Francisco, Bukele, emergencia económica y elecciones
La valentía del Papa Francisco
La semana comenzó con una noticia mundial: el fallecimiento del papa Francisco, un pontífice que, en doce años y de manera muy valiente, logró sacudir los cimientos de una Iglesia católica anquilosada y dominada durante siglos —y en especial a lo largo de las últimas décadas— por las tendencias más conservadoras.
El cardenal Jorge Mario Bergoglio cumplió con muchas de las expectativas que surgieron con su designación, en 2013, apoyadas en su condición de latinoamericano, sacerdote jesuita y en su bien ganado prestigio como predicador del cristianismo auténtico, el de las bases, el de las catacumbas.
Por supuesto que solamente pudo lograr parte de los avances que se propuso, pues no por casualidad la institución eclesiástica ha ejercido su poder sobre buena parte del mundo durante dos milenios. La más ligera de las reformas en un ente como ese requiere librar batallas inimaginables para quienes están fuera de ella.
Francisco logró muchas victorias, algunas de ellas tremendamente simbólicas. Sembró el mensaje contra la ostentación y los lujos de la alta jerarquía católica; se plantó contra las exclusiones y las discriminaciones por motivos de género y de preferencia sexual; fue firme respecto a los escándalos de pederastia que el clero protagoniza y oculta; y hasta el último de sus días fue una voz clamando en el desierto contra el genocidio que perpetra el sionismo contra Palestina.
Emergencia económica: la previsión necesaria
Si de algo sirve el sufrimiento padecido es como aprendizaje. Y es tarea de los gobernantes emplear las experiencias dolorosas y trágicas como herramientas de previsión y prevención.
En las circunstancias actuales del mundo, corresponde a quienes ejercen funciones públicas tomar muchas medidas de precaución ante lo que se vislumbra como una crisis sistémica inducida por la potencia declinante, Estados Unidos, y que amenaza con afectar a la economía global.
En el caso de Venezuela, la cautela ha de redoblarse pues antes de que Estados Unidos, a través de Donald Trump, le declarase la guerra comercial al mundo entero, ya nos la había declarado a nosotros, desde que el afroblanqueado Barack Obama calificara al país como una amenaza para la seguridad nacional de la superpotencia militar.
Bajo esa óptica se inscribe el decreto de Emergencia Económica presentado por el presidente Nicolás Maduro y avalado por el resto de los poderes públicos. Es necesario y recomendable tomar providencias ante el enrarecido clima geopolítico y frente a los planes demenciales de EE.UU. contra Venezuela. Debe intentarse y respaldarse todo aquello que pueda hacerse para evitar que se repitan los oscuros años de la década pasada.
Bukele sobresale en la pugna por ser el más proimperialista
Nayib Bukele se la ha puesto difícil a quienes compiten por el premio del líder latinoamericano más proimperialista. En el poco tiempo que ha transcurrido desde el comienzo del segundo mandato de Trump, el presidente salvadoreño ha logrado sumar muchos puntos en este vergonzoso campeonato.
El mandatario centroamericano comenzó prestándose a que EE.UU. use a El Salvador como un país-cárcel para recluir, de forma ilegal, a personas de otras nacionalidades, sin juicio, sin derecho a la defensa y con gravísimas agresiones y humillaciones perpetradas públicamente, pues, en el fondo, se trata de un espectáculo de ejercicio arbitrario del poder.
No se ha limitado a ese deplorable rol. Bukele ha ido más lejos, al proponer intercambiar a los venezolanos secuestrados en su cárcel de máxima seguridad por los “presos políticos” venezolanos. Pretende darle alguna legitimidad a la acción bárbara que ha cometido, sólo por complacer al poder imperial. Intenta equiparar la privación ilegítima de la libertad de venezolanos en El Salvador con personas que se encuentran sometidas a procesos judiciales en Venezuela, por delitos relacionados con la seguridad del Estado y el orden público.
En marcha las elecciones parlamentarias y regionales
El cuadro geopolítico es de gran importancia para un país que siempre está en el punto focal, como lo es Venezuela, pero el escenario interno es el fundamental y el chavismo lo tiene muy claro. Por eso es que, contra todos los obstáculos, se está desarrollando el exigente cronograma electoral pautado para este año.
Además de las consultas relacionadas con el ejercicio del poder popular, la primera gran cita electoral será el 25 de mayo, para la Asamblea Nacional, las gobernaciones y los consejos legislativos.
Se trata de dos procesos de gran trascendencia para seguir cumpliendo los lapsos constitucionales y para mantener la estabilidad política, en pleno ejercicio de la democracia participativa y protagónica.
Las fuerzas políticas afines al gobierno van a la contienda unidas y con mucho entusiasmo, mientras los factores de la oposición se muestran divididos en dos grandes bloques: el que está participando en las elecciones, en procura de algunos de los cargos en disputa; y los que, tercamente, insisten en la postura abstencionista.
Es esperanzador notar que en el grupo de los participantes hay dirigentes, partidos o facciones de ellos que en el pasado han estado alineados con las posiciones extremas. Eso demuestra que ha habido un proceso de reflexión y que cada vez son menos los que siguen a los líderes destructivos de la ultraderecha.