En la reciente visita del Presidente Nicolás Maduro a la República Islámica de Irán, se sellaron acuerdos diplomáticos y comerciales entre dos países que, a pesar de las distancias geográficas y las diferencias culturales, se mantienen unidos en su empeño por la construcción de un mundo en Paz y sin Hegemonías.
En ese sentido, los mandatarios de ambas naciones ratificaron una agenda geopolítica comprometida con la multipolaridad, interculturalidad y el desarrollo de la solidaridad y la complementariedad; como fórmula para el ejercicio de una diplomacia de los pueblos y con los pueblos, que garantice el desarrollo de todas la potencialidades humanas en pro del crecimiento de las virtudes que son imprescindibles para la preservación de la Paz.
El Presidente Maduro dejo claro que desde 2001, fecha en la que el Comandante Hugo Chávez visitó Irán por primera vez, el país islámico y Venezuela se relacionan con el rigor de una diplomacia ejemplar; desde un punto de vista político, moral, espiritual y de alianza que se expresa en el desarrollo de la cooperación; y ha sido ratificada en esta visita en la cual el Ayatolá ha calificado de exclusiva y extraordinaria.
En ese orden de ideas, el mandatario venezolano ratificó la posición de Venezuela contra el Imperialismo y el Sionismo; los cuales han sido protagonistas en todas las conjuras contra los países progresistas del mundo, con especial énfasis en la destrucción de la Revolución Bolivariana; la cual es una alternativa ante los viejos modelos de dominación, cuyas carencias de justicia, igualdad de derechos y desarrollo material y humano para todos; se demuestra en los indicadores socio económicos de los pueblos que están bajo el nefasto modelo hegemónico imperial.
En palabras del Presidente Maduro, la Revolución Bolivariana ha desarrollado una diplomacia de cooperación y apoyo real a los pueblos hermanos de América Latina y el Caribe; y mantiene una política internacional tangible, firme y única, en favor del pueblo Palestino; por el logro de su derecho a ser una nación libre e independiente. Con dicha política, el Estado venezolano continuará apoyando con todas sus fuerzas la consolidación del Estado Palestino; y a la vez seguirá condenando los ataques de los sionistas contra esa nación árabe, legitima dueña de cada palmo de tierra invadida por Israel.
En la citada entrevista, el mandatario recordó al General Qasem Soleimani, en los tiempos cuando el imperialismo atacó al sistema eléctrico de Venezuela, destacando su humildad y eficacia para solucionar la situación. El presidente recordó al mártir Iraní como un gran hombre; cuya actuación fue de invalorable ayuda para la restitución del sistema eléctrico y la elevación de los niveles de relacionamiento entre la nación persa y el país bolivariano.
Como cristiano practicante, el presidente Maduro manifestó que el mensaje cristiano es anti imperialista, casado con la causa de los humildes y comprometido con la lucha contra la opresión. En ese sentido, para él, si Cristo estuviera en carne y hueso en este tiempo, estaría en la vanguardia de la lucha.
Es importante destacar, que el comandante Chávez legó en Nicolás Maduro la continuidad del proceso, una labor nada fácil, pues luego de la partida del Comandante eterno, el sionismo y el imperialismo han centuplicado el nivel de ataque contra Venezuela; afortunadamente el presidente Maduro fue canciller del comandante eterno, y vivió en primera línea el desarrollo de una política exterior revolucionaria, que está en pleno desarrollo y se expresa en la resistencia antiimperialista, y contrahegemónica, en Asia, África, América Latinocaribeña; y en todos los pueblos que luchan contra el colonialismo.
En ese sentido, Nicolás Maduro, comprometido con los postulados de la Política Exterior Bolivariana, realizó esta gira y luego de la visita a Irán, ha ratificado su condición de estadista empeñado por el desarrollo, en este siglo, de la justicia para todos los pueblos y las naciones del planeta; con respeto a la autodeterminación y de cara a la lucha contra el colonialismo y el desarrollo de las grandezas que le son propias a cada cultura. El siglo XXI es nuestro siglo, un mundo mejor es posible.