Ilustración Lorena Almarza
«Si continúan esas acciones llevadas a cabo en violación de la Carta de la Organización de las Naciones Unidas, de manera inevitable conducirán al caos en las relaciones internacionales», advirtió el pasado domingo15 de abril el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, durante una conversación que mantuvo con su homólogo de Irán, Hasán Rohaní, a propósito del ataque llevado a cabo dos días antes por una fuerza conjunta de Estados Unidos, Francia e Inglaterra –los tres miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU- en represalia a un supuesto ataque químico ocurrido en la localidad siria de Duma sobre la cual hasta la fecha no se han presentado ninguna prueba, excepto mensajes colgados en redes sociales sin ninguna clase de verificación.
«La Carta de la ONU define claramente en qué situación pude usarse la fuerza militar: EE.UU., el Reino Unido y Francia al atacar a Siria violaron el principio fundamental del derecho internacional sobre la prohibición del uso de la fuerza militar», dijo por su parte la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, Hua Chunying.
De hecho, ya en el pasado el Consejo de Seguridad de la ONU –al que pertenecen también China y Rusia- ha autorizado el uso de fuerzas militares en conflictos internos. Tal fue el caso de Libia, sobre la cual se autorizó el 16 de marzo de 2011 una zona de exclusión aérea, que fue el inicio de una serie de ataques contra las fuerzas del presidente Gadafi y que a la postre condujeron a su caída y posterior asesinato.
Anteriormente, en el año 1990, la resolución 678 del mismo Consejo fijó un plazo hasta el 15 de enero de 1991 para que las tropas iraquíes abandonaran Kuwait, invadido meses antes. Cuando el gobierno de Sadam Hussein incumplió las exigencias de la ONU, una coalición de más de 30 países encabezada por los Estados Unidos inició un operativo militar que culminó con el desalojo de los iraquíes de Kuwait.
Cuando en ese entonces el general Colin Powel, comandante militar de las fuerzas norteamericanas fue interrogado respecto a por qué no había desalojado a Hussein del poder se limitó a señalar: “El mandado de la ONU solo nos autorizó para retomar Kuwait y eso fue lo que hicimos”.
El caso sirio
Sobre Siria se han desplegado desde hace años una serie de ataques dirigidos a la salida del poder del presidente Bashar al-Ásad. Hace ya cuatro años, Rusia bloqueó en el Consejo de Seguridad una resolución propuesta por Estados Unidos y que creaba para Siria un escenario similar al de Libia, con la excusa de la posesión de armas químicas por parte del gobierno.
En ese entonces, una misión de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) junto a varias naciones arribó a Damasco para supervisar la destrucción de todas estas armas, labor que se completó el 23 de junio de 2014 cuando zarpó del puerto sirio de Latakia a bordo del buque danés Ark Futura el último cargamento el cual fue destruido en el mar Mediterráneo. La operación fue calificada como “histórica y sin precedentes”, por Ahmet Uzumcu, director general de la OPAQ, quien elogió el “extraordinario esfuerzo y cooperación internacional destinado a sacar armas de destrucción masiva de un país en pleno conflicto armado interno”. El Premio Nobel de la Paz fue concedido en el año 2013 a la OPAQ, que en ese momento se encontraba desplegada en Siria, que luego fue declarado como un país “libre de armas químicas”.
Juez y verdugo
No obstante, los ataques contra el gobierno sirio por el presunto –y nunca probado- uso de armas químicas ha sido constante. El último episodio ocurrió el 7 de abril de 2017 cuando comenzó a circular por las redes sociales información sobre un presunto ataque con un barril de gas cloro por parte de las autoridades gubernamentales contra la población civil. De inmediato, vía Twitter, el inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, culpabilizó al presidente sirio y prometió represalias.
El ataque se produjo cinco días después, la noche del 13 de abril, cuando sin presentar ninguna prueba ante la ONU y sin intentar una moción en el Consejo de Seguridad, se lanzaron más de cien misiles sobre objetivos ubicados en territorio sirio.
Duma: los hechos
Uno de las estrategias más usadas en la guerra informativa contra los países soberanos, consiste en descontextualizar los hechos para impedir que el consumidor de la supuesta noticia pueda hacerse una idea propia. Así, en el caso del supuesto ataque químico en Duma, apenas se hace mención a “civiles muertos y heridos” sin explicar que para el 7 de abril las Fuerzas Militares Sirias ya habían recuperado el control de la ciudad, ocupada desde hace tres años por el grupo terrorista Jaish al Islam y estaba en marcha un operativo humanitario para asegurar la salida de la ciudad de 4 mil militantes del grupo junto a sus respectivas familias, por lo cual desde el punto de vista militar un hipotético ataque con armas químicas no tendría ningún objetivo, porque ya la victoria estaba en manos de las fuerzas sirias.
La localidad de Duma, locación cercana a Damasco, representaba uno de los últimos bastiones de los terroristas, que desde hace siete años se mantienen en guerra contra el gobierno sirio con el apoyo de agentes externos. Por otra parte, está probado que la organización que denunció el hecho –los llamados Cascos Blancos– están financiados desde el exterior y solo actúan en zonas controladas por los terroristas.
Varios medios occidentales que han tenido acceso a la ciudad después de su liberación por el gobierno de Bashar al-Ásad no han encontrado indicio de uso de armas químicas y, al contrario, recopilaron testimonios de lo que pareciera ser un montaje, pues los testigos hablan sobre un grupo de personas que repentinamente llegan al hospital de Duma y comienzan a gritar: “Ataque químico” al tiempo que mojan con mangueras a los presentes. Pasado un rato se retiran y los videos grabados en ese momento sirvieron como “prueba” para culpabilizar al gobierno de Siria y lanzar más de cien cohetes sobre su territorio.
EEUU, el país que más usa armas químicas
La Fuerza Aérea de los Estados Unidos dejó caer 388.000 toneladas de del agente químico Napalm en diez años sobre Vietnam, comparadas con las 32.000 toneladas usadas en la Guerra de Corea y las 16.500 lanzadas sobre Japón a finales de la Segunda Guerra Mundial.
Una explosión de napalm puede causar graves quemaduras, asfixia y hasta la muerte, sin tener que entrar en contacto con el producto. La tormenta de fuego provocada por el napalm puede aumentar el porcentaje de dióxido de carbono en el aire hasta un 20%, haciéndolo irrespirable para el ser humano.
Los Estados Unidos asegura que en la actualidad ha destruido sus reservas del agente químico, pero reconoce haber usado a su sucesor –el fósforo blanco- en Irak. El arma explota en forma de nube y quema hasta los huesos a cualquier persona que se encuentre en un radio de 150 metros.