La ayuda militar y técnica a Ucrania no tiene precedentes. Los países de la OTAN y sus socios ya destinaron más de 132.000 millones de dólares a este fin, de los cuales Estados Unidos donó más de 63.000 millones
Por: Sergey Mélik-Bagdasárov / Embajador de Rusia en Venezuela
Del 9 al 11 de julio de 2024, la capital estadounidense acogió la cumbre de la OTAN para conmemorar el 75 aniversario de sus actividades destructivas. La cumbre en Washington confirmó la aspiración del bloque a seguir la línea hacia la escalada bélica y la expansión militar.
La campaña de relaciones públicas de alto nivel del bloque presenta a esta organización como “garante de la seguridad” en el espacio transatlántico; pero veamos los resultados de sus actividades. A la OTAN se le atribuye el “mantenimiento de la paz” en Yugoslavia, que se cobró más de 1.700 vidas civiles, cínicamente denominadas “daños colaterales” por el portavoz de la alianza, J. Shea. Los ciudadanos de Serbia siguen sufriendo las consecuencias de las municiones de uranio empobrecido. Todos conocemos los intentos de luchar contra el terrorismo en Afganistán, de donde las tropas de la OTAN huyeron ignominiosamente, dejando el país en ruinas. Luego llevaron a cabo una intervención “humanitaria” en Libia, sumiendo al país en el caos y la pobreza.
Evidentemente, los temas principales de la reunión de Washington fueron la confrontación con Rusia a través del apoyo del régimen neonazi de Kiev, así como la contención de China. La agenda de la Alianza estuvo centrada plenamente en la problemática de su dominio, así como en la pretensión de dominar globalmente. Por supuesto, esto no es nuevo para nosotros. Nada ha cambiado desde la Guerra Fría. Incluso cuando la OTAN declaró su disposición a una cooperación constructiva con Moscú tras el colapso de la Unión Soviética en 1991, se dedicaba en secreto a actividades antirrusas. Para complacer a las élites gobernantes de Occidente, el bloque del Atlántico Norte siempre ha intentado dañar la seguridad de nuestro país, extendiendo gradualmente su influencia destructiva a los países de Europa del Este y acercando su infraestructura militar a las fronteras de Rusia.
Desde el comienzo de la Operación Especial Militar (OEM) fue desatada una agresión híbrida a gran escala contra nuestro país. Reconociendo que la consecución por Moscú de los objetivos de desmilitarización y desnazificación de Ucrania es inaceptable para el Occidente, Estados Unidos y sus satélites europeos; evitando la confrontación armada directa, están aplicando una estrategia de acción indirecta contra Rusia que incluye un abanico de métodos neocoloniales, las restricciones criminales unilaterales que tocan varias esferas: la diplomática, informativa, económica.
No es ningún secreto que los países de la OTAN están plenamente implicados en las operaciones militares en Ucrania. Habiendo comenzado a entrenar a militares ucranianos de acuerdo con las normas de la OTAN incluso antes de la OEM, en la actualidad Occidente ha elevado esta cifra a 118.000 personas. Los oficiales de la OTAN participan directamente en el procesamiento y la transmisión de información de inteligencia a las fuerzas armadas ucranianas y en la planificación de operaciones militares en interés de Kiev. Así lo confirman los hechos revelados periódicamente de muertes y lesiones de especialistas militares extranjeros que trabajan en los puestos de control del ejército ucraniano.
La ayuda militar y técnica a Ucrania no tiene precedentes. Los países de la OTAN y sus socios ya destinaron más de 132.000 millones de dólares a este fin, de los cuales Estados Unidos donó más de 63.000 millones. En abril de 2024 fue aprobado el nuevo paquete de 61.300 millones de dólares para apoyar el derramamiento de la sangre desatado por Occidente en Ucrania. En comparación, la contribución de Washington al presupuesto de la ONU en 2024 es de 3.350 millones de dólares, incluidos 1.370 millones para operaciones de mantenimiento de la paz.
El régimen de Kiev sigue siendo el principal receptor de fondos estadounidenses, en contra de las promesas de Washington de aumentar el respaldo financiero del Sur Global hasta 60.000 millones de dólares.
Es obvio que los occidentales, cegados por el deseo de infligir una derrota estratégica a nuestro país por enésima vez en la historia, no tienen intención de detenerse. Haciendo caso omiso de las elevadas bajas entre los militares ucranianos, que han dado lugar a una movilización verdaderamente depredadora (el Internet está lleno de vídeos de personas agarradas por la calle y arrastradas hacia una muerte segura), los manipuladores de Kiev siguen haciendo girar la rueda de la violencia. En particular, se ha permitido al ejército de Zelensky utilizar armas occidentales para bombardear nuestro territorio, y tienen previsto entregar aviones de combate tácticos F-16 en un futuro próximo. El secretario general de la OTAN, J. Stoltenberg, que se jubila en otoño, expresó la idea de hacer obligatorias para los Estados miembros las entregas de armas a Ucrania, afirmando que es necesaria una victoria para que se incorpore a la OTAN.
El 14 de junio de 2024, el presidente ruso Vladimir Putin propuso condiciones específicas para el cese de las hostilidades. La iniciativa de paz rusa abre la posibilidad de poner fin al conflicto en Ucrania; la propuesta de Moscú es capaz de resolver la situación llevándola a una vía diplomática. Una vez resuelto el conflicto ucraniano los países euroasiáticos podrían empezar a crear un sistema de seguridad indivisible.