«Nosotros vimos de Junín el campo, vimos que al desplegarse del Perú y de Colombia las banderas, se turban las legiones altaneras, huye el fiero español despavorido, o pide paz rendido. Venció Bolívar, el Perú fue libre, y en triunfal pompa Libertad sagrada en el templo del Sol fue colocada», José Joaquín de Olmedo
«El trueno horrendo que en fragor revienta y sordo retumbando se dilata por la inflamada esfera, al Dios anuncia que en el cielo impera». Así comienza el poema La victoria de Junín o Canto a Bolívar de José Joaquín de Olmedo (1780-1847) publicado originalmente en Guayaquil, Colombia, en 1825 y editado por segunda vez en Londres en 1826.
Colombia y la campaña del sur
Después de la derrota de 6.000 soldados, en su inmensa mayoría venezolanos súbditos del rey Fernando VII, en el campo de Carabobo el 24 de junio de 1821; el Libertador Simón Bolívar emprende la campaña del sur, en la que Antonio José de Sucre tiene un papel protagónico.
Recordemos que la República de Colombia, nacida jurídicamente en Angostura el 17 de diciembre de 1819, y políticamente en la batalla de Carabobo; estaba conformada por las anteriores colonias españolas: Virreinato de la Nueva Granada, la Capitanía General de Venezuela, la Real Audiencia de Quito y el Gobierno de Guayaquil.
Dictadura para la libertad
En la antigua Roma se solía llamar dictadura a la magistratura extraordinaria ejercida temporalmente con poderes excepcionales. Esta acepción era la utilizada en el Perú durante la guerra independentista. Ante los conflictos contra los reductos realistas en el interior del país, llega la corriente libertadora de la campaña del sur. En setiembre de 1823, Simón Bolívar se pone al frente del “Ejercito unido libertador del Perú”, convirtiéndose en el primer mandatario con funciones plenipotenciarias del Perú el 10 de febrero de 1824, al ser nombrado por el congreso: Dictador del Perú.
La última batalla caballeresca
El 6 de agosto de 1824, se libra en Junín la última batalla caballeresca de la historia. Es importante resaltar que España jamás había perdido una batalla de caballería en América. El ejército de pueblo comandado por Bolívar tenía casi todas las probabilidades de perder, ya que contaba con 1.000 jinetes mientras que España tenía 1.300 al mando de tres de sus mejores militares borbones: José de Canterac, Ramón Gómez de Bedoya y Juan Antonio Monet. Pero el genio de Bolívar cambió una derrota lógica por un triunfo imperecedero, tal como lo enaltece el poeta: «Y el rayo que en Junín rompe y ahuyenta la hispana muchedumbre que, más feroz que nunca, amenazaba a sangre y fuego, eterna servidumbre, y el canto de victoria que en ecos mil discurre, ensordeciendo el hondo valle y enriscada cumbre, proclaman a Bolívar en la tierra árbitro de la paz y de la guerra».
La batalla se desarrolló en la pampa de Junín o también llamada la Meseta de Bombón, situada en el centro del Perú en el actual departamento de Junín a orillas del lago llamado Junín o Chinchaycocha que está situado a 4.000 ms.n.m. La planicie está ubicada en la región natural de la puna o altoandina, entre los distritos de Junín, Ondores y Carhuamayo de la región Junín y el distrito de Ninacaca de la región Pasco.
El Rondón peruano
En la batalla de Junín, un militar y agricultor, jugó un papel decisivo. Se trata de José Andrés Rázuri. El Libertador Simón Bolívar le encomendó el reclutamiento y preparación del Regimiento de Húsares del Perú. Al producirse la feroz acometida de la caballería realista, se ordenó a su escuadrón que se retirara del campo para ponerse a salvo, pero el nativo de San Pedro de Lloc, sintiendo la presencia de los apus milenarios de los Andes, varió dicha orden por la de ataque a la carga. “Mi comandante, tenemos al enemigo de flanco y en retaguardia, recomiendo atacar, ¡debemos atacar!”. Fue esta audaz decisión lo que permitió que se volteara la situación a favor de los patriotas. Los Húsares del Perú inician la carga, sus rostros triunfantes por el coraje y los gritos de guerra desorientaron y confundieron a los realistas. Sables, lanzas y puñales penetraban en los cuerpos del enemigo.
Bolívar derrota a Fernando VII
La batalla, que duró 45 minutos, termina cuando el comandante inglés William Miller le dice al Libertador Simón Bolívar: “vencimos”. En polemología se sabe que tras el huracán de una carga de caballería nadie sale ileso. Toda Junín era un campo de cuerpos mutilados, cadáveres de soldados y caballos; gritos y lamentos de los heridos. Los escuadrones argentinos y colombianos al percatarse de la acción ofensiva de los Húsares del Perú contraatacan y los españoles inician la desesperada fuga.
El resultado tuvo gravísimas consecuencias para el reino de Fernando VII. Los derrotados tuvieron que contramarchar desde Cerro de Pasco hasta el Cuzco. La más grave consecuencia fue la casi desaparición del ejército realista del norte peruano debido a las deserciones y la enorme pérdida de material de guerra durante su retirada. Después de la victoria, Simón Bolívar cambió el nombre de los jinetes guerreros peruanos, y desde esa gloriosa tarde fueron llamados Húsares de Junín. El poeta José Joaquín de Olmedo lo exalta: «Nosotros vimos de Junín el campo, vimos que al desplegarse del Perú y de Colombia las banderas, se turban las legiones altaneras, huye el fiero español despavorido, o pide paz rendido. Venció Bolívar, el Perú fue libre, y en triunfal pompa Libertad sagrada en el templo del Sol fue colocada».
Después de Junín
Después de Junín vendrá Ayacucho. Simón Rodríguez describe este capítulo: «Un ejército español, reforzado en el Perú, se preparaba a atacarlo — era menester sorprenderlo: con este fin marcha, al frente de sus tropas, empeña una acción en Junín, la manda en persona y vence. — El enemigo, retirándose, concentra todas sus fuerzas en Ayacucho; allí, después de una batalla de pocas horas, pierde la España, de un golpe, preponderancia militar, dominación política, y con ellas, toda esperanza de restablecimiento. — El general Sucre, uno de los más distinguidos discípulos de Bolívar, mandó en jefe: los hijos de Colombia y los del Perú, divididos en distintos cuerpos, pero animados del mismo espíritu, rivalizaron en valor, y por una noble ambición, se disputan aun el honor de la victoria. Decidan sobre méritos los espectadores de la acción: la etiqueta del campo es de resorte militar — los pueblos no ven, en Ayacucho, sino un ejército vencedor, y en cada soldado un libertador de la patria. . . el Perú queda independiente».
República de Bolívar
El 10 de febrero de 1825, Bolívar devuelve al Congreso del Perú los poderes dictatoriales diciendo estas palabras: «Me es imposible expresar la inmensidad de gloria que me ha dado el congreso encargándome de los destinos de su patria. Como representante yo del Ejército Libertador, me atreví a recibir la formidable carga que apenas podrían sobrellevar todos mis compañeros de armas; pero la virtud y el valor de estos ínclitos guerreros, me animaron a aceptarla. Ellos han cumplido la celeste misión que les confió el congreso: en Junín y Ayacucho han derramado la libertad por todo el ámbito del imperio que fue de Manco Capac; han roto el yugo y las cadenas que le imponían los representantes del procónsul de la Santa Alianza en España. Ellos marchan al alto Perú; pues sean cuales fueren las miras del que allí manda, al fin es un español. Yo volaré con ellos; y la plaza del Callao será tomada al asalto por los bravos del Perú y Colombia».
El 6 de agosto es tan importante en la historia nuestroamericana, que un año después, el 6 de agosto de 1825, nace la República de Bolívar, después llamada República de Bolivia y hoy Estado Plurinacional de Bolivia, la predilecta del Libertador del mediodía de América.