Por: Alí Rojas Ramírez
Tenemos que empezar reconociendo que mucho antes de la independencia de Venezuela, ya Francisco de Miranda tenía aterrorizados a los imperios y potencias del momento con el proyecto de una gran nación en el continente americano; donde en general se hablaba el mismo idioma, se tenía básicamente la misma religión, costumbres y un espíritu de fuego por ser libres, independientes y soberanos.
Ya cuando Venezuela había ganado a pulso su independencia del imperio español, esto le causó un gran desespero a las potencias europeas, y a EE.UU con sus trece colonias; porque el proyecto de la República de Colombia empezaba a materializarse con naciones libres; y líderes patriotas al mando con visión estratégica de futuro, como la de Simón Bolívar; lo cual provocó una reacción rápida por parte de los supremacistas; que debían impedir que una nación suramericana jugara un papel protagónico en el nuevo tablero geopolítico.
El territorio de la República de Colombia, para los tiempos de Bolívar era de 2.519.954 km² a diferencia de toda Europa que apenas era de 2.435.600 km², en donde se desarrollaba una dinámica política de integración continental entre las diferentes naciones para poder salir adelante juntos porque en la unión estaba la fuerza patriota del momento, al igual que en la actualidad contra cualquier potencia.
En mayo de 1823 el Secretario de Estado de los EE.UU, John Quincy Adams (futuro presidente en 1825), dijo dentro del marco de la política exterior: “lo único que esperamos es ser dueños del mundo”. O sea, esa era desde un principio la visión hegemónica y totalitaria de dicho país. Y el 02 de diciembre de 1823 (hace doscientos años), el presidente de los EE.UU, James Monroe, delante del Congreso de su país, formula la nefasta Doctrina Monroe que se sintetiza en: “América para los americanos”.
En ese contexto político es que se analiza de forma correcta la Doctrina Monroe, ya que EE.UU no quería ser el protector de todas las naciones de éste continente americano. Sino, el amo, dueño y señor de todos los países, y darles el trato de patio trasero para robarnos los recursos naturales, sin intromisión europea, con la finalidad de convertirse más adelante en un imperio mundial a través de su moneda, la lógica de sus guerras y su cultura adormecedora.
Ahora bien, la Doctrina Monroe no fue ni es exclusivamente contra Venezuela; y eso se puede observar en los diferentes golpes de Estado que ha habido en la historia de América; pero sin duda alguna fue y sigue siendo la contraposición de la ideología bolivariana, a tal punto que gracias al Comandante Chávez se resucita la doctrina de Simón Bolívar; y queda plasmada en el artículo 1 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999; en donde pertinentemente nos caracterizamos como un pueblo libre, independiente, soberano, justo y amante de la paz internacional.
En cambio, la Doctrina Monroe promueve la expansión territorial y cultural de EE.UU, la dependencia, la injusticia, la desigualdad y la arrogante injerencia contra la soberanía de todos los países libres; que todavía en el siglo XXI son considerados por éste imperio de papel moneda, como sus colonias en el continente.
Sin embargo, ningún venezolano ni venezolana puede volver a equivocarse en pensar que EE.UU quiere el bien para el pueblo, porque si no, volvería a pasar lo que ocurrió al malinterpretar la Doctrina Monroe en 1895 que fue cuando se le pide ayuda a EE.UU. para recuperar la Guayana Esequiba que nos estaba quitando el Reino Unido, y este traiciona a Venezuela negociando a nuestra espalda para validar el Laudo Arbitral de París de 1899, en donde nos despojan del Esequibo de forma totalmente fraudulenta y nula, de nulidad absoluta.
En éste sentido, es fundamental romper la hegemonía de los EE.UU, ya que mientras sus manos sigan metidas en el continente, ellos seguirán buscando nuestro petróleo, oro, diamantes, gas, hierro, cobre, bauxita, coltán, agua y demás recursos naturales para seguir en su desarrollo exclusivo imperial, sin importarles el resto de países del continente americano como ya está demostrado en la historia.
Ya que dentro de su concepción filosófica y en su política exterior “América para los americanos” significa que ellos son los únicos americanos y todo lo demás existente les pertenece a ellos por derecho divino, como si fuéramos simples juguetes o unas colonias donde existen mentes colonizadas y transculturizadas, distraídas con espejos y posturas económicas neoliberales que impulsan los partidos de derecha y políticos fascistas.
Para finalizar, a 200 años de la Doctrina Monroe, el pueblo de Venezuela ha decidido entrar en una nueva etapa de transición que sigue estando marcada en su código genético y en su espíritu por la Doctrina Bolivariana que despierta conciencias, desarrolla los grandes proyectos, supera las mal llamadas sanciones y mantiene la luz encendida en plena oscuridad internacional producto de la decadencia del sistema imperial.