Cuando truena la voz del chavismo
Cada 11 tiene su 13
La Revolución Bolivariana completa ya 26 años en el ejercicio del poder. Puede afirmarse que han sido muy pocos los días —si es que ha habido alguno— en los que no haya estado sometida a amenazas, ataques y conspiraciones. El pueblo, sabiamente guiado por el comandante Hugo Chávez y por el presidente Nicolás Maduro, ha permanecido sereno la mayor parte de ese lapso histórico. Sin embargo, en los momentos clave, ha hablado con contundencia y ha ocupado los espacios que le corresponden.
Sin duda, el primer gran instante crucial fue el trance generado por el golpe de Estado del 11 de abril de 2002, que logró deponer a Chávez de su cargo. La respuesta popular no se hizo esperar y se manifestó tanto en la esfera civil como en la militar. En menos de dos días, el líder bolivariano estaba de nuevo en el palacio presidencial.
Ese episodio marcó la pauta de la réplica revolucionaria a los intentos de la oposición por asaltar el poder mediante procedimientos extraconstitucionales: el perdón, la palabra de reconciliación, todo ello en procura de la paz nacional. La escena del presidente Chávez con un crucifijo en la mano es icónica.
Tristemente, la contestación de los factores de la derecha ante esa actitud positiva ha sido, de manera sistemática, la reincidencia en los métodos violentos. Tal es su naturaleza.
La rebeldía ante el infortunio
Un segundo momento de firme respuesta popular es el que se produce tras el fallecimiento del comandante Chávez, en marzo de 2013.El odio concentrado de los factores de la oposición se expresó entonces en forma vil, a través de celebraciones y burlas. Creyeron los dirigentes del antichavismo que con la desaparición física del timonel, el barco se hundiría. Pero vino entonces la vigorosa exhibición de rebeldía de un pueblo herido en lo más profundo del alma.
Esa rebeldía ante el infortunio dio lugar a las gigantescas manifestaciones de apoyo político que recibió Chávez cuando ya había trascendido de este plano. A pesar del desgarramiento espiritual, el chavismo fue capaz de ir a las elecciones sobrevenidas de abril de 2013 y ganarlas.
Como es su costumbre, la derecha reaccionó cantando un fraude del que no pudieron presentar prueba alguna. La malcriadez del candidato derrotado, Henrique Capriles Radonski, provocó 14 muertes y estableció un patrón de protesta (la “arrechera”) que luego se repetiría con las llamadas guarimbas de 2014 y 2017.
La Batalla de los Puentes
Entre 2013 y 2019 hubo muchas provocaciones dirigidas contra el pueblo, todas ellas orientadas a llevar al país a una situación de caos e ingobernabilidad. Guerra económica, ataques a la moneda nacional, olas de disturbios callejeros, intento de magnicidio, medidas coercitivas unilaterales, bloqueo imperial y muchas más. El pueblo siempre aguantó con una serenidad encomiable.
Llegó así el año 2019, cuando comenzó la trama del supuesto gobierno interino. En febrero de ese año, la oposición puso en marcha un plan de invasión paramilitar que derivaría luego en intervención de fuerzas armadas extranjeras, todo ello bajo el paraguas de un concierto de solidaridad con Venezuela y de la entrega de una tal ayuda humanitaria.
Vino aquí otra de las heroicas respuestas del pueblo revolucionario, expresada a través de la unión cívico-militar-policial. Ocurrió la Batalla de los Puentes, mediante la cual se impidió el ingreso no autorizado de la referida ayuda, caballo de Troya de las fuerzas imperiales, de sus lacayos del vecindario latinoamericano y de la nefasta dirigencia local.
Aún no se ha reconocido debidamente la trascendencia de ese capítulo de la historia muy reciente del país, pues de haberse vulnerado la soberanía nacional en ese momento, es muy probable que hubieran cristalizado los planes de “cambio de régimen” que desarrollaban Washington y sus títeres venezolanos.
En los siguientes meses, la actitud guerrera del pueblo y su Fuerza Armada estuvo a flor de piel, al responder ante los apagones de alcance nacional; el intento de golpe de los Plátanos Verdes y la fallida Operación Gedeón.
Y así, llegamos al sol de hoy
Nunca cesa el afán de ciertos sectores opositores por alcanzar el poder mediante el asalto y así ha quedado demostrado en los últimos años, cuando se han desmantelado numerosas conspiraciones, detenido a elementos conjurados venezolanos y de otras nacionalidades e incautado gran cantidad de armamento, municiones y explosivos.
Horas después de las elecciones presidenciales de 2024, la ultraderecha perpetró su plan de llevar al país a una confrontación fratricida, que le daría al poder imperial la excusa para intervenir e imponer un gobierno pelele. El pueblo chavista, siguiendo instrucciones precisas de sus líderes, se mantuvo en calma, mientras los cuerpos de seguridad controlaron el brote de violencia.
Desde entonces han sido innumerables las tentativas de alterar la paz social, pero la mayoría nacional (incluyendo acá a los opositores moderados y democráticos) ha dejado claro que no quiere caer en provocaciones que llevarían al país de regreso a situaciones ya superadas.
Así hemos llegado a este luminoso enero de 2025, a la fecha prevista para que el presidente Maduro sea juramentado para un nuevo período constitucional. Son más que evidentes las amenazas del ala pirómana opositora, pues hasta han organizado una colecta de fondos para invadir el país y matar al presidente y a quien quiera que se atraviese en su camino. La respuesta popular ha sido contundente, una vez más.
Como bien lo dijo muchas veces el comandante Chávez, se hizo obvio que esta es una Revolución pacífica. Con el crucifijo como emblema, pero también con todo lo necesario para defender la soberanía. Así seguiremos.