Las narrativas contra Venezuela parten de falacias circulares
Un chisme barato se convierte en declaratoria oficial de EEUU
Las agresiones contra Venezuela, de parte del poder imperial, son como serpientes que se muerden la cola. Están basadas en falacias circulares, armadas entre las agencias gubernamentales estadounidenses y los medios de comunicación, incluyendo, de manera creciente, las redes sociales.
El mecanismo funciona más o menos así: las “fuentes” de inteligencia de Estados Unidos filtran un dato sobre una supuesta conducta irregular del gobierno de Venezuela; lo difunde un periodista venezolano al servicio de dicha agencia; lo repite un medio de comunicación de rango global, de esos que son calificados como “prestigioso y veraz”; con ese aval, lo reproducen medios de todo el mundo, aliados en su afán contra Venezuela; finalmente, las autoridades estadounidenses asumen que lo publicado es cierto y salen a proferir amenazas y ofrecer recompensas.
En sentido estricto, no se comprobó nada. Ni siquiera se hizo el gesto de buscar información para verificar o desmentir. El dato divulgado intencionalmente por la agencia de inteligencia da un recorrido por un espectro de medios y, con ese alto nivel de difusión, el mismo gobierno de EEUU lo considera confirmado y, en consecuencia, toma medidas injerencistas y extraterritoriales.
El caso del ficticio Cartel de los Soles es así. En 2015 sólo fueron habladurías sin ninguna base que comunicadores muy cuestionados (por su inocultable animadversión contra el gobierno bolivariano) comenzaron a publicar en medios o en redes. Lo tomó como tema The Wall Street Journal (en este caso, “el medio prestigioso”), que lo dio por cierto; lo rebotaron muchos medios, incluyendo varios venezolanos.
Esa publicación generalizada fue razón para que funcionarios ávidos de figuración y negocios salieran al ruedo, a iniciar supuestas averiguaciones. Y estas, las averiguaciones, fueron difundidas por los mismos medios como una evidencia de que la información era cierta. El ciclo se repite indefinidamente, sin que aparezca alguna prueba real.
Una matriz tras otra
Con tan falaces argumentos, las narrativas tienden a perder fuerza, a pesar del empeño que les ponen todos los participantes: agentes de inteligencia, periodistas y editores, autoridades estadounidenses involucradas. Entonces, la estratagema consiste en pasar de una matriz a otra, cada una más disparatada que la anterior.
Con una narrativa ocultan el fracaso de otra o, al menos, la dejan descansar un poco para utilizarla de nuevo más adelante.
A lo largo de los 26 años de Revolución Bolivariana, se ha acusado al comandante Hugo Chávez y al presidente Nicolás Maduro de toda clase de supuestos nexos con organizaciones previamente satanizadas, como los grupos guerrilleros colombianos, ETA, Hezbolá, Hamas, el presunto programa de armas nucleares de Irán y hasta Black Lives Matter. En cada caso se ha aplicado el mismo método de centrífuga de información.
Cada cierto tiempo, las ya utilizadas, vuelven a primer plano, según las circunstancias, tal como ocurrió durante los ataques de Israel y EEUU contra Irán. En esos días se aseguró que Venezuela se había llenado de terroristas iraníes que buscaban refugio y tenían documentos de identificación emitidos por el gobierno nacional.
Una narrativa condimenta a la otra
En ocasiones, en su afán de demonizar y deshumanizar a los adversarios (para justificar cualquier barbaridad perpetrada en su contra), las oficinas imperiales no sustituyen una matriz con otra, sino que las usan juntas, como en una olla a la que le agregan diversos ingredientes.
Lo estamos presenciando actualmente. Tras el fracaso del relato del Tren de Aragua como entidad terrorista, han desempolvado la narrativa del Cartel de los Soles, pero mezclando ambas. De ese modo presentan al presidente Maduro como jefe de un cartel de narcotráfico y, a la vez, de un grupo terrorista. Ambas especies son infundadas y difamatorias, pero eso no sirve para tranquilizar a nadie, porque con malabarismos similares han invadido países y perpetrado magnicidios, matanzas y genocidios en lugares tan distantes como Irak y Libia, o tan cercanos como Granada y Panamá.
Influenciadores y bots son actores clave
A principios de siglo, estas operaciones de centrifugado de información las llevaban a cabo los medios de comunicación convencionales: periódicos, radioemisoras, televisoras y agencias de noticias. En la actualidad, nuevos actores han copado la escena, debido a los cambios tecnológicos acelerados que han ocurrido y están ocurriendo.
Aparecen así los influenciadores de las redes sociales y los bots que activan los poderosos elementos involucrados en la lucha política nacional e internacional.
Estos dos nuevos actores se manejan con gran destreza y son favorecidos por los algoritmos de las grandes corporaciones que manejan las comunicaciones masivas en la actualidad. Allí nacen muchos de los chismes que luego terminan convertidos en bloqueos, medidas coercitivas unilaterales, amenazas y ofertas de recompensas al estilo del far west. Son la nueva boca o la nueva cola de la serpiente.