
Greenpeace informó que Rosatom, en los últimos 20 años, efectuó proyectos conjuntos en Francia, Suecia, Alemania, el Reino Unido y los Países Bajos.
«Las opciones de diversificación son importantes para los Estados miembros que actualmente dependen de Rusia para abastecer combustible nuclear para sus reactores; que sirven para la generación de energía o para usos no energéticos. Esto requiere trabajar dentro de la UE y con socios internacionales para asegurar fuentes alternas de uranio y aumentar las capacidades de conversión, enriquecimiento y fabricación de combustible; disponibles en Europa o en los socios globales de la UE», dice el ya citado informe de ESA.
Pero no es fácil.
Agnieszka Kazmierczak, directora de ESA, cree que la diversificación de los servicios de enriquecimiento y conversión requeriría de siete a diez años.
Bulgaria y la República Checa, por su parte, firmaron acuerdos con Westinghouse, empresa norteamericana, para reemplazar el combustible ruso. El acondicionamiento a su infraestructura actual podría tardar, como mínimo, tres años.
Pero, además, en el tema de la energía nuclear, como en todo el tema de las sanciones a Rusia, que ya demostraron su poca eficacia, siempre hay un doble rasero, hipocresía.
Así lo nota Thierry Mariani, diputado del Parlamento Europeo. El parlamentario francés, en torno al último paquete sancionatorio contra Rusia de la UE, del 25 de febrero, señaló que «existe algo que no se dice públicamente en Bruselas: la energía nuclear civil rusa controlada por Rosatom… Europa todavía importa el 19,7% de su uranio de Rusia».
Como dice Mariani, sólo Rosatom puede garantizar la seguridad y mantenimiento para los reactores rusos en países de la UE, principalmente Finlandia, Hungría y la República Checa; ya que los ingenieros franceses y estadounidenses de Framatome y Westinghouse no pudieron hacerlo.
Recordó el parlamentario Francés que «casi la mitad del uranio utilizado por Estados Unidos proviene de Rusia».
«Los estadounidenses también están muy confundidos por el hecho de que el 16% del combustible nuclear consumido por las centrales nucleares estadounidenses provenga de Rusia, así como el 30% de Kazajistán y Uzbekistán, que están cerca de la posición de Rusia», remarcó.
Lo dicho, en esa locura sancionatoria ilegal, irracional, Estados Unidos y sus genuflexos quedaron entrampados. Sobre todo los europeos. Sancionaron el gas y el petróleo, hoy los compran a través de terceros y con mayor precio.
Tienen problemas con el aluminio y titanio de Rusia, vital para la industria manufacturera que tanto se encareció para los europeos al incrementarse el costo de los combustibles.
Tampoco olvidemos, como señalamos en la última entrega, el rol preponderante de Rusia en el mercado global de los fertilizantes.
Otra arista, el 2 de marzo se conoció un informe de Financial Times, allí las aerolíneas europeas se quejan de la «ventaja injusta» que tienen sus competidoras chinas al poder volar por el espacio aéreo de Rusia.
Es bien sabido que el espacio aéreo ruso brinda la mejor opción para viajar a Europa, Asia y América del Norte desde esa zona. Hace un año, a fines de febrero, la Unión Europea, el Reino Unido, Canadá, y Estados Unidos; cerraron su espacio aéreo a los aviones rusos. Moscú, en reciprocidad, respondió cerrando el paso a las naves de esos países.
Contrariamente a los europeos, cuyos políticos asumen incondicionalmente las líneas que marca Washington, las aerolíneas Chinas y del Medio Oriente han seguido usando esa ruta.
Una de ellas es la hongkonesa Cathay Pacific, que había acatado las sanciones; pero a partir de noviembre retomó el uso del espacio aéreo ruso. La empresa traslada pasajeros y mercancía entre Nueva York y Hong Kong.
Por el contrario, Ben Smith, director ejecutivo del grupo Air France-KLM, dijo que «una aerolínea china que vuela sobre Rusia tiene una ventaja injusta sobre nosotros».
Lo dicho, Europa vive entrampada en esta guerra proxy impuesta por Washington. Ucrania pone los muertos, la UE pone la inflación, la escasez, el incremento del desempleo.
Estados Unidos, bueno, pierde su hegemonía, pero no le va tan mal. Con su ley antiinflacionaria se está llevando grandes empresas europeas, con sus interesantes inversiones, al otro lado del Atlántico, debilitando a sus «aliados» de la UE.
Desde la otra orilla, Rusia parece lograr poco a poco sus objetivos en Ucrania. A nivel global, junto a China, consolidan, y parece que ampliarán, los BRICS. Otro paso más a la irrupción del nuevo orden mundial.