Los politólogos Joe Nye, Robert Keohane, y John Ruggie; son tres de los cerebros que trabajan para la perpetuidad de Estados Unidos como cabeza del Estado Liberal Burgués. Los dos primeros publicaron en 1977 el libro “Poder e Interdependencia”, en el que desarrollan los conceptos de interdependencia asimétrica y compleja, como parte de la teoría del neoliberalismo en las relaciones internacionales.
Nye, en 2004 publica “El poder blando: los medios para el éxito en la política mundial”. Para Nye el soft power es más efectivo que el poder duro (invasión militar y guerra económica) ya que aquél se ejerce a través de la contracultura y la ideología dominante y ataca la psique: el poder es la habilidad para influenciar el comportamiento de otros y obtener los resultados que se desean.
La tendencia del soft power es “trabajar indirectamente formando el entorno para la política, y algunas veces toma años producir los resultados esperados”. Nye habla de tres categorías de análisis: cultura, valores y políticas. En su libro “The future of Power” (2011), Nye reitera que, dado que el poder blando es descriptivo más que normativo, puede ser manejado para propósitos infames. Este profesor de la Universidad de Harvard afirma que “La seducción siempre es más efectiva que la coacción, y valores como la democracia, derechos humanos y oportunidades individuales son profundamente seductoras”.
El austriaco Ruggie, por su parte, introdujo los conceptos de los regímenes internacionales y las comunidades epistémicas en el campo de las relaciones internacionales, y la economía internacional entre los estados capitalistas occidentales. En 2013 publicó el libro “Just Business: Multinational Corporations and Human Rights” (Negocios justos: corporaciones multinacionales y derechos humanos).
Tanto Robert Keohane como John Ruggie han estudiado a fondo el multilateralismo. El primero escribió en 1990 “Paper Multilateralism: An Agenda for Research” (Multilateralismo de papel: Un programa de investigación) en la prestigiosa revista International Organization (IO) ─N° 45, páginas 731-764─ y el segundo en 1992, “Multilateralism: the anatomy of an institution” (Multilateralismo: anatomía de una institución), en la misma revista (N° 46. (3), 561-598). Para Keohane, «el multilateralismo es la práctica para coordinar políticas nacionales en grupos de tres o más estados» y para Ruggie de lo que se trata no es sólo de “la capacidad para coordinar políticas nacionales entre tres o más países ─algo que otras formas organizacionales hacen─; sino de hacerlo con base en ciertos principios de relacionamiento entre los estados».
Estos intelectuales han aportado sus conocimientos para que Estados Unidos siga siendo la superpotencia económica y militar que construya y diseñe instituciones conocidas como foros multilaterales. A sabiendas de esta realidad geopolítica y contracultural, el Movimiento de Países No Alineados ─presidido por Venezuela (2016-2019)─, resemantizando y readaptando este concepto propuso ante el Consejo de la ONU el 24 de abril de 2018 que se celebrara el Día Internacional del Multilateralismo y la Diplomacia para la Paz.
¿Por qué el 24 de abril? Porque entre el 18 de abril y el 24 de abril de 1955 se celebró en Bandung, Indonesia, una reunión de Estados asiáticos y africanos, la mayoría de los cuales acababan de lograr la independencia. Fue organizada por los grandes líderes independentistas: Gamal Abdel Nasser, presidente de Egipto; Jawaharlal Nehru, de India; y Sukarno, jefe de Estado de Indonesia; además de los líderes de Pakistán, Birmania y Ceilán. Estos últimos cinco países asiáticos invitaron a otros veinticinco a participar en la conferencia con el objetivo de favorecer la cooperación económica y cultural afroasiática, en oposición al colonialismo y el neocolonialismo de las antiguas metrópolis y los Estados Unidos; así como a su inclusión dentro del área de influencia exclusiva de la Unión Soviética.
El 24 de abril de 1955, los países afroasiáticos decidieron: (1) Respeto por los derechos fundamentales de los seres humanos; (2) Respeto para la soberanía y la integridad territorial de todas las naciones; (3) Reconocimiento de la igualdad de todos los colores de piel y de todas las naciones, grandes y pequeñas; (4) Abstención de intervenciones o interferencia en los asuntos internos de otros países; (5) Respeto al derecho de toda nación a defenderse por sí sola o en colaboración con otros Estados, en conformidad con la Carta de las Naciones Unidas; (6) Abstención de participar en acuerdos de defensa colectiva con vistas a favorecer los intereses particulares de una de las grandes potencias; (7) Abstención por parte de todo país a ejercitar presión sobre otros países; (8) Abstención de actos o de amenaza de agresión y del uso de la fuerza en los cotejos de la integridad territorial o de independencia política de cualquier país; (9) Composición de todas las vertientes internacionales con medios pacíficos: como tratados, conciliaciones, arbitraje o composición judicial, así como también con otros medios pacíficos, según la libre selección de las partes en conformidad con la Carta de las Naciones Unidas; (10) Promoción del interés y de la cooperación recíproca; (11) Respeto por la justicia y las obligaciones internacionales y; (12) Hacer valer las creencias de las distintas culturas internacionales del Movimiento.
La idea de Nicolás Maduro en su rol de vocero de los pueblos pobres del mundo era, y es, promover los valores de la Carta de las Naciones Unidas y sus principios de resolución de disputas entre países a través de medios pacíficos, así como fomentar y apoyar los tres pilares fundamentales de la ONU: el desarrollo sostenible, la paz y la seguridad y los derechos humanos, bases acordadas, como señalamos en el párrafo anterior, por los países afroasiáticos en la histórica Conferencia de Bandung el 24 de abril de 1955.
Para los pueblos trabajadores del sur del mundo es vital que las relaciones internacionales estén enmarcadas en la Diplomacia de Paz para dar preponderancia a las acciones diplomáticas por parte de las naciones en virtud de frenar un conflicto. Tengamos presente las palabras de Simón Rodríguez: “los seres humanos vinieron al mundo no a entredestruirse, sino a entreayudarse”.
Luego de que Allen Dulles lograra los objetivos de desaparecer la Unión Soviética, la influencia estadounidense tomó más fuerza. Como hegemón, su impacto ha limitado la posibilidad de que las instituciones y regímenes multilaterales se conviertan en foros que fomenten el multipolarismo. Estados Unidos, cual tigre herido, hará lo imposible ─aun en el contexto de la actual crisis financiera─ para mantener su influencia y proteger sus propios intereses, más sabiendo que el 5 de agosto de 1829, Simón Bolívar escribió una carta a Patricio Campbell en el que destacan dos aspectos de orden injerencista: (1) “los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miserias a nombre de la Libertad”; (2) “Me parece que ya veo una conjuración general contra esta pobre Colombia, ya demasiado envidiada de cuantas repúblicas tiene la América”.