Esta amenaza fascista encarna un bípode mediático y social que hacen imponer la visión de transformación hacia un sociedad nueva, cuando en realidad nos estamos regresando a lo peor del pensamiento y la acción política de los siglos XIX y XX
De manera tradicional las Naciones Unidas, instancia hoy devenida en “sociedad de naciones” del siglo XXI completamente inservible e incapaz de dirimir ningún conflicto de ninguna clase a nivel mundial, siendo socavada por su adhesión del poder imperial estadounidense, aprobaban una condena a cualquier expresión de reminiscencia o para transparentar al fascismo y nazismo como expresiones políticas.
Esto, que fue solicitado básicamente por la Federación de Rusia, fue obstaculizado de manera reiterativa en la segunda década de este siglo XXI, con votos en contra y salvados del llamado “occidente colectivo” que ya no veía con tan malos ojos al fascismo y nazismo, siendo ahora instrumentos de expansión de su propio poder para enfrentar un bloque de poder mundial oriental en pleno proceso expansivo.
Para Europa esto ni más ni menos significa regresar a lo peor del siglo XX, que llevó al horror de la Segunda Guerra Mundial y para América Latina significa volver a imponer una lógica, según la cual vale todo a la hora de imponer dictaduras de este corte, fascista en lo político y neoliberal al extremo en lo económico y social, como aquellas puestas de manifiesto en el Plan Cóndor de la década de los años 70 del siglo pasado en el cono sur, o las dictaduras tropicales amparadas por Washington.
Ahora el cliché que llaman a todo esto es la instauración de “gobiernos de transición democrática” que en su accionar, es decir en los hechos, niegan la democracia como bien observamos y valoramos en el Estado Plurinacional de Bolivia con Jeanine Añez, en 2019.
Con este pequeño previo, no es banal la advertencia reiterada del presidente de la República, Nicolás Maduro Moros, ni tampoco la denuncia de varios sectores de la comunicación, del pensamiento y movimientos sociales y políticos, sobre la utilización del fascismo como el pegamento que amalgama una fase de agresión absoluta para, al menos en el caso latinoamericano, rehacer un estado colonial que rompa los procesos de transformación que caracterizaron la primera etapa del siglo XXI, junto otros elementos históricos que sobrevivieron a cada agresión estadounidense en el continente; como la Revolución Sandinista en Nicaragua o la Revolución Cubana.
Nada más el recordatorio del 51° aniversario del cruento y salvaje golpe de Estado Fascista en la República de Chile contra Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973, es el vivo ejemplo de la conjugación de un sistema fascista en lo político que destruyó las vidas de más de 30 mil personas en esa nación, junto a la imposición de la doctrina neoliberal en lo económico para garantizar la sujeción de ese país a las determinaciones estadounidenses en todo sentido, con un modelo que no ha logrado socavar casi de ninguna manera ni la pobreza, ni la desigualdad, y menos ha propendido al desarrollo de las potencialidades económicas de esa patria, contrarias a la imposición colonial de la cual no han salido; menos con la felonía del actual gobierno falsamente proclamado de izquierda.
Ahora bien, en la realpolítik el fascismo tiene tres componentes claros que debemos valorar, y cuya actualidad los convierte en tal amenaza, que hace relevante la convocatoria a un Congreso Antifascista que tiene como sede a la República Bolivariana de Venezuela, justo en el contexto de haber derrotado un intento de golpe de Estado ejecutado el pasado 29 de julio con operadores internos e internacionales conjugados en estos pensamientos de extrema derecha, que no cesan en sus acciones contra la Revolución Bolivariana y la patria venezolana toda.
Por un lado está lo político, que tiene que ver con la conjugación de un bloque fascista que actúa de manera reiterada en varias partes del mundo, con un plan trazado más allá de las diferencias naturales de todo bloque, no siendo este una excepción.
Por ejemplo en el caso Europeo, un par de extractos del libro de Carlos Senso, “Fascismo Mainstream”, nos revelan aspectos organizativos y de contenido del accionar del fascismo en Europa Occidental, no hace 100 ó 50 años, sino en pleno siglo XXI, con instancias vigentes y movilizadas en una región convulsionada por varios elementos que van desde la migración hacia sus países, generada en buena parte por la participación abierta de sus élites en la explotación, expoliación, destrucción y saqueo de Estados enteros en África y Oriente Medio, a lo cual se suma su inestabilidad energética al romper lazos estratégicos con la Federación de Rusia por instrucción de EEUU, en el contexto de la guerra provocada en Europa del Este.
Afirman este par de extractos del Libro de Senso, lo siguiente:
“El intento de coordinación de la extrema derecha mundial no es una excepción temporal. A propósito de la mayor proliferación de la violencia neofascista en Alemania y los atentados que causan decenas de muertos, la policía impidió, a principios de 2020, volar a Bulgaria a diez conocidos ultraderechistas germanos, a quienes retiró los pasaportes en el aeropuerto de Dortmund y les impidió participar en Sofía en la llamada ‘Marcha de Lukow’, a la que anualmente asisten neonazis de toda Europa para rendir homenaje al general fascista Christo Lukow, un antisemita que colaboró con Adolf Hitler. Por su parte, desde los años noventa, grupos neonazis organizan en Dresde (Alemania) concentraciones para recordar lo que ellos denominan el holocausto de los bombardeos, en referencia a los ataques aéreos aliados de 1945 que costaron la vida a más de veinticinco mil personas. Desde hace unos años, movimientos antifascistas se enfrentan a ellos en contramanifestaciones para demostrarles la oposición de la sociedad alemana al nazismo. El consejo municipal de la ciudad aprobó en febrero de 2019 una resolución titulada Emergencia Nazi!!!. Los políticos han negado el problema durante años, pero ya no se puede ocultar, en realidad se niegan a tomar medidas contra él, en el sentido de decir: No prohibimos las ideas derechistas, pero tampoco hablamos con los nazis. Sencillamente lo ocultaban”.
El texto tildaba de prioridad el fortalecimiento de la cultura democrática y la protección de las víctimas de la extrema derecha y exigía el compromiso contra el extremismo. Los democristianos opinaron que la resolución no ayudaba a resolver el problema. El alcalde de la ciudad, por su parte, se desvinculó del texto por considerar inapropiada la expresión “emergencia nazi”. Aseguró, además, que no quería participar en una escalada lingüística.
(…) “A menudo, los movimientos extremistas se configuran como contestaciones ante nuevos retos sociales y culturales. La contrarrevolución conservadora ha trabajado como gran aliada del neoliberalismo para detener los avances sociales acaecidos en los últimos años y lo ha hecho con la utilización de su cara más reaccionaria y frentista, con la confrontación como arma y el diálogo democrático como víctima. Con una mezcolanza de insultos, verborrea acientífica, interpretaciones perniciosas de la historia, tópicos de autoayuda y mensajes de confrontación. La nueva política promocionada por el fascismo mainstream obliga a odiar a los adversarios y más allá del enfrentamiento electoral, potencia la confrontación con las víctimas de la globalización y el desarrollo del mundo digital: es decir, los pobres. La lucha política está plagada de simplistas mensajes, mientras han desaparecido las ideas con capacidad de complejizar. Discursos emotivos que desatan la ira del pueblo, en beneficio, como siempre, de aquellos que velan por el status quo.”
En el caso latinoamericano, es claro que partidos políticos como VOX, en España, se han declarado abiertos enemigos de la izquierda de nuestra región, expresada en Foros como los de Sao Paulo o en el Grupo de Pueblo, sin mayores consideraciones o diferencias de óptica, todas son agrupadas en el mismo nivel de ataque y odio.
Organizativamente se mueven en Foros como el de Madrid, Lima, Ciudad de México y ahora Buenos Aires, donde se reúnen para fijar la hoja de ruta de próximas agresiones, siguiendo los ejemplos plasmados en los extractos vistos arriba y con un carácter de contenido que odia, excluye, niega el debate plural, libre, la democracia y toda expresión que no sea sus posiciones elevadas como verdad única, absoluta e incontrovertible.
Pero a su vez esta amenaza fascista encarna un bípode mediático y social que hacen imponer la visión de transformación hacia un sociedad nueva, cuando en realidad nos estamos regresando a lo peor del pensamiento y la acción política de los siglos XIX y XX.
Esta visión de sociedad niega por completo el estado social y retorna al fascismo como pensamiento político renovado y modernizado, pero con sus bases excluyentes intactas, al tiempo de imponer una lógica anarcocapitalista que no solo niega los derechos sociales, humanos fundamentales para todos y todas, sino además entroniza el liberalismo más primitivo como algo excepcional y único donde el “dios mercado” genera felicidad social.
El recordatorio del 51° aniversario del cruento y salvaje golpe de Estado Fascista en la República de Chile contra Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973, es el vivo ejemplo de la conjugación de un sistema fascista en lo político junto a la imposición de la doctrina neoliberal en lo económico
Esto lo estamos observando desde lo sociopolítico en el experimento Argentina, que deriva no en alternativa al peronismo o justicialismo, sino un desmonte entero del Estado Social generado desde mediados del siglo XX en esa Nación, incluso con política que, venidas como fruto de un ajuste económico y fiscal, no son otra cosa que la expresión y justificación de crear una sociedad que se puede descartar, tal como en alguna oportunidad lo denunció ni más ni menos que el Papa Francisco cuando aseveró que en la actualidad mundial se está imponiendo la sociedad del “descarte”.
De hecho, el actual veto a cualquier incremento de salario a los adultos y adultas mayores en ese país, decidido por el Gobierno de Javier Milei, es la vivida expresión de una sociedad que fácilmente en el nuevo modelo se puede descartar por completo bajo la falsa premisa de “proteger” a las nuevas generaciones, parte de las acciones propias del desmonte del estado social.
Pero, además, esto tiene expresión mediática, de factores que han entronizado al fascismo no simplemente desde concepciones, sino de visiones claras que dan cuenta de las bases de este pensamiento excluyente, totalmente antidemocrático y antihumano a todas luces.
Regresamos al libro de Carlos Senso, “Fascismo Mainstream”, para hacer ver un artículo publicado no en 1918 o 1933, sino en el año 2010 por un teórico de la exclusión llamado Carlos Sostres, quien sin tapujo valoró el terremoto en Haití, que ocasionó más de 200 mil muertos, como una especie de “menstruación” o “limpieza” social mundial.
Veamos en el siguiente extracto la posición más clara del componente social y mediático de un pensamiento tan peligroso como el fascismo, vertido alegremente por un opinador, que bien puede hoy reproducirse en influencer, pensador u operador de la política, académico u organización no gubernamental con fachada altruista.
“Si alguien sintetizó dicha teoría a través de los medios de comunicación fue Carlos Sostres, quien contó con el altavoz de El Mundo para publicar uno de los artículos de opinión más esclarecedores sobre las teorías de la exclusión. Tras la muerte de alrededor de doscientas mil personas en un terremoto en 2010, Sostres publicó: “(…) lo de Haití es un drama pero el mundo, a veces, hace limpieza. No podemos vivir todos tanto tiempo y sólo los mejores y los que viven en mejores condiciones perduran. El mundo menstrua, como así debe ser. No me alegro, de la tragedia de Haití, pero estas cosas pasan y equilibran el planeta (…) La mayor parte de los que pueden estar en desacuerdo con este tipo de comentarios son pobres muertos de hambre que suerte tienen que estos que están más muertos de hambre que ellos, de vez en cuando, un mal viento se los lleva. Porque si el mundo no menstrua y tuviéramos que repartir la caridad entre todos los pobres del planeta, tarde o temprano todos estos funcionarios, vagos y obreros que se toman la baja por causa de enfermedades imaginarias, deberían ponerse a trabajar y los comités de empresa quedarían abolidos por razones de extrema necesidad (…) Ahora todo el mundo hace el lloriqueo con Haití, pero los más solidarios y los que más lloran, que suelen ser los más inútiles y los más desgraciados, tienen la inmensa suerte que de vez en cuando una tragedia como la presente barre una parte de miseria mundial y los socialdemócratas de nuestra casa vuelven a ser los pobrecitos oficiales, merecedores de toda cuanta subvención (…) Lo de Haití es una manera un poco aparatosa pero una manera, al final de limpiar el planeta. Morir es trágico pero vivir en Haití no puede decirse que sea mucho más agradable. Quiero decir que los muertos de estos días tienen, como mínimo, el consuelo de no tener que seguir viviendo en Haití. Si esto hubiera pasado en Europa sí habría sido un auténtico drama. Haití quién sabe dónde está, quién sabe dónde para. Se puede ser tierno y ser duro. El mundo menstrua y elige el día, el rayo y el lugar oportuno”. Una auténtica salvajada que, por cierto, ya no se puede consultar en las páginas digitales de El Mundo y que ha tenido que ser reproducido en los portales que, por entonces, denunciaron las palabras. Se produce, además, con una criminalización de los movimientos solidarios porque estos, con su mensaje de empatía, desestructuran los estamentos de poder. Por el contrario, se benefician los mensajes de odio permitiendo un señalamiento que dificulta su trabajo, a menudo basado en la defensa, simplemente, de los derechos humanos básicos.”
Estos ejemplos grafican, porque el fascismo es real y una amenaza que el mundo debe enfrentar, especialmente en nuestra América Latina.