Salvo algunas voces opositoras apologistas del desastre, y promotoras de invasiones, caos y desesperanza; la mayoría de los análisis de la realidad política venezolana, señalan que el Gobierno Bolivariano avanza rápidamente a la recomposición de la estructura económica, el bienestar político y la vigencia de las instituciones del Estado con la participación protagónica del pueblo organizado; en un esfuerzo titánico dentro de los límites de la paz y el entendimiento con propios y extraños, afectos y desafectos.
Sin duda, una buena noticia; en estos tiempos de guerra total contra los pueblos decididos a vencer las imposiciones hegemónicas de los criminales y derruidos imperios, y sus pretensiones mundialistas en favor de las oligarquías.
Una verdadera prueba de fuego para las fuerzas revolucionarias que en franca unidad resisten y luchan; y están construyendo salidas ante la crisis inducida acudiendo la praxis de la solidaridad y complementariedad; fórmula infalible que convoca a todos los actores económicos en función de la producción de bienes y servicios.
Hoy, nadie sensato tiene dudas de lo devastadora que ha sido la política de bloqueo financiero y comercial aplicada al país. No hay ni un venezolano o extranjero, habitante de estas tierras, que no condene a los promotores de las desgracias que, además del daño causado por su malévola acción, han saqueado los recursos financieros y empresariales de la patria.
En ese orden de ideas, es menester destacar los esfuerzos sostenidos por el Presidente Maduro, y prestar atención al desarrollo de las dos vías sustanciales presentadas recientemente por él; una, las acciones por la preservación inexpugnable de la patria, con el fortalecimiento del apresto operacional de la FANB, que en este momento está abocada al desplazamiento, táctico y estratégico, contra la tangible amenaza de invasión que desde de Guyana —y con apoyo de los EEUU—; intenta tomar por asalto el territorio en reclamación; y por el otro, el reposicionamiento del salario real para lo cual es imprescindible producir con calidad para vencer.
No es poca cosa lo que ha hecho el presidente, sin menoscabo de los ataques criminales del imperio y sus secuaces, ha mantenido la paz en la república; soliviantado las desgracias provocadas por el descalabro de la economía, atendido con prontitud las consecuencias, establecido altos niveles de seguridad sanitaria; y para sorpresa de los detractores de su gobierno, ha derrotado todas las emboscadas magnicidas, injurias mediáticas, y demás reacciones del latrocinio opositor y criminal dentro y fuera del país.
De allí que, la convocatoria del jefe de Estado es a la producción, a la organización popular productiva, al estado comunal, y al desarrollo de un aparato empresarial que entienda que es hora de invertir en Venezuela con sus recursos y no con el subsidio del Estado; como fue en los 130 años de explotación petrolera y la economía rentistas del Siglo XX e inicios del XXI.
Ha llegado el momento de que los “supuestos empresarios” agrupados o no en los devaluados gremios empresariales criollos, los mismos que defienden a rabiar las taxonomías del recetario para el libre mercado, a la vez que no dejan de solicitar subsidios, préstamos a fondo perdido, y demás formas de saqueo a la banca pública, traigan al país los recursos extraídos y sin detrimento de sus temores, apuesten desde Venezuela a la producción y exportación de bienes y servicios.
Ahora bien, el sector empresarial privado tiene una excelente oportunidad; pues el Gobierno Bolivariano del Presidente Maduro pone a su disposición la posibilidad de entrar en el mercado más grande del planeta el cual agrupa grosso modo: China, India, Rusia, Sur África, Irán, Asia Occidental, algunos países de la Vieja Europa, América Latino Caribeña y próximamente los EE. UU.
Así, mientras se reactiva la gran industria petrolera y mineral con la inversión extranjera requerida para tal fin, las iniciativas privadas empresariales, han de desarrollar las producciones endógenas en el marco de la nueva geometría de comercialización mundial, desdolarizada, sin sesgos ideopolíticos, ni injerencias hegemónicas imperiales.
Socialismo es repartición justa de la riqueza, pero esa riqueza hay que producirla y convertirla en beneficios sociales tangibles. El Presidente está haciendo lo que le corresponde y más, vayamos juntos hoy a la conquista del futuro. Estamos en Revolución, que nadie se equivoque, está surgiendo una nueva economía que de entrada involucra a todo aquel que quiera producir riqueza a partir del trabajo.