El secuestro y usufructo ilegal del oro depositado en el Banco de Inglaterra, ha sido producto de una conspiración en la que participa la élite británica; con su larga trayectoria de piratería y saqueo de otros países, y un grupo de parásitos venezolanos integrado por políticos y empresarios del sector financiero.
La operación, amparada en la farsa montada por Estados Unidos de un supuesto gobierno encargado en Venezuela, ha puesto en evidencia otra ristra de mentiras; empezando por la supuesta imparcialidad de los procesos judiciales en los países del norte global. Ha quedado claro que todo en el ámbito jurídico de esas naciones obedece a líneas políticas de sus gobiernos y a la defensa de intereses económicos de las potencias dominantes.
La más reciente decisión del aparato judicial británico ha negado otra vez el derecho que tiene la junta directiva legítima del Banco Central de Venezuela de decidir sobre el destino de las 31 toneladas del metal precioso que fueron dadas en custodia a la institución privada inglesa. El fallo insiste en el absurdo de que el gobierno de Reino Unido reconoce como presidente de Venezuela al autoproclamado Juan Guaidó y, por consiguiente, a la junta directiva espuria que este sujeto designó.
De esa manera se mantiene en vigor el despojo de unos bienes que pertenecen al Estado venezolano y se deja abierta la posibilidad de confiscar las riquezas de cualquier país cada vez que a las naciones sede de los bancos se les antoje desconocer a su gobierno.
La corrupta élite británica
La historia de la rapiña británica abarca varios siglos, durante los cuales han despojado de sus materias primas a decenas de países y territorios; cometiendo para ello genocidios y toda clase de crímenes y desafueros.
Además de los actos de colonialismo directo, Gran Bretaña instauró una poderosa industria de piratería para robar las riquezas que transportaban las otras potencias coloniales, es decir, se especializaron como ladrones que robaban a otros ladrones. Hasta los museos y galerías británicos están llenos de obras saqueadas al patrimonio cultural de muchas regiones del mundo.
Más recientemente, y como parte de la oprobiosa alianza de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), ha participado en guerras y maniobras destinadas a robar el patrimonio de países previamente satanizados por el club criminal a través de sus aparatos propagandísticos.
En el caso de Venezuela, Londres se sumó obedientemente a la política de bloqueo y medidas coercitivas unilaterales de Estados Unidos y reconoció al aspirante a pelele, lo cual le ha permitido a la corrupta élite inglesa echarle mano al oro nacional.
Los parásitos venezolanos
La otra parte del entramado londinense para el robo del oro es la de los políticos y “empresarios” venezolanos, a quienes les calza muy bien la denominación de parásitos, dada su trayectoria en el mundo de los negocios turbios.
Las empresas y grupos de presión formados por venezolanos de la derecha apátrida han alimentado la lealtad de los políticos británicos, dando grandes contribuciones de campaña. Tal es el caso del banco Britannia, dirigido por un venezolano, Julio Herrera-Velutini Kolster, que ha sido donante de fondos al Partido Conservador, en el que milita el primer ministro renunciante Boris Johnson. Fueron seis pagos desde diciembre de 2019 hasta noviembre de 2021 por una suma de 485 mil libras esterlinas, según información revelada por el portal de periodismo de investigación con datos abiertos La Tabla.
Herrera-Velutini Kolster (conocido en la high society caraqueña como Julito Velutini) huyó de Venezuela luego de la quiebra de sus entidades financieras Banco Real y Helm Bank, en la crisis bancaria de 2009. Tenía ficha roja de Interpol por solicitud del Poder Judicial, pero como tantos otros, este individuo se amparó en el papel de supuesto perseguido político y hasta ha presentado recursos ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Hoy es catalogado por algunas publicaciones especializadas como uno de los venezolanos más adinerados del planeta, pues su fortuna sobrepasa los 1,2 billones de dólares.
De la rancia oligarquía, la familia Herrera Velutini estuvo en el negocio financiero venezolano desde finales del siglo XIX a través del Banco Caracas y el Banco de Venezuela.
Mientras tanto, en la llamada “directiva ad hoc del BCV”, designada por el autoproclamado aparece el nombre de Manuel Rodríguez Armesta, quien fue ejecutivo del Banco Mercantil durante más de quince años, reportando directamente a la presidencia de la entidad, igualmente perteneciente a la alta burguesía venezolana.
En la red que “trabaja” para apropiarse del oro venezolano están los otros directivos de la junta usurpadora y personajes que han montado en Reino Unido una estructura financiera para materializar el desfalco.
Entre esas personas aparecen Juan Pablo Livinalli, socio de Fivendes, una empresa creada junto a Juan Víctor Salcedo Márquez, un primo de Guaidó que dio el gran salto al pasar de ser guía turístico en el estadio de los Medias Rojas de Boston a banquero en Londres.
Livinalli, siempre según datos de La Tabla, junto a Germán Rivero Zerpa, figuran en más de una decena de compañías financieras cuyo fin ulterior no puede ser otro que reciclar el dinero sustraído a la República Bolivariana de Venezuela.
Los parásitos venezolanos están muy bien conectados con la élite inglesa, que espera tener la mejor parte de este “reparto de botín”. Muchos otros factores de negocios y compañías del campo judicial están encantados con el “gobierno interino” porque hasta ahora ha pagado 6,5 millones de dólares para gastos jurídicos en su afán de quedarse con las 31 toneladas de oro.
Por cierto, en ese ámbito también se ha notado el carácter filibustero de los británicos: el bufete Arnold & Porter, fue hasta febrero 2019 el representante del gobierno constitucional de Nicolás Maduro. Pero, motivado por la expectativa de meterse en el muy lucrativo negocio del robo del oro, saltó la talanquera y desde entonces sirve a los intereses de la mafia del interinato.