Caracas, Mayo de 2020
Por Luiyer Barreto Guevara
No hay tema de la actualidad que se escape de los ya tan comunes Fake News, concepto anglosajón para referirse a lo que muchos conocemos como Noticias Falsas. Crisis ambiental, conflictos políticos, entre otros… han sido parte de los temas que no han escapado de cuanta mentira surge principalmente en redes sociales.
Muchos pudiesen llegar a pensar que dicha distorsión de la noticia surge de la simple «mala información» que posee una persona sobre un tema y que, posteriormente y obedeciendo a su instinto como individuo social, procede a comunicarlo; pero para sorpresa de muchos, en la mayoría de los casos no es así. En la actualidad la producción de fake news ya forma parte de un negocio bastante rentable a nivel mundial, teniendo mayor presencia en Latinoamerica según refiere un estudio realizado por la Universidad Complutense de Madrid en el año 2019, quienes dieron con diversas contratistas o laboratorios (como también se les conoce) que tienen como tarea fundamental, generar matrices de opinión partiendo de un hecho distorsionado, utilizando el análisis y el redireccionamiento del contenido de la noticia como estrategia principal; resultando de esto una información que carece de fundamento alguno ya que su estructura está diseñada y pensada para persuadir al receptor y convencerlo del mensaje transmitido.
El crecimiento de este fenómeno ha sido lo suficientemente amplio como para que muchas organizaciones den como un hecho probable que en 2022 habrá una cantidad de noticias falsas que harán muy difícil discernir entre lo que es falso y lo que es verdad.
Evidentemente la política es el primer campo informativo más susceptible a caer en los fake news.
Con el pasar del tiempo se ha logrado comprobar cómo la utilización de información distorsionada ha servido como arma de guerra. Han sido muchos los episodios en que los fake news han permitido justificar invasiones armadas, derrocamiento de gobiernos progresistas y hasta el asesinato de líderes sociales y políticos, todo esto a través de la difusión de mentiras que tienen como objetivo central asignar caracteres negativos a un hecho o a una personalidad, con el fin de sembrar el rechazo en la población. A esta noticia que busca perjudicar un hecho o una personalidad se le denomina bulo.
El bulo siempre ha existido, pero se podría decir que su utilización con fines bélicos proviene de la segunda guerra euroasiática, mal llamada Segunda Guerra Mundial, a través de Joseph Goebbels, quien fuese mano derecha de Adolf Hitler. Uno de sus «aportes» fue la generación de mensajes negativos y completamente falsos acerca de sus adversarios, los cuales eran transmitidos a sus seguidores quienes tenían el deber de repetirlos una y otra vez hasta que estos se convirtieran en «verdad».
¿Por qué se tiende a generar fake news? Todo apunta a los intereses de grupos de poder, quienes a través del dominio hegemónico principalmente de redes sociales como Facebook, Instagram y Twitter, WhatsApp y medios de comunicación tradicionales, centran la atención de los usuarios y usuarias en la información que ellos quieren que se difunda, utilizando para esto estrategias de marketing que buscan estimular los diferentes sentidos del ser humano y así lograr la incorporación del mensaje falso en la cognición del individuo. Este proceso ha de requerir de ciertas técnicas necesarias para alcanzar la manipulación psicológica de las masas, por lo que son los ya mencionados laboratorios los principales artífices de dicha producción, evidentemente a través de personal altamente calificado.
Venezuela no escapa de esta realidad; para muchos no es un secreto cómo las grandes empresas comunicacionales nacionales han ocupado un papel relevante y determinante en los diferentes intentos fallidos por derrocar en un primer momento al Comandante Hugo Chávez, líder de la Revolución Bolivariana, y en la actualidad al gobierno del presidente Nicolás Maduro.
En abril de 2002 durante el golpe de Estado a Chávez, medios de comunicación adeptos a la oposición criolla y fieles a los intereses gringos, trabajaron amalgamados con el fin de generar matrices de opinión partiendo de la difusión de fake news tales como: «En Venezuela no hay golpe de Estado», «el gobierno de Chávez está masacrando al pueblo» y «Chávez renunció de forma voluntaria a la presidencia»; esto con la finalidad de no solo impulsar el rechazo y la indignación interna, sino también lograr pronunciamientos en contra del gobierno de Chávez a nivel internacional. En la actualidad se podría decir que se vive un panorama similar, con la diferencia de que ahora la tarea no está solo en manos de medios nacionales , sino que también se incorporaron a la conspiración de forma abierta, corporaciones internacionales de noticias, influencers en redes sociales y artistas de la farándula, todos asalariados por el gobierno de Donald Trump de forma directa e indirecta y quienes han servido como agentes difusores de toda aquella información carente de veracidad generada desde laboratorios transculturizadores, que tienen como objetivo alterar de forma negativa la imagen del actual líder de la Revolución Bolivariana y Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, y así mismo de otros líderes de gran envergadura del gobierno.
En consonancia con Goebbels, esta acción posee un fin netamente guerrerista: justificar a través de la difusión de noticias falsas una intervención armada y así mismo, hasta llegar a justificar el asesinato del presidente de la República.
Como se mencionó en líneas anteriores, esto es impulsado por grupos de poder con aspiraciones obvias: La toma del poder político y económico a través de estrategias que se alejan del camino democrático que exige nuestra Carta Magna y utilizando la mentira en primer lugar como arma de guerra, y por otro lado como un virus que se ha inoculado en parte de la población, contribuyendo de forma exponencial en el surgimiento del odio colectivo y la sistemática descomposición social de la que somos víctimas.