Por: Jesús Faría
El escenario electoral
Las elecciones presidenciales del pasado 20 de mayo se llevaron a cabo bajo condiciones muy difíciles para la revolución.
La agresión despiadada del imperialismo yanqui ha generado efectos muy negativos en el desempeño de nuestra economía con impactos muy graves en las condiciones de vida del pueblo. Otros aspectos fundamentales de la guerra económica, como el ataque a la moneda, la especulación galopante, el contrabando de extracción, han actuado en la misma dirección. Adicionalmente a ello, se ha desatado una verdadera campaña de terror psicológico. Se teje un cerco diplomático y político en nuestro continente y en Europa…
En este contexto, el chavismo venía de obtener importantísimas victorias políticas y electorales. Una muy significativa se registró sobre la violencia golpista de la oposición con una masiva movilización popular, encabezada por la unión cívico-militar. Asimismo, la instalación de la ANC constituyó un avance crucial, los triunfos electorales en elecciones regionales y municipales se convirtieron en procesos de victoriosa medición de fuerzas con la contrarrevolución y de acumulación de fuerzas para enfrentar nuevos desafíos.
A raíz de sus derrotas, la derecha se sumió en el desconcierto y se generaron procesos de fractura y repliegue en el campo de la contrarrevolución. Ni siquiera el empuje furioso del intervencionismo yanqui pudo compensar su desbandada.
En líneas generales, el escenario de paz y conveniencia democrática que permitió las elecciones libres del 20M, fue una conquista de las victorias revolucionarias lideradas por el presidente Maduro.
Los resultados electorales
La victoria del chavismo con el presidente Nicolás Maduro solo puede catalogarse de heroica. Bajo tan adversas condiciones, obtuvimos el 68% de los votos, lo que representó más de 6,2 millones de votos y un apoyo popular que triplicó la votación total opositora. Este resultado constituye la segunda mayor votación porcentual y segunda mayor diferencia con el resto de los candidatos registradas en nuestra historia republicana, después del 75% de Rómulo Gallegos en el año 1947.
Nuestra victoria adquiere una importancia superior si tomamos en cuenta que esa lección determinaba conquistas tan vitales para la nación como la democracia, la soberanía, la convivencia pacífica.
Como acertadamente adelantó el camarada Diosdado, Henri Falcón, principal candidato de la oposición, le dio la espalda a la democracia desconociendo el resultado. Su deslinde de las fuerzas golpistas dirigidas por la embajada gringa en Caracas había constituido inicialmente un hecho importante, pero su aplastante derrota lo llevó a un acto de cobardía e hipocresía, como ya nos tienen acostumbrados los líderes opositores.
La fuerza del chavismo
Podemos asegurar, sin temor a equivocarnos, que cualquier otra fuerza política hubiera sufrido una aplastante derrota bajo las condiciones de nuestro país.
¿Cómo se explica tan importante apoyo bajo una situación tan compleja? Hay tres consideraciones iniciales que podría aclarar en parte esta interrogante.
En primer lugar, el pensamiento chavista se ha arraigado profundamente en la consciencia de amplios sectores populares, que no se doblegan frente a los efectos de la guerra económica y no abandonan a la revolución bolivariana ni siquiera bajo las durísimas condiciones en la actualidad. Es el chavismo duro con sus profundas convicciones democráticas, socialistas, con sus convicciones basadas en la independencia nacional. Esta fuerza se ha convertido en un factor de poder capaz de ganar cualquier batalla.
En segundo lugar, tenemos las políticas sociales de alcance histórico del gobierno revolucionario, que le ha permitido establecer una conexión directa con las grandes mayorías populares.
En tercer lugar, el accionar de un partido revolucionario como el PSUV, gran vanguardia de la revolución bolivariana, y de las fuerzas políticas y sociales del chavismo, ha logrado unificar, organizar, educar y movilizar a la mayoría de nuestro pueblo en función de los objetivos revolucionarios.
Tareas de la Revolución
Sin embargo, más allá de la histórica victoria, tenemos que analizar la merma de la votación absoluta del chavismo que ronda entre 1 y 2 millones de votos de acuerdo a la comparación (2012 y 2013). También tenemos que estudiar la caída de la participación en las votaciones, más allá de los efectos del boicot imperial.
Esto, quisiéramos aclarar de entrada, no deslegitima la elección del presidente Nicolás Maduro. La victoria es sin atenuantes, especialmente al contrastarlo con elecciones de presidentes y jefes de gobierno en el pasado venezolano y, por otra parte, en importantes países del mundo (EEUU, Colombia, España, Chile, Alemania, etc.), que alcanzaron sus victorias con un apoyo electoral inferior al 30% de la población electoral que respaldó al presidente Maduro.
No obstante, políticamente estamos obligados a analizar esas variables bajo el prisma de la crítica constructiva y en virtud de los desafíos de gigantesca proporción derivados del 20M.
¿Por qué bajó la votación? ¿Cómo construimos mayorías electorales de mayor solidez?
En tal sentido, destacan tres aspectos que lucen determinantes para el futuro inmediato de nuestra revolución.
Por una parte, destaca el tema económico. Acá se imponen importantes y profundas rectificaciones. Se abre un proceso de amplio diálogo para encontrar las fórmulas que permitan reactivar la economía y frenar la criminal especulación. Es insostenible el proceso social de la nación en las actuales condiciones económicas.
Este debate no puede estar dominado por los dogmas, ni tampoco sacarnos del campo de la revolución. Se impone mucha audacia e inteligencia. Cualquier salida de la crisis exige un cambio de las políticas y de conductas que venimos aplicando.
En lo ético-institucional se impone un viraje radical. Los flagelos de las corruptelas, ineficiencias, indolencias deben ser combatidos con rigurosidad. Eso se ha reiterado de manera insistente por años, pero los resultados han sido espasmódicos y parciales, en el mejor de los casos. ¿Por qué no se frena la impunidad? ¿Por qué no se actúa ante las denuncias? Esa terrible situación constituye uno de los mayores peligros contra la revolución, y esto no solo por la decadencia moral que representa, sino porque inmoviliza el funcionamiento del Estado.
Por último, pero no menos importante, está el tema del Poder Popular, aspecto esencial de nuestra revolución. Su desarrollo representa un termómetro perfecto para medir el avance y la profundidad revolucionarias. Tenemos que desarrollarlo en términos reales sin maquillajes ni autoengaños.
Una gran ofensiva económica, ética y en el campo del poder popular es absolutamente necesaria para derrotar la arremetida imperial que arreciará, sin duda, en busca de ahogar a la revolución bolivariana.
No tengamos miedo a la crítica constructiva, vamos a un debate nacional, vamos a la rectificación en los hechos, vamos una sólida acción popular con la clase obrera en la vanguardia para vigorizar la revolución bolivariana.