Por: Werther Sandoval
Tan pronto como el expresidente de EEUU, Barak Obama, emitió en 2015 el decreto que calificaba a Venezuela como “una amenaza inusual y extraordinaria”, comenzó un declive operativo de Pdvsa que derribó en 77% la producción de gasolina del Sistema de Refinación Nacional.
La caída fue secuencial y puso en evidencia cómo la dependencia tecnológica de la industria es el instrumento que facilita la aplicación de las sanciones. Desde los 283 mil barriles de combustible que se producían en 2014, cayó a los 64,5 mil barriles absorbidos por el parque automotor al cierre de 2021.
Pero el esfuerzo de los trabajadores de Pdvsa para extraer el petróleo, dieta requerida por las refinerías, así como en la ejecución de mantenimientos correctivos y preventivos y de suplir con importaciones alternas e inventivas propias los equipos y repuestos, logró revertir el dramático volumen marcado en el cruel y crítico año de 2021.
Ya en 2022, la producción de gasolina había subido a 85,3 mil barriles diarios y cerraba 2023 en 88,3 mil barriles, tendencia que se mantiene hasta cifrar entre 90.000 y 100.000 en la actualidad, lo cual se manifiesta, ojo, en la reducción de las colas de usuarios de las 1.611 Estaciones de Servicios Activas del país.
Un efecto similar tuvo y aún tienen las medidas ilegales sobre el comportamiento de la totalidad de los productos generados por las cuatro refinerías del Sistema de Refinación Nacional (SRN).
Además de gasolina, el SRN produce el asfalto usado para impermeabilizar; diésel, empleado como combustible y calefacción; fueloil, en plantas eléctricas y calderas; kerosene, para la maquinaria pesada, calefacción y disolvente de pinturas; Combustible Jet A1 o también llamado gasolina de avión; aceites, lubricantes, grasas para carros y maquinarias; MGO marino o combustible marino; y otras especialidades.
De todos estos productos refinados se alcanzó a producir 572,4 mil barriles diarios en 2014, pero tras el decreto de Obama, en 2015, la cifra cayó a 259,1 mil barriles y así continuó la baja hasta los 112,8 mil barriles en 2021. Luego subió a 136 mil en 2022 y a 137 mil en 2023.
Y de todos estos productos los más afectados fueron los aceites, grasas y lubricantes. En 2014 se producían 4,5 mil barriles diarios, y desde allí la caída ha sido continua hasta cerrar en 2023 en 0,1 mil barriles.
El diésel corrió igual suerte. De 231,6 mil barriles en 2014 se vino a pique hasta llegar a 38,4 mil en 2023. El asfalto pasó de 7,8 mil barriles a 0,7 mil barriles en 2020, desde donde comenzó a subir hasta 1,8 mil barriles en 2022 y 2023.
La gasolina de avión, Jet A1, pasó de 6,4 mil barriles en 2014 a 0,9 mil barriles en 2020, desde donde viene en subida al cerrar en 2,1 barriles en 2023.