Estamos en guerra, lo sabemos. Algunos conocemos al enemigo, lo tenemos claro. Es un enemigo hábil a la hora de golpear. Dispara a tres bandas difuminando el origen del golpe, disfrazándolo de otra causa, convenciendo y afianzando ideas imposibles con los medios de comunicación y redes sociales, armas que controlan y manejan a su antojo porque son suyas.
En comunicación ellos saben que el que fija una idea primero, pega dos veces. Y viven pegando.
Nosotros, por nuestra parte, teniendo la razón la defendemos, a veces, con demasiada inocencia, aún después de tantos años. Como si creyéramos que basta con tenerla para que esta se entienda, se sepa. Nosotros, clarísimos que estamos en guerra, guerreros todos nosotros, pareciéramos no saber reaccionar cuando somos impactados, y el que pega nos pega dos veces y el golpe se multiplica por mil en mensajes y conjeturas de Whatapp.
El atentado contra la planta de gas en Monagas, la semana pasada, ocasionó un daño terrible al sistema eléctrico en Nueva Esparta que se alimenta directamente de esa planta que quedó destrozada. Por lo que veo en las redes, el impacto llega a otras a otras partes del país. Un acto de guerra con graves consecuencias para la cotidianidad, para la economía, para el acceso a otros servicios, un bombazo en esta guerra multiforme. En fin, un atentado contra la gente.
Un acto de guerra denunciado en el momento. Confirmado por las investigaciones y vuelto a denunciar por nuestra valiente vicepresidenta. Entendemos, estamos claros, aunque otros prefieran creer lo que quieran creer. Pero la denuncia del acto salvaje sola no es suficiente, también, y tan importante como lo anterior, es informar a la población afectada sobre las medidas que se llevarán a cabo para resolver la situación y para gestionar el problema mientras éste perdure.
Acompañar a la gente no es difícil, en casos como éste la gente básicamente quiere información: una aproximación en tiempos de cortes e intervalos de luz, un cronograma, y una luz al final del túnel, aunque el túnel vaya a ser largo, el tiempo estimado de resolución. También sería esperanzador en estos casos, recibir reportes de los avances en el proceso de recuperación. Estando bien informada podría la gente planificarse para resistir mejor y superar el ataque y no ser meramente víctimas flotando a deriva en el caos, la desinformación interesada del enemigo, los rumores y la angustia.
Las guerras se combaten en todos los planos; en todos. No podemos descuidar el plano de lo humano, el más importante, porque es justamente ahí, en lo humano, en lo sensible, dónde radica nuestra fortaleza y nuestra razón de ser.