Una nueva masacre ha sacudido al pueblo norteamericano. Esta vez le tocó el turno, en lo que parece una pavorosa lotería, a una escuela secundaria de Parkland en Florida, dejando 17 muertos y varios heridos de gravedad.
El atacante es apenas un pospúber de 19 años, un imberbe. Antiguo estudiante de la propia escuela de Parkland de donde había sido expulsado. En la construcción que ya han hecho sobre su perfil personal destacan graves problemas familiares, con afectación de su “salud mental” y sufriendo de fuertes depresiones luego de la muerte de su madre adoptiva.
Detrás del impacto de esta nueva tragedia se esconde una mayor que azota al pueblo norteamericano: Cómo es posible que un adolescente con un perfil violento y depresivo pueda acceder y utilizar abiertamente todo tipo de armas.
El adolescente entró en la escuela libremente, apertrechado con su rifle de asalto personal AR15 (calibre 5,56mm), similar al utilizado por cientos de ejércitos y fuerzas policiales de todo el mundo. Está leyendo bien, su rifle personal (igual que otras pistolas y escopetas). Todo comprado legalmente en tiendas de conveniencia y hasta por Internet con excepcionales facilidades y trámites sencillos, todo bajo el auspicio y cortesía del poderoso lobby de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), con más de 5 millones de afiliados, total financiamiento de la industria armamentista del país (Browning, Colt, Remington, Ruger, etc.), y que por años ha utilizado a grandes figuras mediáticas como John Wayne o Charlton Heston para vender su excelsa imagen de defensores de la libertad.
Esta gente es la que manda. Es el verdadero poder dentro del Imperio Norteamericano. Tienen sus propios congresistas y una red de colaboradores y bufetes legales que han bloqueado por décadas cualquier tipo de iniciativa, leyes o regulaciones para mejorar el control de las armas entre la población civil.
Actúan libremente. Están amparados por años de malabarismos y vericuetos legales ante la Corte Suprema. Siempre ganan. Según interpretan sus jueces, bajo la 2da. Enmienda de la constitución norteamericana, los “padres fundadores” le dieron a todos los norteamericanos (pensando solo en los hacendados de aquella época) el grandísimo “derecho de poseer y portar armas”, con el fin supremo de proteger su libertad. Es decir, cualquiera puede portar un arma al cinto para matar a discreción. Eso sí, solo cuando lo desee, cuando se moleste. Según datos del FBI, la tasa de homicidios creció en el año 2016 para ubicarse en 5,3 asesinatos por cada 100.000 personas. Reportando que en ese año hubo 17.250 asesinatos.
Desde el punto de vista sociológico no es normal que una sociedad esté apertrechada de fusiles, escopetas y pistolas. Se estima que hay más de 300 millones de armas de todos los calibres al interior de los hogares norteamericanos. Esto es producto de la estrategia del terror y el miedo. La logia militar estadounidense tiene años vendiéndoles a sus despistados ciudadanos todo un metarrelato de guerra permanente, de invasiones, de ataques nucleares y químicos, de terrorismo. Han sembrado el axioma: El apocalipsis tocará a tu puerta y debes estar preparado, atento, porque incluso ese “enemigo” puede ser hasta tu propio vecino.
Por eso la mentalidad guerrerista se ha impuesto. No existe sitio seguro para protegerse de la descarga de odio de los perturbados perpetradores. La escuela y los espacios públicos se han convertido en lugares recurrentes para los ataques de ira y las venganzas personales. Allí se perdió el respeto, deferencia o la tolerancia por los otros. Ni siquiera la presencia de niños es respetada. A cualquier persona que se le sale un tornillo o le dé un ataque de furia, puede descargar su arrechera a discreción en instalaciones educativas, aulas y hasta en autobuses escolares. Los grupos que apoyan el control sobre las armas de fuego (como “Moms Demand Action”), han alertado y documentado sobre más de 291 tiroteos en centros escolares desde el año 2013 a la fecha. Solo en lo que va de 2018 ya han ocurrido 18 tiroteos. Una barbarie de terror en contra de la juventud.
El debate aún es mayor. El problema es grave. Tiene que ver con la lógica de dominación de los grupos de poder, del racismo, la discriminación social campante, y por sobre todo las descocadas ideas sobre la supremacía norteamericana (El Destino Manifiesto).
El adolescente perpetrador de la masacre de Florida, sale abiertamente en sus redes sociales, regodeándose con sus armas y sus objetos de odio. Sin ningún control o contención por parte de las autoridades. Nadie previno la situación, ni siquiera el FBI que fue alertado por sus acciones previas de violencia. En esta tragedia quedará la imagen icónica, perturbadora, del asesino cubierto con la gorra de la campaña de Trump: “Make America Great Again”. Así es como ha llegado el mensaje supremacista de la extrema derecha y su líder al pueblo norteamericano. Su presidente no ha dicho esta boca es mía para hablar en contra de la proliferación de las armas. No puede, está impedido, en el fondo también él es partner de la logia armamentista que está detrás de la cultura bélica que facilita las masacres y los crímenes violentos. Esta historia, lamentablemente, continuará.
Richard Canan
Sociólogo
@richardcanan