Crecen los cuestionamientos, crece la indignación, se resquebraja el establishment. No sólo es por la indignación que causa la masacre del Estado israelí contra el pueblo palestino; también es la estúpida guerra que propició la OTAN contra Rusia en suelo ucraniano; también la desdolarización creciente en los negocios globales; en realidad, es la suma de todo eso más otros hechos.
Reiteramos, el nuevo orden mundial no llega con la velocidad que queremos, pero se está dando. Sería iluso pensar que este nuevo orden tendrá como únicos y exclusivos protagonistas a los países emergentes. Que los representantes del hegemón quedarán excluidos de los organismos internacionales.
Porque, además, no olvidemos que el establishment, injustamente construido por siglos, no sólo son instituciones como la ONU y sus derivados. No sólo el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio. No sólo son los gobiernos imperantes en el mundo. No.
El establishment tiene, como principales componentes, grupos de poder económico como las grandes corporaciones; que con los siglos han ido mutando, más aún, se han ido fusionando entre ellas.
A fin de cuentas, en lo que llamamos Occidente, los gobiernos, los políticos, la organización estatal; están al servicio de ellas.
No olvidemos, siempre lo decimos, el caso más palpable es Estados Unidos. Allá, por ejemplo, siempre hemos escuchado llamar Administración Reagan, Administración Bush, Administración Obama.
Y es que es así, ellos administran los intereses de los dueños del dinero. Claro, montan todo un sistema, la llamada democracia representativa, pero lo montaron desde la perspectiva de quienes crearon ese modelo, o de quienes lo adaptaron a sus intereses.
La burguesía, que irrumpió revolucionariamente contra la monarquía, se cimentó; cimentó su poder económico, montó una estructura cultural para justificar su visión y su poder.
Estrecharon lazos a nivel internacional.
Cuando hubo discrepancias, contradicción de intereses, fueron a la guerra. Las llamaron pomposamente guerras mundiales.
Con aquellas guerras fueron configurando el mundo actual, claro, en beneficio de los vencedores; en realidad, en beneficio de uno de los vencedores.
Eso duró casi ocho décadas. Es cierto, en tiempos de la Unión Soviética hubo cierto contrapeso, por eso la Guerra Fría.
En realidad, hoy, reminiscencias de la Guerra Fría ayudan a socavar el establishment. ¿No? ¿Entonces qué son las reacciones de los países africanos contra occidente en el mundo actual? No olvidemos que muchos de los movimientos de liberación, sobre todo en los años 60 del siglo pasado, fueron apoyados por Moscú.
Son ellos, por lo menos la mayoría de los países africanos, los que han rechazado la pretensión de aislar a Rusia por el tema de Ucrania. Son muchos de ellos quienes han votado contra masacre israelí en Palestina.
En Europa lo reconocen, han perdido influencia en África. Su pasado colonial los condena. En contraparte, China y Rusia ganan influencia.
La corporatocracia mundial tiene un problema allí. Ellos lo controlaban todo, sobre todo la última década del siglo 20 y el inicio del presente siglo; cuando la unipolaridad norteamericana primaba.
A través de ello, y manejando el llamado poder oscuro en Washington, controlaban el mundo. Al crecer China y Rusia, al incrementar su poder e influencia, sienten que pierden su predominio, que sus intereses están amenazados.
Es que ellos no controlan los liderazgos en Rusia y China. No controlan a Putin ni a Xi Jinping, que son personajes poderosos, en países poderosos. Que son líderes que cuestionan el actual establishment y, sobre todo, tienen cómo cuestionarlo. Y, además, tienen aliados que los respaldan, o, por lo menos, se alinean con ellos en su enfrentamiento con los antiguos dueños del mundo.
No sólo eso, los señores de las grandes corporatocracias notan que tienen otro problema: sus liderazgos, el liderazgo que los representa; no tiene las luces de otros tiempos. Discrepancias ideológicas al margen, Winston Churchill, Konrad Adenauer, el mismo John F Kennedy; por citar algunos políticos importantes de Occidente, tenían mucha mejor preparación y formación que la de estos hoy.
Las instituciones que crearon ellos mismos, las han terminado desprestigiado. La arrogancia, el no poder controlar lo que anteriormente controlaban, el darle demasiada soltura a jugadores menores, sólo porque se comportan como verdaderos mastines inescrupulosos, hoy les pasa factura. Eso es lo que está ocurriendo con Israel. Israel nunca ha sido considerada una gran potencia, nunca fue considerada a la altura de Francia, Alemania, Gran Bretaña, Italia, Holanda; por citar a los más representativos de Occidente.
Más allá del trabajo sucio que encargaron en Medio Oriente, de la propaganda en su favor que la corporatocracia mediática les hace, de su apreciable desarrollo tecnológico y militar, no son una gran potencia. Tampoco una democracia ejemplar.
Cumplen un rol y de eso viven.
Pero hoy, ese Estado israelí, creación de Occidente —básicamente de Inglaterra y Estados Unidos—, es un problema para ellos. Les afecta la narrativa, factor importante para controlar el mundo, o por lo menos la parte que aún controlan.
Pero, además, los organismos que ellos crearon, hacen insostenible el sistema de reglas y normas que ellos mismos impusieron: crearon la Organización de las Naciones Unidas, como una suerte de árbitro mundial para dirimir diferencias, para garantizar el cumplimiento del derecho público internacional; pero Israel patea el tablero, y Estados Unidos lo apoya. ¿Entonces, todo eso para qué? Se pregunta el mundo.
El director del Instituto Español de Geopolítica, Juan Antonio Aguilar cree, respecto a las declaraciones del secretario general de la ONU, que Guterres sabe que no se puede hacer nada; y trató de hacer un descargo de conciencia. Y después, nada; se hacen resoluciones y no se cumplen».
Se refiere a la situación de Palestina desde hace siete décadas. En especial a los últimos 56 años, desde la resolución 242 de noviembre de 1967, ya que Naciones Unidas ha sido incapaz de obligar a Israel a cumplir esa resolución.
«Pero no nos debería sorprender si miramos al Sáhara Occidental, a Gibraltar, a Malvinas. ¿Qué hay de todas esas resoluciones de la ONU? Nada. Si no le interesa a las potencias dominantes no se va a hacer nada. Es un instrumento inservible. Estamos hablando de una resolución sobre un Estado palestino de fronteras con categoría vinculante. No es un acuerdo, sino una resolución que debe ser cumplida, pero que Naciones Unidas ha sido incapaz de hacer cumplir», dice Aguilar.
Según el analista, fue lastimoso el espectáculo de Guterres y el escándalo que le montó el representante israelí.
«¿Qué frustra a Israel? Israel tiene un conflicto con todos sus vecinos, porque ha ido haciendo una política expansionista desde el año 48, y eso es un problema, y sus vecinos cada vez se están haciendo más fuertes. Y sabe que tiene apoyo: de EEUU y de Europa. Pero sabe que no puede actuar abiertamente«, acotó.
Piensa que hay presiones de EEUU para no escalar, porque sabe que un conflicto regional puede ser tremendo. Pero también se dan cuenta de que la operación militar no está tan clara como en otras épocas.
«Israel ya es mucho más sensible a las bajas propias que lo que era hace décadas. Hay división dentro de Israel sobre la campaña a realizar. No hay plan. El plan siempre fue echar a los palestinos, pero lo tiene difícil ahora ante la opinión pública mundial. El problema de Israel y Palestina en Occidente se ve de una manera, pero en el resto del mundo lo ven de forma distinta«, insiste.
En opinión de Aguilar, si Israel tuviera la mente fría, cancelaría la invasión terrestre de Gaza, porque sólo va a provocar víctimas. Y, además, para qué, cuál es el plan del día siguiente. Eso va a provocar más acciones terroristas. Israel debería cancelar la invasión terrestre de Gaza, pero eso sería la caída de Netanyahu; enfatiza Aguilar.
El 27 de octubre la comunidad internacional aprobó en la ONU una inmediata, durable y sostenible tregua humanitaria que lleve a un cese de las hostilidades en la región. También se pidió que la ONU tuviera acceso humanitario «irrestricto» a la Franja de Gaza, donde se estima que pasan de 7.000 los muertos provocados por los bombardeos israelíes.
Pero, como es habitual en ellos, Israel rechazó la iniciativa. Su embajador ante la ONU, Gilad Erdan, dijo que la resolución aprobada en la Asamblea General es un acto infame:
«Hoy es un día que pasará a la infamia. Todos hemos sido testigos de que la ONU ya no tiene ni un ápice de legitimidad o relevancia. Qué vergüenza«, añadió.
Erdan aseguró que «Israel seguirá defendiéndose para garantizar su futuro y existencia como Estado, librando al mundo de la maldad de Hamás para que nunca pueda volver a amenazar a nadie«.
Seguidamente, en sus redes sociales, dijo que lo sucedido en la Asamblea General fue un hecho «podrido y miserable«.
Previamente, durante una rueda de prensa, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el líder del Consejo Europeo, Charles Michel, al momento de exponer las conclusiones de la cumbre europea, hablaron de abrir «corredores humanitarios» para la entrada de ayuda en Gaza, además, hablaron sobre una posible expansión del conflicto en la región.
«Hemos tenido la ocasión de abordar las consecuencias en la Unión Europea si no llegamos a abordar este conflicto… Las consecuencias que tendría en una escalada regional«, aseguró Michel.
La “baronesa” Von der Leyen, cuyos vínculos con la Administración Biden y negocios turbios con biolaboratorios están más que denunciados, hizo un llamado a Egipto, al que calificó de ser «un faro» en la zona, para que funcionara como mediador entre las partes.
Como era de esperarse, la presidenta de la Comisión Europea culpó a Hamás como detonante de «una crisis humanitaria en Gaza», ignorando las décadas de abusos y arbitrariedades perpetradas por Israel.
Entre otras “lindezas”, Von der Leyen aseveró que “Israel es una democracia que fue atacada por una organización terrorista» y que además, “tiene el derecho a defenderse”. Aunque también subrayó que cualquier acción israelí debe de seguir los lineamientos del derecho internacional.
Bueno, es el discurso predominante entre la corporatocracia global, pero que cada vez es más difícil sostener.
Israel no es una democracia ejemplar. El mismo Joe Biden cuestionó a Benjamín Netanyahu sobre su intención de secuestrar el Poder Judicial.
No sólo eso, Israel es una semiteocracia donde hay ciudadanos de segunda y tercera categoría, sobre todo los de origen árabe.
Esto es tan cierto que el alcalde de Tel Aviv, Ron Huldai, a principios del 2023, había alertado que el país se dirige a una «teocracia fascista» con la incorporación de elementos vinculados a la ultranacionalismo y al fundamentalismo religioso al gobierno de Benjamín Netanyahu, en particular el diputado del partido homófobo Noam, Avi Maoz.
Pero claro, la baronesa repite lo que el establishment quiere imponer. Ella quiere seguir haciendo méritos para que cuando salga de la UE, en donde tiene muchas denuncias por irregularidades, en Washington la designen como la secretaria general de la OTAN, que es lo que se viene rumoreando desde hace meses.
Pero, lo que en realidad debería preocupar a la señora, son los problemas que tienen en la UE por el tema de Rusia.
En efecto, Hungría y Eslovaquia están haciendo sentir sus reparos sobre las ayudas financieras a Ucrania y las inútiles sanciones a Moscú. Sanciones que más afectan a los miembros de la UE que a los “sancionados”.
Esto es tan evidente que el diario Financial Times ha resaltado que los gobiernos de Budapest y Bratislava amenazan con resquebrajar la unidad de la Unión Europea sobre el apoyo militar a Ucrania, en momentos en que los líderes del bloque se reunían para abordar las crisis en Gaza y Europa del Este.
El trabajo publicado el 27 de octubre, enfatiza que el apoyo financiero y militar de Bruselas ha sido fundamental para Kiev desde el inicio del conflicto en febrero de 2022, pero Viktor Orban, primer ministro húngaro, junto a su colega eslovaco, Robert Fico, se han pronunciado en contra de mantener ese respaldo.
Para que se mantenga el respaldo es necesaria la unanimidad en el grupo de 27 países.
Son públicas las declaraciones de Fico, previa a la mencionada cumbre europea, en la que asevera su país no votaría a favor de ninguna nueva medida en respaldo a Ucrania o de sanción a Rusia, sin una evaluación completa de cómo podrían afectar esas decisiones a su país.
El nuevo orden emerge, Europa pierde protagonismo. Es posible que la UE se disuelva. Entre los ciudadanos europeos hay molestia por el triste papel de sus líderes. Lástima por ellos.
De otro lado Israel, su Estado, pareciera que no tiene más salida que la violencia. Es su lógica existencial. Lo malo es que en ella, y pese a que la mayor parte de la opinión pública mundial está en su contra, está llevando al mundo a una situación extrema. Es que hay desesperación e indignación por cómo están exterminando a un pueblo.