La noción de democracia y unión imperante en el metabolismo de María Corina Machado se resume en tratar de imponer siempre sus criterios y planes por la vía de la fuerza. Desde su época de las rodillitas al aire con George W. Bush, ha soñado con dirigir un ingente caudal de soldados, barcos y aviones que impongan a sangre y fuego la salida violenta que posibilite su súbito ascenso a las cumbres del poder. Esto es solo una alucinación, pues la realidad es que desde el punto de vista político, por los votos, jamás ha podido avanzar en sus frustradas aspiraciones como candidata presidencial. Sus intervenciones apenas son acompañadas por un reducido grupúsculo de partidarios pertenecientes a la extrema derecha criolla.
Hay que resaltar que ella no conoce de lealtades. Igual que Leopoldo López, se cree a plenitud su rol metafísico de mantuana predestinada por la providencia a dirigir a los indoctos mortales. Se cree parte de una raza superior que está por encima del bien y el mal. Jamás se subordinará a ningún político de esta tierra, mucho menos a un diputaducho oloroso a fracaso, próximo a sufrir otra aplastante derrota. Por eso, con su estilo punzo penetrante y sin anestesia, respondió soezmente (con carta amarga) a las suplicas y peticiones de unidad realizadas por el maltrecho y alicaído usurpador golpista Juan Guaidó.
La “demócrata” María Corina arranca su misiva dejando claro que su única razón de ser en la vida es el “desalojo del régimen criminal”, por lo que no tolerará que en las non santas negociaciones de Guaidó con los “colaboracionistas”, se alejen de la fórmula que garantice que se “excluya a quienes pretenden unirse para sabotear nuestra lucha: los cómplices y los corruptos”. Palabras más, palabras menos, aboga esta fiel representante de la extrema derecha neofascista por el exterminio total del adversario, en este caso del pueblo Chavista, erradicándolo de la escena política, con la finalidad de asaltar el poder sin tener que tropezarse en su ascenso con nada que se parezca al pueblo soberano. Cualquier semejanza con el nazismo es una perfecta coincidencia.
Acusa María Corina a Guaidó de ser la cabeza de una facción (el G4) que secuestró todas las decisiones y copó todos los espacios. Reclamando que “lo que aspirábamos sería un gobierno interino amplio, alejado del sectarismo, transparente y centrado en el objetivo del cese de la usurpación”. Aspectos donde la desairada María Corina se siente traicionada, excluida y por demás maltratada. Como una novia dejada en el altar, con los crespos hechos, al ver diluirse los objetivos con el paso del tiempo.
Enumera con tristeza la larga lista de errores en la gestión del espurio Guaidó, destacando el “desastre de la entrada de la ayuda humanitaria”; la “aventura” golpista del 30 de abril del 2019 donde rastreramente negoció un gobierno “compartido”, un “gobierno de emergencia nacional” con la participación de sus archienemigos del Chavismo. El acabose pues. Fin de mundo. Lágrimas de cocodrilo y muchas recriminaciones por la imperdonable afrenta, que resulta totalmente contraria a los “juiciosos” planteamientos de María Corina de garantizar la “salida del régimen” únicamente por la vía de “construir una opción de fuerza, y que para ello la activación del TIAR revestía importancia”. Aquí confiesa ser una de las promotoras de la invasión militar, el bombardeo selectivo y la aniquilación “planificada” de sus propios compatriotas a manos de una “coalición Internacional” que ejecute una quirúrgica “Operación de Paz y Estabilización” que borre de la faz de la tierra la sangre y los huesos de todos sus adversarios. Esto es más que suficiente para llevar ante la justicia sus repugnantes crímenes de traición a la patria.
La sepulturera María Corina le restriega a Guaidó que él es el “Presidente interino” que no ha logrado sus propósitos en dos años de gestión: “El tiempo desperdiciado ha provocado retrocesos”. Que su propuesta de un “Gobierno de Emergencia Nacional” es una negación de su propio interinato. Un reconocimiento pues del fracaso del “equipo” de malhechores y mamarrachos que asesora erróneamente a Guaidó y que no ha sido capaz de ejecutar correctamente los pasos para “salir del régimen”; y más intolerable aún, considera la protoprócer fascista María Corina, que no debe haber negociaciones, nada de “diálogos imposibles o elecciones”. Se huele a leguas la carencia total de talante democrático.
Revela también María Corina que la mayor preocupación del espurio Guaidó es “colar la prolongación de tu condición de Presidente interino de manera indefinida. Ni es sano, ni es ético y no lo acompañaríamos”. Es decir, desde la cúpula neofascista del G4 anticipan la inocultable realidad de perder la “cobertura legal” que les daba su condición de diputados electos a la Asamblea Nacional. Su insensata tozudez abstencionista, de sabotear y coartar todas las vías democráticas y pacíficas de participación política establecidas en nuestro sistema legal vigente, los dejará fuera del escenario político que estaban utilizando frente a sus aliados para justificar la existencia de la presidencia “virtual”. Puros pichones de tiranos nos salieron estos demócratas de pacotilla. Los justos herederos de las falanges de Francisco Franco, para más seña.
Finalmente, lo que más evidencia el desplante de María Corina, Capriles y tantos otros, es que Guaidó ha defraudado a todas sus huestes de la extrema derecha. Ha fracasado en su rol de líder, de unificador, incumpliendo todas las ilusas expectativas que había generado en torno a su cacareada promesa de “cese de la usurpación”. Su único logro, vergonzoso además, es meterle el diente con rauda eficiencia a los cobres que han esquilmado criminalmente por todo el planeta. El feliz “equipo” de rapiñeros de Guaidó, va saliendo campante con los bolsillos y la barriga llena. Gente inmoral y apátrida. Guaidó prueba el amargo sabor del fracaso (víctima de su propio veneno), como fiel representante de la “mezquindad humana, los intereses propios y el egoísmo”.
Richard Canan / Sociólogo / @richardcanan