Por: Roberto Malaver.- ¡Así, así, así es que se gobierna! Trump nos ha dado una alegría mayor que la canonización del Santo José Gregorio Hernández, el médico de los pobres de la tierra. Cuando todos los chavistas pensaban que la revocatoria de la licencia de Chevron se había liberado automáticamente y salieron a celebrar, llegó el comandante Trump y mandó a parar. Es verdad que el compañero Trump anda desaforado aplicando aranceles por todas partes, pero también es verdad que no se olvida de nosotros que nos queremos tanto. Ha sido una medida que nos ha levantado nuevamente esa vaina que llaman la autoestima, que es pura literatura del brasileño ese, Paulo Coelho, que no ayuda a nadie a un carajo, pero a nosotros nos ha levantado esa vaina que jode porque hay esperanzas, y como todo el mundo sabe, eso es lo último que se pierde. Ahora, recojan sus macundales y váyanse con su música a otra parte, amigos de Chevron. El día en que se tomó esa decisión, nosotros tuvimos un día cheverón. ¡Nos fuimos demasiado arriba, Chevron!
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Uno no sabe cómo carajo hace la dictadura para estar en toda vaina. Hay una gente trabajando en la reforma —los autócratas lo primero que hacen es reformar la Constitución, así dijo alguien por ahí— y al mismo tiempo están pendientes de las elecciones a gobernadores y diputados. El 15 de este mes comienza la matazón entre ellos, y ojalá se vuelvan locos y se arrechen entre ellos para ver si se vienen para este lado, donde la vida es más sabrosa. Si no, que le pregunten a Julio —Matemático— Borges, o a Juan —Interino— Guaidó, o al Poeta del Verso Corto, Leopoldo López, para ver cómo les ha ido. Así que están reformando y lanzándose como candidatos y no pierden tiempo. Los que están reformando, tienen noventa días para hacer esa vaina, mientras que los otros tienen menos tiempo y tienen que correr. Por nuestro lado, ya Primero Justicia dijo que no va a intervenir en esas elecciones, porque era aceptar que el dictador había ganado las elecciones del 28 de julio, y nuestro compañero Embajada Radonski dice que esa no es la opción. La opción es tomar el autobús del progreso y montar gente para llevarla a votar, porque votando es que se le puede ganar a la dictadura. También el compañero Manuel —Te Abrazo con los Brazos— Rosales dijo que con el voto es la cosa y, de paso, protestó por el revocamiento —así dijo— de la licencia de Chevron, es decir, que el compañero Rosales está dando cátedra de política regional, nacional e internacional.
Y pasaron los Carnavales y nosotros no nos disfrazamos, porque todo el mundo nos conoce. Disfrazados o no, la gente sabe quién es uno, ¡nada más y nada menos que la gente decente y pensante de este país! Es verdad que hubo mucho movimiento por todo el país, y esas playas llenas, y lanchas y barcos en todas partes, y uno no sabe cómo carajo hace esa gente para pasarla así tan chévere, tan cheverón, sobre todo con esos sueldos que tienen, y el dólar: ¡púyalo, que va en bajada subiendo! Y yo me entiendo…
El papá de Margot llegó mojado hasta en la cédula porque «una horda chavista estaba jugando carnaval con agua y me mojaron por pendejo, y después se quejan de que no hay agua, y la usan para joderlo a uno. Menos mal que el ministro ya eliminó las reinas de carnaval en las escuelas primarias, y ojalá que para la próxima elimine el Carnaval también, para que se acabe esta vaina. Si no fuera porque estoy tan feliz con el revocamiento —como dice el compañero Rosales— de la licencia de Chevron, estaría arrecho, porque me mojaron el único flux que tengo. Ahora, la dictadura anunció un plan de arranque económico total, que uno no sabe que vaina es esa, pero ojalá sea mejor que los siete y los quince motores». Y se fue al cuarto y agarró la puerta y le metió ese coñazo tan duro que la vecina salió gritando: “Muérgano, no respetas ni el Carnaval”.
—Tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero… —me declama Margot.
Roberto Malaver
