Hace 20 años el Comandante Hugo Chávez, luego de los difíciles hitos del golpe de Estado del 11 de abril de 2002, y del sabotaje a la industria petrolera de diciembre de ese mismo año, y ante la evidencia clara de la participación abierta de la institucionalidad estadounidense en esas y nuevas maniobras conspirativas; definió el 29 de febrero de 2004 como el momento de poner un punto de inflexión, declarando al mundo el carácter antiimperialista de la Revolución Bolivariana como respuesta determinada de una Nación resuelta por su libertad, independencia y soberanía.
Esto no es poca cosa, ya que deja clara la autodeterminación como un asunto clave del Proyecto Histórico Bolivariano que desde su génesis política, la rebelión popular de 1989, y la rebelión militar de 1992; expresó un alejamiento claro del vasallaje exclusivo de una relación cuasi colonial con EEUU y Europa Occidental; sin voluntad propia ni posibilidad de ampliar nexos en razón de nuestros intereses.
Por ello, el mensaje del Comandante Chávez aquel día, adquiere ribetes históricos: «Señor Bush, usted y su camarilla, que han estado apoyando aquí a los golpistas, que han estado apoyando aquí la desestabilización política; que han estado apoyando aquí la desestabilización económica; que han estado violando nuestra soberanía, que han estado haciendo todos los esfuerzos para derrocar al gobierno legítimo de Venezuela, ha tenido usted una respuesta en el pasado reciente, aquí la tiene hoy señor Bush. Y si quiere que le sigamos dando respuesta el pueblo de Simón Bolívar está listo para seguirle dando respuesta.
¡Es más, es más!. Yo desde aquí le lanzo al señor Bush una apuesta, a ver quién dura más desde hoy en adelante, si él en la Casa Blanca o yo en Miraflores. Vamos a hacer una apuesta señor Bush. Vamos a hacer una apuesta a ver quien dura más, señor George W. Bush, si usted en la Casa Blanca o Hugo Chávez aquí en Miraflores.
(…) Lamentablemente la profecía de Bolívar no hizo sino cumplirse, y buena parte de las tragedias de la América Latina y del Caribe están allá, en los secretos y los misterios de la Casa Blanca, desde allá se han planificado asesinatos, genocidios, golpes de Estado, terrorismo, invasiones y muerte contra nuestros pueblos; desde allá se ha instaurado en América el imperio y todos los gobiernos que, de una u otra manera, se oponen al imperialismo comienzan a ser atacados, comienzan a ser satanizados, comienzan a ser atropellados, utilizando para ello todos los medios con que cuentan, los medios económicos, los medios de comunicación de masas, los medios diplomáticos, las instituciones internacionales, que lamentablemente ceden al chantaje la mayor parte de las veces. Han llegado a utilizar incluso a algunos países hermanos contra otros, atizando el odio de unos contra otros. (…) Pues ayer captamos una comunicación por radio donde se sugiere la idea de que en los próximos días va a seguir habiendo violencia desatada en Venezuela y que ya Venezuela es un país ingobernable, y que se van a declarar cinco repúblicas independientes y todo esto, que la OEA debe ya ir preparando una reunión para aplicarle a Venezuela la Carta Interamericana y en el mismo mensaje se dice que la fuerza de intervención rápida de los Marines debe estar lista para venir a invadir a Venezuela.
Bueno, bastante montaña hay aquí, bastante montaña hay aquí. Yo les voy a decir algo, bastante sabana hay aquí, bastantes islas hay aquí, bastante selva hay aquí, bastante tierra hay aquí. Y Saben una cosa, bastante pueblo hay aquí. Y saben otra cosa, bastantes cojones hay aquí. Para defender esta tierra, para defender esta patria, de cualquier intruso que pretenda venir a humillar, la dignidad de esta tierra sagrada de la Venezuela de todos nosotros ¡carajo!».
20 años después, todas las variables que han generado el estado de agresión creciente en contra de la República Bolivariana de Venezuela lo que han hecho es ratificar la determinación antiimperialista no sólo de la Revolución Bolivariana en específico, sino de la Nación venezolana como un todo, al valorar que la situación de amenazas, chantajes y ataques no cede un instante.
De hecho, en el marco de esta conmemoración, nos encontramos con el desmantelamiento del avión de carga de la empresa EMTRASUR en EEUU, lo cual no es más que una provocación desesperada de un imperio que ha hecho de todo para colonizar a este país de nueva cuenta, o al menos para tratar de sacarnos de nuestro centro estratégico, sin poder lograr sus objetivos más anhelados, más allá del daño que nos han causado en el proceso de agresión y resistencia de Venezuela toda.
Incluso vemos como seudodirigentes políticos, que se hacen llamar «nacionales», salivan exigiendo el incremento de agresiones multiformes hacia la República Bolivariana de Venezuela, como un mecanismo para acelerar una especie de «transición» que en la realpolitik nacional e internacional solo se encuentra fijada en sus mentes; sin ninguna evidencia en la realidad.
Y no se trata de lo que pueda afirmar, o manipular, alguna empresa encuestadora. Se trata, en pocas palabras, de todo el andamiaje político y social que da la capacidad de ser opción de gobierno u opción de poder en un Estado determinado. La oposición, al sol de hoy, destruída, dividida y buena parte de ella genuflexa a los designios de Washington, confirmado por ellos mismos, carece de atributos para cualquiera de ambos escenarios.
Con todo y todo, la movilización popular de este 29 de febrero de 2024, dejó a las claras dos cuestiones que resultan condiciones elementales para la preservación de la paz y estabilidad republicanas, como esencias base para avanzar en el proceso de recuperación nacional en todos los órdenes, especialmente en el político, social y económico; y que hemos logrado fraguar a punta de esfuerzo, trabajo, resistencia, resiliencia y sacrificio.
Por un lado la capacidad, disciplina y vigencia de una comunidad democrática, el chavismo, que ha logrado sostenerse unida y con suficiente fuerza para resistir la determinación del extremismo de aniquilarle a través de una demencial lógica existencial que han aplicado durante al menos la última década, sin poder romper el núcleo central en lo político, la unidad, ni la moral de esta masa consciente que se ha venido amalgamando con más sólidez ante cada agresión, erigiendose como una maquina que expresa en cada paso voluntad de poder y ejercicio en defensa de la patria y la protección de los derechos del pueblo venezolano.
Por el otro lado, la ratificación del mensaje antiimperialista, no como hecho agresivo en contra del pueblo de EEUU sino en contra de la lógica salvaje de una élite política estadounidense que pretende subyugar los derechos de los pueblos y gobiernos que deciden transitar con pies propios el destino que les acomode a sus intereses nacionales, lo cual resulta inconveniente para sus intereses estratégicos y hegemónicos; accionando en consecuencia, de manera agresiva, con fórmulas inaceptables en este siglo XXI que vivimos.
Tales elementos, aunque tienen un mensaje a lo interno especialmente para los extremistas que pretenden escudarse en la democracia y la Constitución Nacional, para seguir inventando nuevas maniobras; tiene especial objetivo hacia la tan cacareada «comunidad internacional», esa misma parcela de países del hemisferio occidental que de algún modo fue partícipe de varias de las acciones criminales en contra del pueblo venezolano, como cohonestar lo sucedido con el avión de EMTRASUR o promover el despojo definitivo de Citgo Petroleum Corporation.
La movilización masiva del chavismo, tomando Caracas, ha servido para enviar un mensaje claro a todos esos factores en cuanto a que no hay forma ni manera de reducir ni por fuerza ni por chantajes la determinación soberana de la República Bolivariana de Venezuela de hacerse respetar en sus decisiones y conducción soberana del proceso político que nos convoca a diversos procesos electorales, en abosluta paz, democracia, libertad y bajo nuestras reglas; y no las de la fulana «comunidad internacional».
De todo esto viene impregnada la ratificación de nuestro antiimperialismo en función de hacernos respetar en nuestras decisiones soberanas.
El Presidente de la República Nicolás Maduro Moros, lo ha dejado bastante claro en la conmemoración de estos 20 años:
«Hoy es el día en que Hugo Chávez declaró el carácter antiimperialista de la Revolución Bolivariana del siglo XXI, 29 de febrero 2004, y luego, un año después, declaró el carácter socialista de nuestra revolución cristiana, bolivariana, zamorana y, más que nunca, profundamente chavista de nuestra patria libre, hermosa (…) Hace 200 años El Libertador y la generación de libertadores declararon el carácter anticolonialista y tuvimos la razón. Apenas fue en el siglo XX que el anticolonialismo se impuso como un valor de toda la humanidad, pero Venezuela levantó la bandera del anticolonialismo temprano, de primero en el mundo. Y también en el siglo XXI fuimos los primeros (…) Celebro esta inmensa concentración del pueblo en las calles. Impresionante las imágenes (…) Qué inmensa expresión tan hermosa de apoyo y solidaridad (…) Este año 2024, año bisiesto preparémonos para la más grande victoria del pueblo de Venezuela. Lo digo con humildad y que Washington lo sepa, que lo sepan los dueños del circo de la extrema derecha, a buen entendedor, pocas palabras, y esto es apenas calentando el brazo, apenas estamos calentando el brazo para las batallas que vienen”.
El carácter antiimperialista de este proceso y proyecto político ha sido buena garantía para obtener victorias significativas en esta etapa de la historia republicana de Venezuela, defendiendo su paz, libertad, soberanía y democracia de las agresiones de factores externos con operadores antinacionales, que hoy se solapan en el subterfugio de «exigir garantías electorales», como si aquí en todos estos años nada ha pasado, ni ha contado con su mano injerencista.
Esta exitosa movilización es un mensaje claro al mundo, como aquel 29 de febrero de 2004.
Venezuela se respeta.