Lo que ocurrió el domingo 25 de mayo no es más que la confirmación de la subestimación absoluta del chavismo como una comunidad política con vocación de poder
Cuando la jornada de este 25 de mayo nos brindó un pueblo Warao transitando bajo un torrencial aguacero, con el simple y firme propósito de ejercer el derecho democrático del voto que le asiste por conducto de la Constitución Nacional de 1999; uno entendió con claridad el desafío político que significaba el hecho electoral que transcurría sin ningún tipo de alteración a la paz y estabilidad en Venezuela.
Y es que lo que ocurrió el domingo 25 de mayo no es más que la confirmación de la subestimación absoluta del chavismo como una comunidad política con vocación de poder.
Una comunidad política que nació de la masacre de febrero y marzo de 1989 y la absoluta desatención de un sistema político puntofijista que se regodeaba en el disfrute de un reparto eterno de poder entre dos partidos políticos de un mismo tronco severamente cuestionado por su accionar antidemocrático; y que se lanzó con fuerza a respaldar a los rebeldes del 4 de febrero, encabezados por Hugo Chávez, quien trajo nuevamente al escenario nacional ni más ni menos que el Proyecto Histórico Bolivariano, que al parecer había quedado suspendido en el tiempo, en aquel aciago año de 1830.
Siendo el ejemplo de los Warao apenas una muestra de lo que significa este proyecto histórico, el chavismo se lanzó con fuerza en una campaña donde hizo contacto cara a cara con la gente, entendiendo el contexto y el momento de la elección del 25 de mayo, que no puede asemejarse a ningún otro proceso electoral, siendo siempre un error comparar arbitrariamente eventos electorales y más en la lógica de una República Bolivariana de Venezuela agredida y amenazada por poderosos factores mundiales.
La realidad política de la victoria en toda la línea obtenida por la Revolución Bolivariana, pero que a su vez se convierte en una derrota política de toda la Nación a los factores extremistas que pretenden sembrar violencia en Venezuela para tratar de impedir el evento electoral; es que la misma es fruto de un trabajo político realizado para ganar la elección que se presentó el domingo, sin andar perdiendo el centro estratégico sobre cualquier otra cosa y comprendiendo claramente la relevancia de una nueva victoria electoral luego del intento insurreccional del 29 de julio del año 2024.
En ello, más que cualquier mensaje o slogan de campaña, fue más importante la sistematización de la experiencia de dos eventos este año (sumado a los anteriores) de un proceso de Consulta Popular Nacional que han servido para la sistematización de proyectos y su ejecución en más de 5000 circuitos comunales. Ese trabajo de promoción y participación, que fomenta finalmente el empoderamiento de nuestras comunidades, es una de las piedras angulares que resultó clave para la victoria de este domingo, ya que todos sabemos que las oposiciones niegan de antemano todo ejercicio protagónico y participativo de la gente en las comunidades, bajo el cliché de la «imposición» de un «Estado Comunal», cuya lógica solo ronda sus mentes fanatizadas.
A esto habrá que sumar la unidad que finalmente se mantuvo en el seno de todas las organizaciones del Gran Polo Patriótico, cuestión que dista mucho de las multi candidaturas a gobernaciones de estado, y hasta 10 listas nacionales a la Asamblea Nacional presentadas por las oposiciones básicamente fragmentadas; precisamente por la lógica de un extremismo que niega la democracia, la libertad y la participación.
Si además hablamos de propuestas, la Revolución Bolivariana viene trabajando desde al menos hace un par de años (hoy por cierto ya Ley Orgánica de la República) en el Plan de las Siete Transformaciones; impulsado por el presidente de la República, Nicolás Maduro Moros, con una lógica en la cual se han involucrado cinco generaciones y toda clase de ciudadanos de diversos sectores sociales del país; opinando, construyendo, hilvanando su contenido. Esto ha permitido engranar un tronco central del cual se derivaron propuestas de cara al 25 de mayo y que fue parte de la construcción de una narrativa exitosa, propositiva, para la campaña electoral.
Las oposiciones, mientras carecían de todo tipo de propuestas reales, con sentido político práctico para presentarle al país; se metieron de pies y cabeza en el viejo bucle opositor de participar o no, en el proceso electoral. Como si tal cosa fuera un asunto interesante para la cotidianidad de venezolanos y venezolanas bastante preocupadas y ocupadas en otros asuntos.
Es tan sencillo el tema que, para el sistema político venezolano, tradicionalmente, el voto no es una obligación sino un derecho, por lo tanto quienes no lo ejercen simplemente no participan y por ende no eligen, pero de resto no sucede absolutamente nada. Pretender atribuirse la abstención como una victoria de carácter político simplemente es una torpeza, que de suyo puede sumar en el futuro inmediato nuevas victorias para el Proyecto Histórico Bolivariano.
Todo lo anterior, seguramente sumado a otras variables propias del debate político, deja ver la gran victoria que el 25 de mayo el pueblo venezolano dio, frente a quienes trataban de violentar su derecho al voto, y además imponer una nueva etapa desestabilizadora en el país, que fue felizmente cauterizada por las fuerzas de seguridad del Estado Venezolano.
Siendo así, con más del 42% de participación en el proceso, 23 de las 24 gobernaciones de estado son parte de la Revolución Bolivariana, así como la mayoría calificada en la Asamblea Nacional, y la mayoría absoluta en casi todos los Consejos Legislativos Estadales. La torpeza política, y seguir en el bucle histórico de desconocer y subestimar a la Revolución Bolivariana, vuelve a convertir un evento electoral en derrota para la oposición, la número 30 de 32 procesos electorales en el contexto de la V República Venezolana.
La paz política y social que hemos venido consolidando y que nadie nos regaló; sino que fue fruto de una etapa de resistencia heroica y victoriosa ante el plan de imponernos una lógica insurreccional en Venezuela, este 25 de mayo dio un paso significativo.
Es en toda la línea una victoria de la paz, condición que será absolutamente clave para transitar la etapa de contraofensiva en todos los órdenes, político, social, económico y cultural, para consolidar la determinación de una nación que se mantendrá independiente, soberana y digna; construyendo el camino de su progreso, desarrollo y bienestar.