Washigton le roba oro a Alemania
Por: Eduardo Cornejo De Acosta
Meses antes de que finalizara el segundo periodo presidencial de Barack Obama, el mundo supo que Alemania solicitó a Estados Unidos la devolución de varias toneladas de oro que los norteamericanos tenían en custodia.
Para sorpresa general, en especial de los germanos, Washigton se negó.
Alegó pretextos burocráticos, pero secuestró el oro de un país aliado.
La señora Merkel, la Unión Europea, ahogaron sus protestas. La canalla mediática hizo su trabajo. Salvo algunas protestas de sindicatos y gente de izquierda, el robo está consumado.

A la llamada primera potencia de la UE la robaron igual que a la Libia de Gadaffi.
Ahora, en tiempos de pandemia, Trump le roba insumos a los europeos, incluyendo a los germanos.
Ese accionar, de un darwinismo exacerbado, mina el establishment vigente.
Hace perder confianza en los factores visibles, en la institucionalidad imperante desde que finalizó la segunda guerra mundial.
Ya en el presente siglo, surgen voces, una de ellas muy clara y potente en Caracas, afirmando que un mundo mejor es posible.
Un mundo multipolar, más solidario, con economías complementarias, con respeto verdadero a los derechos humanos, al derecho internacional.
La pandemia puso frente a frente ambos modelos, ambas visiones que vienen pujando.
De un lado China, Cuba, Rusia, Venezuela, con su solidaridad.
En contraparte, Washigton robando insumos a otros países. No solo Estados Unidos, Alemania, Francia, también lo han hecho.
Quienes desmantelaron los servicios estatales de salud, quienes lo privatizaron, sufren más.
Pero el gesto más hermoso, de mayor valor y trascendencia geopolítica, con efectos en el futuro cercano, lo protagonizan Irán y Venezuela.

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La llegada de gasolina, insumos, la llegada de personal iraní para colaborar en la potenciación de PDVSA muestra que un mundo mejor es posible.
Muestra que la visión geopolítica de Hugo Chávez, puesta en práctica apenas asumió el poder, fue acertada.
En tiempos como los actuales, Chávez logró calar en la opinión pública mundial, guste o no.
La política internacional venezolana es coherente, por lo tanto, hasta los adversarios serios la respetan.
Sus aliados confían en Caracas.
Por eso, Inglaterra debe pensar bien antes de robar el oro venezolano, su poca credibilidad terminaría de resquebrajarse.
Insistimos, otro mundo mejor es posible. Ya soplan nuevos vientos.
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