Por Farith Fraija.- «Hay que voltear las gobernaciones y alcaldías como una media”, con esta sentencia, el presidente Nicolás Maduro graficó uno de los principales desafíos a afrontar en el nuevo periodo constitucional de los alcaldes y gobernadores recién electos. Se trata de cómo gobernar desde una lógica distinta, pero con un método y estructura diferente para gobernar. Sobre esta orientación, quisiera avistar algunas reflexiones. Partamos de la lógica, y dejemos para otra ocasión el método y la estructura.
Hace unos años, el presidente Chávez, desde su genialidad y profundidad de pensamiento, planteaba que los alcaldes debían ir por las comunidades preguntándole a los ciudadanos cuáles eran sus problemas para buscarles solución. Este punto de partida me permite iniciar con algunas reflexiones. Desde los años 80, la sociedad venezolana demandaba mayores espacios para participar en el desarrollo de las políticas públicas. La democracia según Michael Coppedge, cientista político, no existía, sino una partidocracia. En los 90, se abrió una ventana de particiáción hacia las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), las cuales se elitizaron y se convirtieron en una fuente de negocios para quienes las dirigían. Desde la llegada del comandante Chávez, todo cambió. La Constitución se solicitó, se escribió y aprobó con la voluntad del pueblo. En ella, se estructuró una forma distinta de concebir la democracia, y derivó orgánicamente en la construcción del Sistema Nacional de Planificación. Desde ahí, empieza la maduración de una lógica distinta de concebir el poder y su ejercicio, consolidando un nuevo paradigma del ejercicio de la función pública y del poder popular.
Con la acertada apuesta de nuestro presidente, Nicolás Maduro, al método mirandino de la Consulta Popular, se pisa el acelerador en la concreción de ese paradigma. La consulta en Miranda, fue un ejercicio posterior a la Agenda Comunitaria, que establecía un conjunto de equipos de trabajo conformados por vocerías, que tenían la misión de visibilizar lo que hoy conocemos como Agenda Concreta de Acción. Desde ahí, se establecían las prioridades -primero por parroquias y luego por comunas- en cada espacio territorial, lo cual se convertiría posteriormente en un proyecto comunitario.
En esa lógica de construcción colectiva desde el territorio comunal, y el empoderamiento del ciudadano como sujeto social activo, dentro de la búsqueda de soluciones a los problemas de su comunidad, subyace el gran desafío. Es superar la mirada miope del que gobierna, es entender que el ejercicio de gobernar, no es encomendado, sino delegado para ejercerlo por mandato soberano, es comprender que el destino de los recursos de inversión pública, no va desde un sentido técnico, sino acompañado desde la lógica popular -algo como tecnopopular, no tecnopolítico-. Ahí, justo en ese ejercicio, se encuentra la esencia de la vuelta a la media, que no es media sino completa. Es en la comprensión de que quien gobierna, lo hace para obedecer, no para ser obedecido. Es entender lo que reza nuestra Constitución en el articulo 4, sin atisbos ni desviaciones. Vamos.