«Europa está en pleno proceso de descomposición económica debido al impacto de la ruptura de la alianza energética con Rusia que garantizaba la llegada de energía barata. Una energía, el gas, que es el principal respaldo de las renovables. La economía de la locomotora de Alemania se para, de hecho está retrocediendo, la de Francia tiene a sus finanzas públicas en la diana de las agencias de calificación”, Lorenzo Ramírez
Hace unos días, en medio de periodistas, políticos e intelectuales, Emmanuel Macron, presidente de Francia, dijo que Europa estaba muriendo. Se refería a las penurias que asoman en el llamado Viejo Continente.
Parece recién enterado el mandatario galo que, gracias a sus decisiones y la de los burócratas de la Unión Europea, un continente que durante muchas décadas marcaba pauta en el mundo, hoy se ha convertido en una devaluada comparsa de Washington. En un conglomerado de países que van a enfrentar muchas dificultades sociales y económicas.
Pero, eso no es nuevo, Macron no ha descubierto el agua tibia. Lo dijimos, hace exactamente un año, desde este mismo espacio.
Aquella vez citamos a Elijah Magnier, experimentado corresponsal de guerra, quien coincidentemente con lo que venimos diciendo desde hace un lustro, sostenía que Estados Unidos trabaja en debilitar a sus aliados de Europa Occidental.
Washington se enfrascó en avivar la división entre Francia y Alemania; rediseñan la dinámica de poder para sacar provecho de una “Francia débil y una Alemania débil”.
Esto sucede ─sostiene─ en el contexto de la guerra delegada que desarrolla Estados Unidos contra Rusia en Ucrania. Las consecuencias del conflicto ayudan a que la Casa Blanca explote la agitación interna en Francia y Alemania.
«EEUU atrae a la industria europea con energía más barata, impuestos más bajos, creando una división entre Francia y Alemania. Encima, los estadounidenses están desplazando el núcleo de Europa, de Europa Occidental a Europa del Este; porque Europa Occidental es demasiado quebradero de cabeza», dijo.
Dijimos en esa ocasión que, eso lo notan diversos analistas medianamente lúcidos en el Viejo Continente, más allá de sus preferencias ideológicas.
«Europa está en pleno proceso de descomposición económica debido al impacto de la ruptura de la alianza energética con Rusia que garantizaba la llegada de energía barata. Una energía, el gas, que es el principal respaldo de las renovables. La economía de la locomotora de Alemania se para, de hecho está retrocediendo, la de Francia tiene a sus finanzas públicas en la diana de las agencias de calificación”, expresó Lorenzo Ramírez, periodista económico de diversos medios españoles.
En esa línea lanza una alerta, “Europa no puede permitirse perder socios comerciales, principalmente a China, a cuyas empresas Bruselas propone ahora sancionar. Resulta que los ideólogos anglosajones están apretando a Europa para que sea ella quién se enfrente con China en el ámbito comercial. A Von der Leyen y Borrell, que no representan a ningún estado, les ha faltado tiempo para obedecer órdenes de la Casa Blanca».
¿A qué se refiere? A que días atrás la burocracia que maneja la Unión Europea (UE), advirtió que estudia imponer sanciones a empresas chinas que estén colaborando con Rusia.
Referimos como Ramírez sostenía que esta crisis va a servir como excusa para promocionar una reforma normativa en la UE, que haga que no sea necesario el carácter unánime para aprobar determinados reglamentos y determinadas medidas: crear una especie de consejo de seguridad con los principales países para evitar que elementos díscolos puedan tirar por tierra la agenda que se marque desde Bruselas.
Al final, califica esa intención de “profundamente antidemocrática, avanza más en ese espíritu totalitario de esos Estados Unidos de Europa que ya tienen una unión monetaria, se va a una unión financiera, y finalmente los gobiernos no pintarán nada y todas las decisiones las tomarán unos señores a los que nadie ha elegido.
Ante las hipotéticas sanciones de la UE, Pekín respondió haciendo un llamado a la prudencia.
«De ser ciertos estos informes, la parte europea perturbaría seriamente la confianza y la cooperación con China, agravaría la división y la confrontación en el mundo», señaló Wang Wenbin, vocero de la Cancillería.
Instó a que «Bruselas no prosiga un camino equivocado, de lo contrario, China defenderá con firmeza sus derechos e intereses legítimos».
Es bueno recordar que para hacer efectivas estas posibles sanciones, deben ser aprobadas por los 27 integrantes de la UE.
Mencionamos, hace un año, que mientras los burócratas trabajan esa línea, muy en consonancia con la Casa Blanca, Olaf Scholz sugirió que el bloque comunitario debía volverse hacia el mundo, posicionarse como una tercera gran potencia junto a Estados Unidos y China.
«Los nostálgicos del sueño de la potencia mundial europea, al servicio de las fantasías nacionales de gran potencia, están anclados en el pasado. Europa tiene una responsabilidad global, porque el bienestar de Europa no puede separarse del bienestar del resto del mundo», sostuvo Scholz.
El canciller germano, según publicación del canal Tagesschau, manifestó la necesidad de reforzar relaciones con el Sur Global en condiciones de igualdad.
Sombrío panorama el que se vislumbra en la Vieja Europa, avisamos hace un año; chantajeada por personajillos, manipulada por Washington, con problemas de cohesión respecto a su relación con China y Rusia.
Referimos que pretendían virar al Sur Global, pero que esos países la miran con justificado recelo. Nada bueno para los herederos de Sócrates, Platón, Aristóteles.
Hoy, un año después, Emmanuel Macron, durante un discurso pronunciado en la prestigiosa Universidad de La Sorbona, con estudiada preocupación, manifestó que es posible que Europa sea “relegada” ante la “agitación en el mundo y la aceleración de grandes transformaciones”.
Europa “puede morir” si no se toman ciertas medidas ante las “grandes transformaciones” en el mundo actual, recalcó.
En este sentido, llamó a actuar en cuestiones como la transformación digital, inteligencia artificial, el medioambiente y “la paz y la guerra en nuestro continente”. Concretamente, instó a “mejorar el control” en las fronteras de los países europeos y crear una “iniciativa europea de defensa”.
“Una Europa poderosa es simple: es una Europa que se hace respetar y garantiza su propia seguridad; es una Europa que acepta que tiene fronteras y las protege; es una Europa que ve los riesgos a los que está expuesta y se prepara para ellos”, indicó.
Claro, muchos ven su intervención como una necesidad política que busque cohesionar una alianza centrista en las próximas elecciones europeas de junio.
Sin embargo, y muy alineado con el discurso de la Casa Blanca, insistió que deben enfrentar a una Rusia sin límites claros y con un Irán que se acerca a la bomba atómica.
Mostró el panorama de una Europa cercada frente a las grandes potencias regionales y alertó del cuestionamiento creciente de la democracia liberal europea. Incitó a crear una defensa creíble en la UE, a impulsar su industria militar y a reforzar el pilar europeo en el seno de la Otan, proponiendo crear un escudo antimisiles.
“Somos todavía demasiado lentos y poco ambiciosos”, arguyó.
Luego, pidió por una Europa fuerte, que se haga respetar, garantice su seguridad, proteja sus fronteras y retome su autonomía estratégica.
Europa no puede ser un vasallo de Estados Unidos, exclamó; aunque después insistió en que es indispensable que Rusia no gane la guerra de agresión en Ucrania.
Desde su perspectiva, o por lo menos, según lo que dijo, Europa debe ser una “potencia de equilibrio” entre China y Estados Unidos, que coopere con las potencias emergentes y con América Latina, África y otras regiones.
Poco después, el jefe del gobierno alemán, Olaf Scholz, celebró los “buenos impulsos” del discurso de Macron para que Europa siga fuerte.
Sin embargo, y aquí vamos a recurrir a un socorrido dicho venezolano: una cosa piensa el burro y otra quien lo arrea.
¿Por qué decimos eso? Porque mientras Macron dice eso, gana aplausos, porque en Europa hay resentimiento ante las arbitrariedades de Washington, ante sus desplantes, (no olvidemos que deslealmente despojaron a Francia de un negocio por miles de millones de dólares por la venta de submarinos a Australia), la Casa Blanca sigue en sus políticas de “embochinchamiento” global, a la que la Unión Europea termina siempre acoplándose.
No olvidemos que el North Stream 2, que tantos beneficios traía a Alemania y sus vecinos, fue volado por los anglosajones, ya pocos lo dudan, y Europa se quedó callada, prefiere ignorar algo que la ha perjudicado.
Eso es tan cierto que un medio influyente como ‘The Financial Times’ publicó, el 21 de abril, un trabajo donde advierte sobre los riesgos en la política norteamericana de promover conflictos contra sus adversarios, y financiar para que sus “aliados” los lleven adelante, es un apuesta arriesgada, al carecer Washington de suficientes recursos militares y económicos para triunfar.
Emmanuel Macron, durante un discurso pronunciado en la prestigiosa Universidad de La Sorbona, con estudiada preocupación, manifestó que es posible que Europa sea “relegada” ante la “agitación en el mundo y la aceleración de grandes transformaciones”
«Ucrania es la línea de combate de un conflicto mucho mayor», es como titula el artículo, donde enfatizaron la reciente aprobación de un paquete económico múltiple, en donde se habla sobre las ayudas a Ucrania, Israel y Taiwán.
Es curioso también que se incluyan más sanciones a Irán, aunque allí también mucho tienen que ver los lobbys prosionistas a los que nos referimos recientemente.
Ah, interesante también cómo en el país de las libertades y la democracia se haya emprendido una persecución contra TikTok, la popular plataforma de videos, propiedad de una empresa china.
Macron no ha dicho nada al respecto, el que habla de la democracia liberal europea. Lo de Washington contra TikTok va contra de la libertad de empresa, la libertad de expresión.
Pero, bueno, ya sabemos que Europa finalmente será arrastrada por los planes de Joe Biden y sus funcionarios.
Una cosa piensa el burro y otra quien lo arrea.
Volviendo a The Financial Times, uno de los párrafos decía que «en conjunto, todo este dinero [casi 61.000 millones de dólares] está destinado a hacer retroceder a cuatro países que el general Chris Cavoli, comandante de las fuerzas estadounidenses en Europa, describió como el ‘eje de adversarios’ del país norteamericano: Rusia, China, Irán y Corea del Norte«.
Dicen que el lenguaje utilizado por el alto mando militar de EEUU trae recuerdos desafortunados, en referencia al denominado «eje del mal» que invocaba el entonces presidente George W. Bush para justificar la invasión a Irak en 2003 por parte de la OTAN y continuar impulsando una política exterior intervencionista en Oriente Medio.
Según lo expuesto en el medio, la renovada alianza occidental es una red global de países liderada por EEUU que busca enfrentarse a la política de cooperación y asociaciones estratégicas que impulsan Pekín y Moscú, quienes buscan crear un mundo multipolar y romper con la política mundial dictada desde Washington.
En otras líneas refieren que tanto EEUU como Japón, que han fortalecido su alianza en el último tiempo, creen que seguir apoyando a Ucrania es vital para los intereses de ambos países en el Indopacífico.
«Por lo tanto, Estados Unidos y sus aliados creen que están jugando a la defensiva apoyando a países que están en la línea de fuego del eje de adversarios, sobre todo Ucrania, Israel y Taiwàn«, dice.
Desde la perspectiva del diario británico, «hay verdad en la preocupación sobre la falta de recursos de EEUU para abrir tantos frentes bélicos y tener éxito en esta misión”.
Finalmente, el artículo manifiesta que ese proceder es potencialmente mortal para Estados Unidos ya que, al desplegar su fuerza militar a través de otros países, pero no implicarse directamente, pierde control sobre el desarrollo de los conflictos que impulsa, como se ha visto en el caso de Israel y su escalada bélica, que perjudica las chances electorales de Biden y lástima todavía más la imagen pública del país norteamericano en el tablero mundial.
Claro, allí podemos decir que eso de los recursos es debatible. Washington, mientras no se desplome la supremacía del dólar, puede seguir imprimiendo dinero, o sumarlo a cuentas públicas y privadas sin control alguno; además, esa escalada bélica beneficia a su industria armamentística, no así a Europa.
De hecho, Washington presiona a Europa para incrementar la ayuda a Ucrania, peso, eso sí, que las armas se compren a empresas estadounidenses.
Lo dicho por Macron es cierto, Europa seguirá decayendo en cuanto a importancia en el mundo. A la emergencia de nuevos poderes, nuevas visiones, se agrega la mediocridad de sus dirigentes y la total entrega de los burócratas de la UE a la Casa Blanca.