Plan y plano
Para Simón Rodríguez “plan es lo que se ve, de un golpe, en una extensión superficial, y, por comparación, la disposición de los objetos que entran en una composición material o mental. La delineación de un plan material se llama plano”. Estas definiciones que hace nuestro visionario caraqueño en 1849 tienen una mucha importancia en la seguridad y defensa de la Patria.
En el año 1879 comenzó a utilizarse en la Academia Militar de Venezuela el Manual de Método de Dibujo Topográfico de Diego Casañas como texto oficial por disposición del general Antonio Guzmán Blanco. Allí nuestros militares aprendían la representación de los distintos cuerpos armados, el diseño de croquis y planos de batallas. Es tan relevante el dibujo topográfico en la ilustración de la táctica e historia militar que el plano que realizó el ingeniero José Ignacio Chacquert de la Batalla de Santa Inés es de riguroso estudio en muchas escuelas de defensa y seguridad de la nación por su alto rigor estratégico y táctico.
Estrategia y táctica
El 20 de febrero de 1859 comenzó la guerra federal. Julián Castro, quien asumió la presidencia entre el 18 de marzo de 1858 y el 1° de agosto de 1859, sigue en el poder dejando como presidentes interinos a Pedro Gual, del 2 al 29 de agosto de 1859 y a Manuel Vicente Tovar, del 29 de septiembre de 1859 a abril de 1860. Las tropas conservadoras comandadas por Pedro Estanislao Ramos piensan que Zamora va para Caracas. Pero no, Zamora decide irse a los llanos y tomar Barinas. Cuando Ramos se percata es tarde, sin embargo apresuran la marcha hacia las riberas del río Santo Domingo. Las tropas de Zamora, formadas por pueblo en perfecta comunión cívico-militar, atacan por la retaguardia, rompen en dos las líneas enemigas hasta sacarlas de sus bases operacionales. Toda una acción retrógrada, como la que aplicó José Antonio Páez a Pablo Morillo que el comandante Chávez describe en su discurso del 1° de febrero de 2001 frente al sarcófago del General del Pueblo Soberano, Ezequiel Zamora, en el Panteón Nacional: “Páez enganchó a Morillo en las sabanas del Guaneo y lo obligó a pasar el Apure, y Morillo mordió el peine y cruzó el Apure persiguiendo a Páez; luego lo hizo cruzar el Arauca y lo llevó a los desiertos del Caribe y ahí lo hizo morder el polvo, lo destrozó”. Sobre la estrategia y táctica que emplea Zamora ese 10 de diciembre, Chávez explica: “el ejército del gobierno llegó a Barinas y consiguió la ciudad vacía, tomaron la ciudad. Zamora se había retirado, pensaron ellos que Zamora había iniciado una retirada, que dejaba el campo de batalla; pero no, Zamora tenía todo preparado y los llevó por un callejón por la ribera derecha del río Santo Domingo, y había preparado en las selvas de Santa Inés –que hoy ya no son tales, pero eran unas selvas– unas posiciones de retardo, y tenía algunos cañones y alguna munición y buen armamento que había tomado en el parque de Barinas, que era uno de los parques más importantes de occidente. Había construido unas trincheras para conducir, eso se llama ahora un plan de barreras, es decir, que uno hace obstáculos, ustedes lo saben, para obligar al adversario a encallejonarse en una dirección que uno ha previsto. Así que el ejército oligarca mordió el peine zamorano, y se fue en la persecución hasta que Zamora ordenó en Santa Inés, el cerco, el contraataque y la persecución de los oligarcas llegó hasta Mérida. Desde Santa Inés hasta Mérida llegaron los oligarcas huyendo de las tropas de Zamora. Él mismo condujo la persecución con la caballería y montó la infantería. Como no había tanques en ese tiempo, no había infantería mecanizada ni motorizada, entonces Zamora utilizó una técnica que ya usaba Páez también y que usó Pedro Pérez Delgado, Maisanta, años después: montar la infantería en las ancas de los caballos para llevarlos en la persecución y mover más rápido la infantería”.
El método: guerra de guerrillas
El método empleado por Zamora en la batalla de Santa Inés fue la guerra de guerrillas que consistía en un ejército de campesinos (por esto usaba sobre su sombrero de cogollo el quepis militar) y su plan era un ingenioso sistema de trincheras que ofrecerían bravía, pero efímera resistencia a los soldados conservadores, con la finalidad de hacerles creer que tendrían una fácil victoria y así conducirlos a una trampa mortal en Santa Inés. Cerca del mediodía del 10 de diciembre, cuando realmente comienza la batalla en El Trapiche, ya el ejército enemigo tenía considerables bajas. Cada minuto que pasaba las fuerzas militares disminuían. Cuando quisieron avanzar más, Zamora grita ¡Pisaron el peine! Acá comenzó el calvario para el enemigo: a cada paso se encontraba con fortificaciones más poderosas. Cuando Zamora pasa de la defensiva a la ofensiva el enemigo entiende su inexorable derrota. Hacia la noche las tropas revolucionarias terminan la tarea en la llanura de El Bostero.
Zamora y la propiedad social
Zamora nació en Cúa el 1° de febrero de 1817 cuando Rodríguez tenía 47 años y Bolívar 33. Venezuela estaba arrasada por las cruentas luchas independentistas. Su padre, Alejandro Zamora, luchó con el Libertador. Su madre, la maestra Paula Correa, organizó a las mujeres para apoyar la causa patriota. Zamora es raíz de la revolución porque para él “la propiedad es un robo cuando no es consecuencia del trabajo”. Sobre esto explica “No es lo mismo la propiedad del Marqués de Pumar que las propiedades de los vegueros de El Totumal”. Para Zamora, “La tierra no es de nadie, es de todos en uso y costumbres, y además, antes de la llegada de los españoles la tierra era común, como lo es el aire, el agua y el sol”, por eso debemos secuestrar “los bienes de los ricos porque con ellos hacen la guerra al pueblo”. Zamora es claro: “Venezuela no será patrimonio de ninguna familia ni persona”. Su propuesta es un país en el que “No haya pobres ni ricos, ni esclavos ni dueños, ni poderosos ni desdeñados, sino hermanos que sin descender la frente se traten bis a bis, de quien a quien”. Para ello comandó un importante movimiento militar insurgente en contra de la élite antibolivariana que instauró en Venezuela la Cuarta República.
Zamora hoy
La victoria de Santa Inés significaba la “tumba militar de la oligarquía porque el paso siguiente era el control de Caracas planificada para febrero de 1860. César Rengifo en su obra Un tal Ezequiel Zamora, recrea ese año con unas palabras que le dice Don Elíseo a Mérez, joven brigadier descendiente de las más distinguidas familias del país: “¡Qué sería de Venezuela si esa gente entra triunfante a esta ciudad! ¡Pobre Caracas! ¡Las hordas de Atila! ¡Las doncellas y las matronas de la aristocracia caería víctimas de esos nuevos hunos!”. El 10 de enero de 1860 a Ezequiel Zamora lo asesina una bala dirigida por el sargento Morón guiado por órdenes de Juan Crisóstomo Falcón y Antonio Guzmán Blanco. El periodista e historiador Juan Vicente González, en rastrera posición de intelectual al servicio de la oligarquía, escribió en El Heraldo “bendita sea la bala, bendita sea la mano que la dirigió y acabó con el monstruo”. El pueblo ganó la Batalla de Santa Inés, pero no la guerra. Zamora tenía 43 años de edad cuando fue asesinado. Bolívar 47 cuando muere en Santa Marta. Sucre 35 cuando es ultimado en Berruecos, jóvenes todos, mártires de la Patria. Todos renacieron el domingo 6 de diciembre de 1998 y hoy son millones. Tienen un plan, una estrategia, porque, como dijo Simón Rodríguez en su Defensa de Bolívar en 1830, “la táctica de un Comandante en Jefe es evitar peligros y asegurar la victoria”. Estamos ganado la guerra. ¡Ezequiel Zamora vive! ¡Viva la Patria!