La operación tenaza y la instrumentación de una nueva escalada para despojarnos de la Guayana Esequiba forman parte de la nueva etapa de ataque a Venezuela
Nuevamente, como una especie de agresión recargada y en medio de las apetencias de la nueva administración de EE.UU. por hacerse de todo tipo de recursos en las mayores condiciones de ventaja, reaperece el tema de la Guayana Esequiba en la forma de amenazas proferidas desde un contubernio en Georgetown con ramificaciones en un extremismo básicamente entreguista.
Es evidente que todo esto viene acompañado del ataque a nuestros migrantes que no hace otra cosa sino pretender justificar una escalada en contra de la República Bolivariana de Venezuela, yendo frontalmente en contra de nuestra nacionalidad criminalizándola como parte del plan.
Ahora el secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, se aparece por la oficina del vasallo Irfaan Alí, no solo para informar la suscripción de un acuerdo estratégico en materia militar, sino amenazando directamente a Venezuela, ni más ni menos, que por nuestra determinación de defensa de la soberanía sobre la Guayana Esequiba, en atención a toda la documentación histórica que el Presidente de la República, Nicolás Maduro Moros, le estampó en la cara al guyanés allá en Argyle, y fundamentado en el Acuerdo de Ginebra de 1966.
Semejante ofensa, respondida claramente por el presidente Maduro afirmando que no amenaza quien quiere sino quien puede; y llamando imbécil a Rubio, ha contado con el rechazo de toda la nación venezolana, esa misma que se expresó claramente en el referéndum del 3 de diciembre de 2023 con mandatos claros.
Entre estos mandatos están tanto no aceptar ninguna jurisdicción ni tribunal de arbitraje internacional, priorizando la vía bilateral de acuerdo a lo dispuesto en el Acuerdo de Ginebra, así como escoger autoridades de una recién creada figura política estadal, en nuestra Guayana Esequiba.
Pero todo esto contó también en las primeras horas con el silencio del extremismo y sus jefes, todos aliados de Marco Rubio y el contubernio salvaje de enemigos actuando contra la paz y estabilidad de la República Bolivariana de Venezuela, haciendo mutis absoluto sobre semejante afrenta.
Tal fue la presión que tuvieron que asumir alguna postura, sacando un comunicado que estratégicamente, como lo hicieron en su momento para rechazar el referéndum del 3 de diciembre de 2023, se posicionó del lado de Guyana.
Además, semejante pieza de entreguismo del extremismo opositor, de su puño y letra, deja entrever tres cuestiones que se presentan como insultos a la posición nacional de defensa en torno a la soberanía incontrovertible sobre la Guayana Esequiba.
La primera de ellas es, ni más ni menos, insultar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana al responsabilizarla de «amenazas bélicas» que de ninguna manera hemos asumido. Cuando se rechazan soluciones de guerra sin señalar siquiera las amenazas proferidas por Marco Rubio desde Georgetown básicamente se lanza las mismas hacia el lado venezolano, lo cual deja clara su postura de verdaderos enemigos de nuestro país.
En segundo lugar, nada dicen sobre precisamente las amenazas imperiales contra nuestra determinación de hacer valer nuestros derechos de soberanía sobre la Guayana Esequiba, e incluso sobre mar territorial que nos corresponde y no es parte del diferendo. Esto nos recuerda aquel episodio donde el extinto grupo de Lima sacó un comunicado rechazando la acción de nuestra Armada Nacional Bolivariana de expulsar un buque explorador de Exxon Mobil de territorio venezolano, afirmando de manera infame que dicha acción violaba el derecho marítimo, cuando se trata de defender la soberanía indiscutible sobre nuestras aguas territoriales.
Está reiterada y cobarde postura vuelve a su vez sobre sus pasos al asumir alegremente que debemos ir como corderos al matadero de la Corte Internacional de Justicia, que ya tiene preparada las maniobras para agredir a Venezuela, pretendiendo como sucedió en el Laudo de París de 1899 despojarnos de la Guayana Esequiba.
Dicha acción antinacional viola abiertamente dos cosas concretas. En primer término la doctrina establecida desde el gobierno de Isaías Medina Angarita hasta el actual gobierno del presidente Nicolás Maduro; en torno a a no aceptar que ningún árbitro externo a la relación bilateral dirima la controversia sobre la Guayana Esequiba ni sobre ningún otro diferendo existente.
Tal posición es lógica siendo que el Laudo Arbitral de París no fue más que un contubernio de factores que pretendieron robarnos nuestro territorio. Por lo tanto, Venezuela no acepta otra solución que no sea bilateral o en todo caso consensuada y no como ha ocurrido con la Corte Internacional de Justicia que actúa de manera unilateral, tanto como los secretarios generales de Naciones Unidas que enviaron este tema sin siquiera consultarnos.
Está posición del extremismo, en segundo lugar, niega la existencia del Acuerdo de Ginebra y de lo discutido y acordado recientemente en Argyle, cuyos elementos abiertamente afirman los derechos que tiene la República Bolivariana de Venezuela sobre el territorio de la Guayana Esequiba. En el caso puntual del Acuerdo de Ginebra este se fraguó luego de una intervención magistral del Canciller Marcos Falcón Briceño que sustanció el robo del Laudo de París de 1899 al punto de lograr avanzar hasta la firma de un nuevo Acuerdo en 1966.
En realidad el extremismo asume está posición, de negar la vigencia del Acuerdo de Ginebra, para ser parte de la conjura entre Georgetown, el gobierno de EE.UU. y la Exxon Mobil para robarse los más de 14 mil millones de barriles de petróleo de esa zona, más en un estado de necesidad absoluta de riquezas por parte de un imperio que, a juzgar por el propio Donald Trump en su mensaje del 20 de enero de 2025, está en declive estructural.
Toda esta configuración pone de manifiesto que la operación tenaza y la instrumentación de una nueva escalada para despojarnos de la Guayana Esequiba forman parte de la nueva etapa de ataque a Venezuela. Junto con las otras agendas operando y con el extremismo apoyando todas estas maniobras.
En esto último uno entiende que por lo visto acá, entre otros elementos, no son ni serán jamás alternativa de gobierno ni de poder en la República Bolivariana de Venezuela.
Es nuestro deber garantizar esto.