Desde el año 2019, las fuerzas de la derecha al servicio de la política yanqui le pusieron la mano directamente a activos de nuestro país, en otros casos, participaban en las ganancias y otros ingresos generados por dichos activos y, finalmente, en otros le servían de justificación al gobierno estadounidense para la incautación más despiadada de los recursos de la República.
En el marco de la guerra total desatada contra la patria y, en especial, del bloqueo económico, la actuación de esta élite política ha sido profundamente inmoral, realmente apátrida. Clara muestra de ello lo constituye el saqueo de Monómeros, importante empresa petroquímica venezolana ubicada en Colombia.
La estafa realizada por los partidarios del delirante “gobierno interino” ha desatado una enorme crisis política en el seno de la oposición venezolana. Arruinaron una empresa que funcionaba eficientemente, al convertirla en caja chica de los partidos del llamado G4, al ponerla al servicio del crecimiento de las cuentas bancarias de los dirigentes de esos partidos y, todo ello, con el terrible agravante de ponerla en bandeja de plata para su apropiación ilegal por parte del gobierno narcotraficante de Colombia.
Toda esta podredumbre emerge de los escombros de las dolorosas derrotas propinadas por la Revolución Bolivariana. Las contradicciones en los sectores opositores se agudizan, los costos políticos de esta responsabilidad son enormes y se activa una espiral de acusaciones entre bandidos. Las responsabilidades son demasiado evidentes por la manera tan declarada de este latrocinio, pero como es habitual en estos delincuentes, ninguno asume sus responsabilidades.
Las sanciones imperiales impuestas contra nuestro país demuestran que, además del estrangulamiento del país y el derrocamiento del gobierno bolivariano, se persigue el saqueo de nuestros principales activos y fuentes de riqueza.
El bloqueo se ha traducido en enormes sufrimientos de nuestro pueblo, pero también ha servido para el enriquecimiento de la élite servil a la Casa Blanca. La política se transformó en un negocio de grupos inescrupulosos, en tanto que el gobierno estadounidense ha permitido y estimulado semejante inmoralidad.
Se trata de un despojo doloroso para nuestro país, pues Monómeros es una gran empresa, una de las 50 más grandes de Colombia, que además juega un papel importante en las cadenas productivas energéticas y agrícolas.
La dependencia, que ha influenciado tan negativamente a nuestra nación a lo largo de los últimos 150 años, no solo evidencia el atraso y el sometimiento hasta la irrupción de la Revolución Bolivariana, sino que también es responsable por el comportamiento de las élites gobernantes durante todo el S. XX. Esto explica esta subordinación tan vergonzosa y la alineación con los planes más perversos del imperialismo yanqui.
Esta situación manifiesta claramente la raíz social de las fuerzas de la derecha local y, por lo tanto, su desempeño y sus decisiones. El desfalco se hizo, obviamente, atendiendo las cuentas bancarias de políticos inescrupulosos, pero también de sus empresas relacionadas y a las que están sometidos. No olvidemos que estos partidos políticos y sus elites son instrumentos al servicio de oligarquías.
Finalmente, de cara al tema crucial del ejercicio del poder, podemos asegurar a la luz de estos escándalos, que estos delincuentes jamás podrían gobernar en función del pueblo. Los valores que se imponen a sus decisiones son las del latrocinio y el entreguismo más nauseabundos.