Dicen que el ser humano es el único que tiene la capacidad de tropezarse dos veces con la misma piedra, es decir más de una vez tiende a cometer el mismo error; incluso si ha afirmado haber aprendido desde el primer momento.
La élite de poder de Estados Unidos se trazó a partir de los atentados a las Torres Gemelas del Centro Mundial de Comercio en Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, la necesaria reconfiguración del ombligo del mundo, Oriente Medio, para garantizar su occidentalización definitiva eliminando uno a uno a todos sus «enemigos».
En ese proceso socavó por completo toda la institucionalidad de Naciones Unidas así como el orden internacional basado en reglas, que fue construido a la finalización de la Segunda Guerra Mundial, en 1945.
Irak, Afganistán, Libia y Siria serán apenas parte de los testigos de las barbaridades cometidas en nombre de la «libertad» y la «lucha contra el terrorismo» que ha marcado el ejercicio genocida de un imperio que hoy se encuentra en declive estructural, no afirmado por nosotros sino por su actual presidente, Donald Trump.
En el camino, en ese socavamiento, ha irrumpido con fuerza un nuevo orden multipolar, encabezado por la República Popular China y la Federación de Rusia, que han venido impulsando poderosos mecanismos de integración y fórmulas alternativas a la hegemonía exclusiva, el unilateralismo, y una «pax americana» que poco o nada ha dejado para el progreso de la humanidad.
Tal situación ha generado el desespero de un accidente colectivo, encabezado por Estados Unidos, que no sólo no ha aprendido de la lección de haber salido con las tablas en la cabeza de su experiencia de guerra en Afganistán, donde 20 años después tuvieron que salir a la carrera mientras veían derruirse todo el sistema político occidental divorciado de una región que desconoce por completo ese tipo de sistemas.
Lejos de haber aprendido se fueron a tropezar con la piedra de provocar una guerra a Rusia, utilizando el dispositivo del régimen nazi de Ucrania que instauraron para este propósito en el año 2014, en una de las tantas revoluciones de colores amparadas, financiadas y ejecutadas de la mano de la élite de poder de Estados Unidos.
No contentos con eso, ahora, en la actualidad vemos cómo se lanzaron a cebar en un falso proceso de diálogo a la República Islámica de Irán, que hoy tiene que enfrentar la pretensión de ese occidente colectivo de cambiar por la fuerza del régimen político que llegó al poder a partir de la revolución de los ayatolas en 1979.
De ese tamaño es el giro que ha tomado el proceso según el cual Irán no debe tener acceso a armas nucleares, mientras que el Estado de Israel, cuyos sionistas ejecutan un genocidio bárbaro contra el pueblo de Palestina en la franja de Gaza, se dan el lujo de tener impunemente como mínimo 90 armas de ese tipo, manejadas por un grupo de dementes y extremistas que son capaces de ejecutar una guerra biológica bombardeando sitios nucleares, mientras siguen impunemente asesinando mujeres y niños en Palestina.
En todo esto consistió la maniobra fabricada en la Junta de Gobernadores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), donde con la connivencia de su director convirtieron a dicha instancia en «Consejo de Seguridad ad hoc» ni más ni menos que impulsando una condena a Irán por supuestamente no contribuir de ningún modo con los requerimientos esa instancia para tener información sobre su trabajo en materia de enriquecimiento uranio.
Semejante falsedad, fabricada por el gobierno de Estados Unidos y acompañada por las delegaciones de Reino Unido, Alemania y Francia se llevó a cabo apenas horas antes de la agresión injustificada de Israel en territorio iraní, por cierto debidamente informada y conocida por estas capitales a un punto de contubernio que les llevó a guardar absoluto silencio cómplice, y además complacencia ante los efectos de los primeros bombardeos.
Lo cierto es que en una especie de “déjà vu” de otros momentos propios de grandes errores diplomáticos y militares cometidos por Estados Unidos, creyeron que con el asesinato de altos mandos militares o políticos de la República Islámica de Irán, el trabajo posterior de sustitución de régimen político de esa Nación estaba hecho.
Posiblemente se envalentonaron sus centros de pensamiento y operadores políticos, con los éxitos obtenidos en la República árabe Siria, hoy sometida al saqueo mientras se legitiman las acciones de un otrora asesino quien hoy funge como «Presidente» y es presentado como un liberal de camisa, perfume, chaquetilla y corbata.
Pero resulta que ni se han dado las condiciones para un cambio de régimen en Irán, cosa que por cierto se ve bastante lejana más allá de los pronósticos de algunos fanáticos cuyos deseos están bien alejados de la Realpolitik, sino además que la respuesta militar del Estado persa ha desafiado todas las advertencias previas sobre el carácter inexpugnable del llamado «domo de hierro» de Israel.
Esto simplemente ha demostrado la vulnerabilidad de ese Estado, manejado por unos sionistas irresponsables cuyo accionar político se parece al de régimen nazi en Ucrania, no solo poniendo en riesgo a su propio pueblo; sino además cometiendo un genocidio injustificable en contra del pueblo de Palestina.
Mientras el mundo está en vilo por lo que pueda suceder en las próximas horas, día y semanas, la realidad es que no es viable ninguna de las premisas planteadas por el occidente colectivo en su pretensión de cambiar el régimen de Irán.
Tampoco es factible ni viable la posibilidad de una solución pacífica en Oriente Medio sin la existencia de dos Estados que reconozcan el derecho del pueblo de Palestina, teniendo por ende que apelar al plan de paz planteado por la República Popular China para esa región.
Estamos, desafortunadamente, ante un nuevo ejercicio y responsabilidad de la élite de poder de Estados Unidos, que pretende configurar a la fuerza la cancha del nuevo orden mundial siendo ellos los «jefes» del proceso, sin tener condiciones económicas, políticas o sociales que les asistan.
Utilizan por ende el poderío militar que tienen como para tratar de socavar las bases de un proceso ineludible.
El futuro del nuevo orden mundial, y de la humanidad en general también se está definiendo en la agresión del Estado de Israel a la República islámica de Irán.