«La repatriación de las reservas de oro coincide con una tendencia más amplia de los países a reevaluar sus estrategias financieras a la luz de la evolución de la dinámica mundial», dijo Joseph Mensah
Ya no hay duda, el tiempo nos da la razón. Un nuevo orden mundial emerge, pese a la incredulidad de muchos políticos o intelectuales de inalterable rigidez mental. Pese a quienes asumen la creencia que el establishment es inalterable por sus muchos poderes y mañas.
¿Cuándo veremos ese nuevo orden? Suelen preguntar socarronamente. A veces nos llaman “soñadores bien intencionados”. Creo que lo hacen por flojera mental. Una ley de las ciencias sociales es que las sociedades siempre están en movimiento, no son estáticas. Sí, es cierto, quienes manejan la economía, las finanzas, (los verdaderos, no sus representantes) llevan siglos haciéndolo. Se consolidaron como “amos del mundo” construyendo un poder inmenso, global.
Lo hicieron monopolizando el conocimiento, manejando la religión a su conveniencia, utilizando la ciencia para que sus avances fueran puestos a su servicio.
Diseñaron la economía a su antojo. Elaboraron un comercio internacional a su medida. Crearon guerras cuando les fue necesario.
Pero, sobre todo, y es una constante de siglos: manipulando las mentes. Mediante el conocimiento o la fe. Está más que documentado el rol de la Iglesia Católica en la construcción del actual statu quo. El de las universidades construidas según la óptica eurocéntrica que se impuso en el mundo. Bajo su metodología, bajo su espíritu.
Por eso vemos a intelectuales que se identifican como de izquierda, cuando se trata de temas álgidos, adoptan posiciones propias de las élites globales. Lo hacen, casi sin darse cuenta.
Por eso les resulta difícil e ilógico aceptar que el nuevo orden mundial emerge.
Pero, para eso estamos, para aportar elementos que sostengan nuestra prédica sobre lo que ya puede palparse.
Por ejemplo, la semana pasada los medios internacionales debieron informar que varios países africanos empezaron a retirar sus reservas de oro de Estados Unidos, por los riesgos asociados al debilitamiento de la economía estadounidense.
Ya, los primeros días de abril, trascendió que Sudáfrica había decidido repatriar sus reservas de oro de Estados Unidos. Según expertos en economía, la decisión tiene que ver con el nuevo entorno económico mundial.
Una vez hecha pública la decisión sudafricana, otro gigante económico africano, Nigeria, se sumó a esa corriente. Según trascendió, para minimizar la exposición a vulnerabilidades externas.
«La decisión de Nigeria de repatriar sus reservas de oro de Estados Unidos es un movimiento estratégico en respuesta a las inciertas perspectivas económicas. Con la economía estadounidense afrontando retos como la elevada inflación y el creciente endeudamiento, Nigeria está tomando medidas proactivas para salvaguardar su riqueza y reforzar su resistencia financiera», opinó la economista de la Universidad Estatal de Gombe, Fatima Abubakar.
El asunto no quedó allí; días después, las autoridades de Ghana se sumaron a Nigeria y Sudáfrica.
«La repatriación de las reservas de oro coincide con una tendencia más amplia de los países a reevaluar sus estrategias financieras a la luz de la evolución de la dinámica mundial», dijo Joseph Mensah, economista de la Universidad de York.
«A medida que aumentan las tensiones geopolíticas y se intensifican las disputas comerciales, las naciones dan cada vez más prioridad a las medidas para ejercer un mayor control sobre sus activos financieros y reducir la dependencia de la custodia extranjera«, agregó.
Le preocupa a Washington, al “occidente colectivo”, la determinación. Preocupa, porque como algún opinador con reminiscencias colonialistas dijera, “el mal ejemplo puede ser contagioso». No está tan errado, ya más países han hecho saber su deseo de imitar lo hecho por esas grandes economías africanas.
Esa determinación, soberana a todas luces, era impensable hasta hace unos años. La colonización política y mental hacía imposible que los mandatarios africanos actuaran de esa manera.
La hegemonía era aplastante, hoy no. Ya existen alternativas al poder occidental. De hecho, Sudáfrica está entre los fundadores de los BRICS, el grupo que desplaza al G7 en la primacía económica global.
No sólo eso. Más allá de intereses genuinos desde el punto de vista geofinanciero, geoeconómico; Estados Unidos, Occidente, no son confiables y los países del sur global lo manifiestan.
No son confiables porque roban a otros países y pretenden mantenerse impunes.
Existen antecedentes cercanos que confirman lo que decimos. Por ejemplo, en 1979, apenas triunfó la revolución en la República Islámica de Irán, los activos de la nación persa fueron tomados por Washington, prohibió las importaciones de petróleo iraníes y congeló unos 11.000 millones de dólares en activos — unos 35 350 millones de dólares en la actualidad, teniendo en cuenta la inflación.
Esto lo amplió en un trabajo, el 2022, el escritor cubano Hedelberto López Blanch.
Decía López que, rompiendo cualquier regla internacional y con las mañas de una potencia imperial, un tribunal de Nueva York ordenó que esos activos iraníes se utilizaran para indemnizar a las víctimas del 11 de septiembre de 2001, sin que existiera ni el más mínimo indicio de que la República Islámica estuviera involucrada en los ataques terroristas.
La misma sentencia señalaba que otros 15.000 millones de dólares de Teherán se desviaran, en 2004, a la reconstrucción “fantasma” de Irak, después de la invasión estadounidense.
Por cierto, de las arcas de Irak desaparecieron miles de millones de dólares de las reservas del país.
“Caso similar ocurrió con los 7.000 millones de dólares del Banco Central de Afganistán depositados en instituciones financieras estadounidenses. La Casa Blanca, en febrero de 2022, ordenó disponer de esos fondos para ayudar a las víctimas del 11 de septiembre”, escribió López.
No olvidemos que, tras la invasión de Libia por la OTAN, 13.000 millones de dólares fueron congelados en un banco belga y posteriormente desaparecieron, esto lo afirmó la revista belga Le Vif.
Siguiendo ese mismo sendero, una orden de la Corte Penal Internacional (CPI) estableció que más de 1.000 millones de euros de aquel país fueran confiscados en Italia. Paralelamente, Washington realizaba una operación similar con 30.000 millones de dólares que se hallaban en bancos estadounidenses.
En 1979, apenas triunfó la revolución en la República Islámica de Irán, los activos de la nación persa fueron tomados por Washington, prohibió las importaciones de petróleo iraníes y congeló unos 11.000 millones de dólares en activos — unos 35 350 millones de dólares en la actualidad, teniendo en cuenta la inflación
“En instituciones británicas la cifra de activos libios de los que no se sabe su paradero, asciende a 12.500 millones de dólares”, comentó el escritor.
En el trabajo publicado en Rebelión, se menciona el caso de Cuba, país al que por el bloqueo económico, comercial y financiero le fueron congelados, desde 1963, más de 245 millones de dólares en bancos estadounidenses. Estos han ido despareciendo, las distintas administraciones norteamericanas las han entregado a miembros de la mafia cubanoamericana radicada en Miami.
Ahora, y por eso siempre es bueno contextualizar, todo eso lo hicieron empezando el siglo, cuando el hegemón campeaba a sus anchas, sin contrapeso valedero.
Por eso no había mayor revuelo ni riesgo. El problema, y eso es lo que agita las aguas geopolíticas globales, es cuando las empiezan a lanzar contra Rusia, una potencia política, económica y militar.
“Después de que Moscú lanzó la operación militar especial en Ucrania, con el objetivo de desmilitarizar y desnazificar al país vecino, Washington y sus aliados occidentales bloquearon activos rusos por unos 300.000 millones de dólares, cerca de la mitad de las reservas internacionales del gigante euroasiático. Ese dinero es el que han pagado durante años los países occidentales por las importaciones de gas ruso”, recordó Pérez.
Al respecto, Serguei Lavrov, ministro de Relaciones Exteriores ruso, catalogó de robo el hecho y predijo que constituiría “la destrucción de la propia base de las relaciones internacionales y golpearían a los propios europeos, al sistema financiero y socavarían la confianza en Europa y en Occidente en general, porque es una arbitrariedad total parecida a la ley de la selva”.
Eso lo dijo Lavrov en 2022. Hoy, en la decisión de los países africanos, y otros que se sumarán, se ven los efectos de esa arbitrariedad, de ese robo. La confianza ha sido mermada. Los países del Sur Global ya no toleran las injusticias, y, es más, actúan previniéndolas.
Por cierto, en 2013 el gobierno de Alemania solicitó a la Reserva Federal de Estados Unidos la repatriación de sus reservas de oro.
El gobierno norteamericano se negó, inclusive el tema trató de silenciarse. La gran prensa prefirió ignorarlo, pasarlo por debajo de la mesa. Hubo tensión entre los gobiernos. Hasta que después de muchos meses de incertidumbre, se dejó saber que el total del oro sería devuelto en 2017.
Revisando bien la historia, recordamos que la Reserva Federal de los Estados Unidos es una de las organizaciones más secretas del mundo, que durante muchos años almacenó grandes cantidades de oro de diferentes países.
Existía la creencia de que era uno de los lugares más seguros para las reservas. Ahora la situación ha cambiado, ya que el oro almacenado allí se está agotando como resultado de su venta, fianza o uso como garantía financiera.
Peor aún, la solicitud alemana de repatriación del oro almacenado en la Reserva Federal de EE. UU., que se estipuló debía hacerse en 2017, la postergaron para 2020.
Reportes de hace dos años, sobre todo en RT, enfatizaban que Alemania tiene razones para inquietarse. En general, las instituciones financieras de EE.UU. son conocidas por vender lo que realmente no existe.
¿Antecedente? En 2012, Goldman Sachs estuvo vendiendo certificados de oro, asegurando que estaban garantizados por el metal de sus bóvedas. Al poco tiempo se supo que en sus bóvedas no había oro. La tan promocionada entidad financiera trabajaba sobre la base de un sistema de reserva fraccionaria, presumiendo que pocos depositantes exigirán recuperar su oro.
En Venezuela también se reconoce la calaña de los banqueros occidentales, especialmente los ingleses. Y es que el Banco de Londres se resiste a entregar los millones de dólares en oro que tiene depositado en sus bóvedas el Estado venezolano.
Escudándose en una serie de leguleyadas no lo entregan. Pero, lo dicho, esa arbitrariedad perjudica el negocio británico.
Cada vez son menos los países que confían en ellos. Insistimos, la decisión africana es elocuente, valiosa, valiente. Pero, sobre todo, de gran carga simbólica. Así se va reconfigurando el nuevo orden mundial, con acciones concretas que afectan la economía del hegemón y sus cómplices.