Tras el paso de dos huracanes sobre el territorio cubano y fuertes sismos en menos de un mes, se evidencia que son los países insulares los más afectados ante los impactos del cambio climático. Mientras los ricos al otro lado del mundo discuten en la COP29 cuánto dinero pueden aportar o no para la financiación climática, los países en desarrollo nos jugamos la vida.
Por Karla Picart
Cuba, un archipiélago situado en el corazón del Caribe, ha sido testigo de los efectos devastadores del cambio climático de manera directa y preocupante. En un lapso de menos de 20 días, dos huracanes, Oscar y Rafael, han golpeado la nación, evidenciando tanto la creciente severidad de estos eventos como la vulnerabilidad del país frente al cambio climático. La ciencia ha confirmado que el calentamiento global incrementa la potencia y velocidad de los ciclones debido al aumento de las temperaturas oceánicas.
El calentamiento global está provocando un aumento en la temperatura de los océanos, lo que, a su vez, alimenta la intensidad de los huracanes. Según estudios científicos, las aguas más cálidas proporcionan más energía a las tormentas tropicales, convirtiéndolas en huracanes más potentes. Cuba, ubicada en la trayectoria de muchas de estas tormentas, ha experimentado un incremento en la frecuencia y severidad de los huracanes.
Estos eventos climáticos no solo causan daños físicos significativos, sino que también interrumpen la vida cotidiana y las economías locales, exacerbando problemas preexistentes. La infraestructura, especialmente en áreas costeras y rurales, sufre daños graves que requieren enormes recursos para su reparación y reconstrucción. La agricultura, constituye también una de las actividades más, pues los cultivos pueden ser destruidos, los suelos erosionados y las fuentes de agua contaminadas.
Protección de las personas: prioridad a corto y mediano plazo
En Cuba, cada vez que se anuncia la llegada de un huracán se activa el Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil que es un órgano estado creado por Fidel Castro en 1966 y es el encargado de velar porque se cumpla el sistema integral de medidas organizativas, técnicas y educativas que tiene como objetivo proteger a la población y la economía del país ante situaciones de desastres naturales, tecnológicos y sanitarios.
Una de las primeras medidas siempre es declarar las fases que se designan a los territorios dependiendo del grado de cercanía del fenómeno atmosférico y van de menor a mayor peligrosidad, hasta la recuperativa: Informativa, Alerta, Alarma y Recuperativa.
Otra de las medidas de primer orden es la evacuación de las personas que viven en sitios vulnerables, pero que también se viene estudiando como una necesidad a largo plazo de reubicar a esas poblaciones dado a los pronósticos de intensificación de esos fenómenos naturales. Se efectúan los procesos de evacuación de poblaciones para, digamos, evitar pérdidas de vida y que las personas se puedan evacuar a un lugar seguro. Pero también estamos viendo procesos más graduales en las que las personas se desplazan, no hay que reubicarlas por impacto o por amenazas, como la subida del nivel del mar y la manera en que eso afecta a los medios de vida.
Reubicar a comunidades en situaciones de vulnerabilidad es muy costoso en particular en las que no hay tantos fondos necesariamente. Por eso es muy importante priorizar las inversiones y Cuba ha sido exitosa al identificar concretamente cuáles son las comunidades que tienen más necesidades porque no se pueden reubicar todas.
Respuesta y adaptación al Cambio Climático
Los resultados científicos de Cuba en cambio climático se remontan a comienzos de la década de los 90 del siglo pasado, así como la participación en las negociaciones internacionales. En 1992 se firma el convenio de cambio climático y ya Cuba estaba en el proceso negociador; pero las primeras políticas no se aprobaron hasta el 2007, o sea, hay una diferencia entre los ritmos de la ciencia y de la política, y cuando se aprobaron tenían sobre todo un efecto nacional, no tenían esa difusión que tiene la Tarea Vida.
La Tarea Vida es el nombre que lleva el Plan de Estado para el Enfrentamiento al Cambio Climático, aprobado en el 2017. Constituye un plan nacional que cubre todos los sectores y todos los territorios y contempla varias estrategias para mitigar los efectos del cambio climático y adaptarse a sus consecuencias.
A medida que el cambio climático continúa avanzando, es probable que los huracanes sigan representando una amenaza significativa para Cuba. Sin embargo, la resiliencia de la población cubana, combinada con políticas efectivas y una sólida infraestructura de respuesta, ofrece esperanza. Es esencial que Cuba siga invirtiendo en la investigación científica, la educación y las tecnologías sostenibles para enfrentar los futuros desafíos climáticos. La historia de Cuba es una de resistencia y adaptación, y con un enfoque continuo en la resiliencia climática, el país puede navegar estos tiempos difíciles con determinación y esperanza.