Cada vez que EEUU envía un delegado oficial suyo a Latinoamérica es porque ha perpetrado un delito y necesita justificarse, o está planificando un crimen y busca secuaces. Cuando un delegado suyo visita un país suramericano es porque algo trama. Estados Unidos no da puntada sin dedal.
El primer delegado estadounidense que vino a Venezuela llegó en 1818, hace exactamente doscientos años. Se llamó Juan Bautista Irvine. Llegó con la misión de exigir que le devolvieran las fragatas gringas “Tigre” y “Libertad”. Estas habían sido confiscadas por el ejército patriota por el delito de contrabandear armas y víveres a favor de los realistas sitiados en Angostura. No pidió perdón por violar la neutralidad en la guerra entre la Venezuela insurgente y la España imperial. No, vino a exigir a nombre de EEUU, cuyo Presidente era James Monroe, que le entregaran la prueba del delito (las fragatas) e indemnizaran a los “pacíficos” ciudadanos estadounidenses.
Bolívar se opuso a sus pretensiones injerencistas. Le manifestó: “las goletas ‘Tigre’ y ‘Libertad’ han venido a traer armas y pertrechos a los sitiados, y por esto cesan de ser neutrales, se convierten en beligerantes, y nosotros hemos adquirido el derecho de apresarlas por cualquier medio que pudiésemos ejecutarlo”. El cónsul no quiso oír los alegatos jurídicos fundados en el derecho público internacional. Envía un informe secreto a la Casa Blanca donde expresa: «Bolívar con sus pretextos se ha vuelto acusador de los demandantes. Lo que se refleja contra nuestro Gobierno. Cuando los hechos y las pruebas escasean, las suple con su inexhausta imaginación parecida a la de Don Quijote”. Ante la negativa del Libertador de plegarse a sus exigencias, se lanza a conspirar contra el líder patriota. Recomienda: “Un cambio de gobierno restauraría la ley en este país más perjudicado por los daños de un Don Quijote que por las crueldades de un inexorable y salvaje enemigo». (Carta al Secretario de Estado John Quincy Adams del 1ª de octubre de 1818). E insiste: «la dictadura de Bolívar debe tener un fin”. (Carta al Dr. Forsyth de 6 de octubre).
Casi un siglo después, en 1906, Estados Unidos envía un delegado suyo a visitar toda Suramérica. Desde la Casa Blanca se aplicaba la doctrina del “gran Garrote” contra las naciones latinoamericanas y caribeñas. Con base en esta doctrina se cometieron todo tipo de tropelías contra indefensos estados (Cuba, Puerto Rico, Colombia, República Dominicana, Haití). En especial contra Venezuela, cuyo gobierno nacionalista presidido por Cipriano Castro (1899-1908) fue sometido al boicot y a una sistemática campaña de descrédito internacional. Sin embargo, como EEUU aun no era la principal potencia mundial, necesitaba el apoyo de los gobiernos suramericanos para apuntalar su política exterior injerencista. Envió en 1906 un emisario llamado Elihu Root con “designios benévolos”, dijeron. El propósito de la gira “es el de tratar de convencer a los Latinoamericanos de que los Estados Unidos abrigan sentimientos de amistad hacia ellos y no desean gobernar sus asuntos sino que es simplemente filantrópico el interés que toman, puesto que están dispuestos a ayudarlos a desarrollar sus intenciones a fin de que ocupen en el mundo el puesto a que tienen derecho”.
Medio siglo después, en marzo de 1954, una delegación estadounidense visitó nuestra nación, sede de la X Conferencia Interamericana, que se reunió en la UCV (que aún estaba por inaugurarse). La delegación gringa estuvo presidida por John Foster Dulles, Secretario de Estado. El representante de la potencia yanqui “condena las actividades del movimiento comunista internacional por constituir ello una intervención en los asuntos americanos”. Aclara que: «esta declaración de política exterior hecha por las Repúblicas americanas en relación con los peligros de origen extra-continental está destinada a proteger y no a menoscabar el derecho inalienable de cada Estado americano de elegir libremente su propia forma de gobierno”. Pero más allá de esa declaración de “principios democrática” que por lo demás era sostenida por los gobiernos dictatoriales de turno (Somoza en Nicaragua, Trujillo en Santo Domingo, Batista en Cuba, Pérez Jiménez en Venezuela) el gobierno de EEUU requería una justificación doctrinaria para invadir Guatemala, cuyo gobierno presidido por Jacobo Arbenz estaba llevando a cabo reformas a favor del pueblo, que afectaban los intereses de los grandes terratenientes, especialmente de la compañía estadounidense United Fruit Company.
De este modo, luego de la visita de Dulles a Caracas, Guatemala fue arrasada por la aviación norteamericana, apoyada por el títere Carlos Castillo Armas quien dirigió un ejército de mercenarios. Miles de inocentes mueren durante los primeros días de la invasión. Después otros miles son buscados en sus casas y asesinados. Allan Foster Dulles, hermano de John Foster Dulles y Director de la CIA, es el encargado de escribir la nueva Constitución de Guatemala.
Recientemente, en el 2018, Rex Tillerson en nombre de EEUU visitó distintos países de América Latina. Como J. B. Irvine propone “un cambio de gobierno” para Venezuela, pues “la dictadura debe tener su fin”. Insiste, como Elihu Root, en que ha venido con “designios benévolos”, que “abriga sentimientos de amistad”, que su propósito es “simplemente filantrópico”; Y siguiendo a John Foster Dulles, dice no querer “menoscabar el derecho inalienable de cada Estado americano de elegir libremente su propia forma de gobierno”.
Claramente el visitante yanqui está preparando un crimen: la invasión de EEUU contra nuestro país. Además busca aliados internos y externos que lo apoyen. Se siente victorioso y ya se apresta a escribir una nueva Constitución sobre las ruinas de Venezuela. Si estudias el pasado es imposible que no llegues esta conclusión. Entonces hay que prepararse para enfrentar una invasión y resistir tanto a los invasores gringos como a sus colaboradores criollos. ¡Y algunos dicen que el estudio de la Historia no sirve para nada!