Los imperios mueren peleando. Es una frase recurrente en los últimos años, sobre todo cuando hablamos de que emerge un Nuevo Orden Mundial. Cuando decimos que los indicios están a la vista, para quien quiera verlos, claro.
Alude a que el hegemón, Estados Unidos en este caso, no soltará su condición tan fácilmente, que haciendo uso de los tantos recursos que todavía dispone, militares, financieros, mediáticos, tecnológicos, diplomáticos, tratará de dilatar su hegemonía, y en ese lapso intentará causar daño a todo aquel que se le cruce; aunque lleve al mundo a una situación de crisis nuclear. La última provocación de Nancy Pelosi es un ejemplo.
Ahora, cuando hablamos de llevarse por delante a quien se le atraviese, allí incluimos a su propia población, a las clases sociales norteamericanas más vulnerables, que en los últimos años incrementaron su número en muchos millones.
La desigualdad creció pavorosamente, y no lo pueden ocultar; por más manejo mediático y de redes que intenten. A eso se le suman otros problemas estructurales que padece el país norteamericano.
La cosa es tan cruda, que se vislumbra un escenario de guerra civil. No lo decimos desde una posición de izquierda política, antiimperialista; no es un asunto de aspiración, de deseo; es que la realidad lo muestra.
Es tan real que, Ray Dalio, un gurú de Wall Street, fundador del fondo de cobertura más grande del mundo, el personaje que predijo la crisis financiera de los años 2007 y 2008; señaló en febrero de este año que Estados Unidos va en camino a una suerte de guerra civil.
Dalio, creador de la empresa de gestión de inversiones Bridgewater Associates, asevera que el camino a la guerra civil va acompañado de una peligrosa combinación de grandes déficits, altos impuestos, inflación y brechas en la riqueza, en los valores que conducen a la polarización política.
«Cuando esto sucede, al mismo tiempo que hay potencias extranjeras que se vuelven lo suficientemente fuertes como para desafiar a la principal potencia mundial que enfrenta esta dinámica de guerra civil; es un período especialmente riesgoso… Ese es el período en el que creo que estamos ahora», dijo.
En ese contexto, personajes como Donald Trump, al final de cuentas, son circunstanciales; pueden aparecer y desaparecer. Sino es él, aparecerá otro con esas características. Aquí lo que se ve es un Estado en descomposición política, moral; con ambición de poder por el poder en sí.
La intención de verdadera justicia social, de siquiera garantizar los derechos mínimos basados en la constitución estadounidense, no se ve. Hoy está sobre el tapete, sobre el escenario; una polarización con fines menos loables.
Según la perspectiva de Dalio, tanto la izquierda como la derecha estadounidense luchan por ganar a toda costa, eliminado a los moderados; menoscabando la posibilidad de compromisos verdaderos.
«La pregunta más importante es cuándo se doblará el sistema antes de romperse… La historia demuestra que el mayor riesgo para los demócratas es que produzcan tomas de decisiones tan fragmentadas y antagónicas que sean ineficaces y desordenadas; lo que lleva a malos resultados y revoluciones», sostuvo.
Dalio, que usualmente recibe un trato favorable con sus opiniones en la mediática del sistema, en esa predicción no ha tenido la misma fortuna.
Pero no es solo el magnate, también Barbara F. Walter, autora de un trabajo titulado “Cómo empiezan las guerras civiles, Crown, 2022”, señaló que hasta hace unos años para ella era bastante improbable un escenario como ese, y tomaba como referencia a Yugoslavia, Siria o Irak; en casos que investigaba.
“Mientras me dedicaba a ese trabajo, me di cuenta de algo inquietante: las señales de inestabilidad que identificamos en otros países; son las mismas que he comenzado a ver en el mío”, expresó.
Walter, que ejerce la docencia de Ciencia Política de la Universidad de California, en San Diego, ve dos condiciones previas a una conflagración interna en su país, en primer lugar: Estados Unidos cayó en lo que algunos científicos sociales llaman “anocracias”, esto es regímenes que se sitúan en la nebulosa existente entre las democracias completas y las autocracias puras.
Un segundo factor observado por Walter es que los partidos políticos han tomado banderas basadas en “la raza, la religión o la identidad”.
Nosotros sostenemos que la pandemia de Covid-19 aceleró la conformación del Nuevo Orden Mundial; pero también alteró internamente sociedades como la estadounidense, donde las inequidades no sólo se hicieron visibles; sino que se tornaron estridentes.
De acuerdo a Walter, “en la última década, la desigualdad ha crecido y nuestras instituciones se han debilitado, están en mínimos históricos en términos de confianza de los ciudadanos; según una encuesta hecha pública por Gallup: los estadounidenses son cada vez más cautivos de los demagogos, a través de sus pantallas y sus gobiernos”.
La encuesta citada por la autora se publicó la última semana de julio.
Walter hace otra referencia preocupante. “Los grupos extremistas violentos, especialmente de la derecha radical, son más robustos que nunca, aunque su crecimiento pueda parecer imperceptible”, enfatizó.
Un cóctel explosivo lamentable pero cierto; una guerra civil, híbrida si se quiere, toca a la puerta en Estados Unidos. El tema lo ampliaremos en una próxima entrega.