Los egresados de las universidades deben ser leales a un código ético, exista o no. Lo más probable es que sus profesores hayan formado sólo sus cerebros, y no sus corazones para la libertad, la justicia, lo grande, lo hermoso; como lo hizo Simón Rodríguez con Simón Bolívar. En la Universidad de Sonora existe un código de ética que señala: “el ejercicio de la profesión de Ingeniero Agrónomo debe estar sustentada en los más altos niveles de calidad para lo cual se exige una conducta acorde a las condiciones y normas de ética. Para cumplir estos preceptos, los profesionales de la agronomía” deben, entre otros aspectos, “mantener un desarrollo sustentable de las empresas inmersas en la actividad agropecuaria”, y se prohíbe “ejecutar todo tipo de actos con premeditación, alevosía o ventaja que estén reñidos con el desempeño de los profesionales de la agronomía o ramas afines”.
El economista agrícola y diplomático estadounidense Lester DeWitt Mallory nació en Houlton, Maine, el 21 de abril de 1904. Obtuvo la licenciatura y la maestría en la Universidad de Columbia Británica en 1927 y 1929, y el doctorado en economía agrícola de la Universidad de California, Berkeley, en 1935.
Desde el 15 de junio de 1931, día en que comenzó a trabajar para el Gobierno federal de los Estados Unidos, en el Departamento de Agricultura; ejerció muchos cargos tanto en el plano agrícola como en el diplomático. En septiembre de 1939 fue el primer agregado agrícola estadounidense en la Ciudad de México; en 1947 fue ministro consejero en La Habana; y en 1949, en Buenos Aires, en el mismo rol; entre 1953 y 1958 fue embajador en Jordania; y entre 1958 y 1959, de Guatemala. Trabajó en Washington D.C.; Costa Rica y Panamá, en el Banco Interamericano de Desarrollo; y en el plano académico y político ayudó a establecer el Departamento de Antropología de la Universidad de Guadalajara, México.
Como subsecretario de Estado adjunto para Asuntos del Hemisferio occidental, escribió un memorando interno, el 6 de abril de 1960, para iniciar el embargo de Estados Unidos contra Cuba: «La mayoría de los cubanos apoyan a Castro… No existe una oposición política efectiva (…) La única manera posible de hacer que el gobierno pierda apoyo interno es provocando decepción y desaliento a través de la insatisfacción y las dificultades económicas (…) Se deben utilizar inmediatamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica (…) negando a Cuba fondos e insumos para reducir los salarios nominales y reales con el objetivo de provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.
Vivía plácidamente a la edad de 90 años en Lake Forest, California, cuando un ataque cardíaco acabó con su vida en el Hospital Saddleback en Laguna Hills. Su entrevista de Historia Oral fue publicada por la Asociación de Estudios y Formación Diplomática. Los pueblos nuestroamericanos recuerdan no sólo que la sala de conferencias de la oficina del Servicio Agrícola Exterior en la Embajada de Estados Unidos en la Ciudad de México lleva su nombre, sino que, en 1961, el gobierno guatemalteco del dictador proyanqui Miguel Ydígoras Fuentes le entregó la Orden del Quetzal.