Por: Wilmer de Pablos
Hace unos días el mundo entero oyó la infame metáfora que fue utilizada por el Alto Representante de la UE, Joseph Borrell, quien afirma que Europa es un jardín y el resto del mundo una jungla.
Europa representa en el planeta un 7 % de la población mundial, unos 500 millones de habitantes en comparación con los casi 8.000 millones del planeta.
Alude en su infame metáfora el Sr. Borrell, a la obligación que tienen los jardineros de cuidar su jardín de la depredación de aquella jungla; por esa razón me puse a analizar el ranking de felicidad de ese bloque europeo con las mismas estadísticas que se generan desde el propio corazón de Europa por la prestigiosa encuestadora francesa Gallup; y al respecto debo contarles:
Gallup mide el ranking de la felicidad tomando en comparación 5 variables: PIB o producto interno bruto, corrupción, expectativas de vida de la población, ayudas sociales y generosidad. Ahora hagamos un análisis de cada una en el contexto y adentrémonos en el paraíso utópico o Jardín de Borrell.
Analicemos la primera variable, el PIB de cualquier país alude a la fuente de ingresos del mismo, lo que le permitirá cumplir con sus obligaciones y satisfacer la inversión social dirigida a su población, y el ahorro que debe prever de cara a cualquier contingencia, para lo cual las economías del bloque (27) deben ser muy productivas, gracias a las industrias en cada socio de la UE. Y aquí vienen las interrogantes: ¿Cómo se puede producir en un bloque en conflicto con su mayor proveedor de energía? ¿Cómo se puede producir en un bloque dónde el PIB se dirige de forma exclusiva a la Guerra de Ucrania? ¿Cómo se puede producir en un bloque donde se destruyó la industria?
Y además, ¿cómo se puede producir en un bloque donde la mayor industria (Alemania) se fue a EEUU dónde la energía les cuesta ahora 4 veces el valor del mercado? Este es el jardín económico del que se ufana Borrell.
Ahora, analicemos la segunda variable, la corrupción. El día 3 de este diciembre, en pleno Parlamento Europeo, fue denunciada la Comisionada Europea, Úrsula Von Der Leyen, por la millonaria cifra recibida por su esposo a través de varias empresas vinculadas a la investigación de las vacunas, sin que hasta la fecha haya hecho defensa alguna, sólo por citar uno de los negocios que perfuman el Jardín utópico de Borrell. El desvío de los recursos para la inversión de los pueblos de las distintas empresas europeas dedicadas al negocio de la armas (chatarras) enviadas a Ucrania para complacer a otra gran industria de la guerra norteamericana con su brazo armado, la OTAN, es el mayor acto de corrupción expuesto a la luz del día. Así de perfumado se siente el exquisito Jardín de Borrell.
Pero, no nos quedemos ahí, analicemos la tercera variable, la felicidad utópica del Jardín de Borrell, relacionada con la expectativa de vida, que no es otra cosa que la edad o la media que se señala para saber cuánto tiempo de vida tendrá la población. Y aquí lo primero que debemos acotar, es que en el próximo invierno se proyecta un acelerado número de fallecidos, por el orden de 180 mil personas, y es debido a las políticas energéticas que gradúan el Jardín «controlado» por el jardinero (EEUU / OTAN) de Borrell con la agravante de que esa variable no distinguirá edad alguna para morir. Ese es el «cálido» Jardín del que nos habla Borrell.
Y como si eso fuera poco, veamos la 4ª variable, referida a las ayudas sociales, que no son otras que las que el pueblo recibe del gobierno para garantizar los derechos humanos (DDHH) en el «solidario» Jardín utópico de Borrell. Desahucios en España, impuestos en Italia, impagables las tarifas de luz y gas en Francia, sindicatos y pueblo en las calles de los 27 países de la desunión solidaria de Europa. El Jardín armonizado y utópico de Borrell se equipara al bello y colorido jardín que él, sin vergüenza alguna, describe.
Y para no dejar por fuera la 5ª y última de las variables de Gallup, que miden el ranking de la felicidad en todos los países, incluyendo los 27 del Jardín de la Felicidad de Borrell, analicemos la generosidad que se valora en esta última. Lo primero que uno se pregunta: ¿cómo puedo ser generoso si tengo que consumir el alimento destinado a mi mascota y ni siquiera tengo para pagar la factura de la electricidad, o la del gas para abrigarme? El Jardín de Borrell dejó las plantas sin agua y sol y las expone al más duro invierno.
El utópico Jardín de Borrell es ahora el distópico Jardín del horror. Todo gracias al jardinero que tiene EEUU.
Borrell con su infame metáfora lo lleva a evidenciar que la jungla es otra; y que los jardines del resto del orbe se crecen en armonía. Este no se percata de que el mundo unipolar, el jardín en que ha vivido, ahora es en realidad la selva y que allá afuera, en el resto del planeta, fuera de su bloque se crecen nuevos jardines, el nuevo orden mundial, el mundo multipolar y pluripolar con nuevos colores, olores, climas y jardineros de verdad que mantendrán el ambiente perfectamente controlado para la felicidad de nuestros pueblos.
Borrell, aún vive en el mito de las cavernas, ¡jamás él y sus aliados vendrán a la verdadera jungla!