Tiempo de buenas noticias
Todo en paz, menos ciertas mentes
La jornada electoral del 27 de julio cerró en total paz, con las nuevas autoridades celebrando su elección o reelección, y los candidatos que no lograron el triunfo, iniciando los necesarios análisis y reflexiones.
Se puede afirmar que la inmensa mayoría del país está en paz luego de cerrar el ciclo de elecciones que comenzó con las presidenciales de 2024, continuó con la escogencia de los y las integrantes de la Asamblea Nacional y los consejos legislativos, las gobernadoras y gobernadores y, en este último episodio, las alcaldesas, alcaldes, concejalas y concejales. Y no puede decirse —desdichadamente— que “todo el país está en paz” porque las ideas de violencia, guerra civil, y otras barbaridades siguen bullendo en las mentes de ciertos personajes que, pese a sus reiterados fracasos, continúan teniendo a sus órdenes los megáfonos de la gran maquinaria mediática global.
Mientras otros sectores opositores están pensando y debatiendo cuáles son las mejores estrategias para reconstruirse como opción de cambio a escala nacional, estas personas se aferran al liderazgo que alguna vez tuvieron —pero que ha quedado reducido a un mínimo círculo de radicales— para anunciar planes extraconstitucionales y potencialmente sangrientos.
Quienes promueven esta supuesta insurrección en marcha no pretenden, por supuesto, dar la cara en esas acciones violentas. Tal como lo han hecho en anteriores oportunidades, su plan es que otros pongan en riesgo su integridad física y su libertad, cuando salgan a cometer delitos contra la vida, la propiedad pública y privada, la paz y la estabilidad de la República.
Se muestran muy corajudos al convocar a sus huestes a inmolarse, pero ellas y ellos se mantienen a buen resguardo, igual que sus familiares. Así cualquiera es valiente.
El condenado Uribe
El 28 de julio fue un día memorable para el movimiento de los pueblos de Nuestra América. En el 71 aniversario del nacimiento del comandante Hugo Chávez, Venezuela estaba celebrando el resultado de sus elecciones municipales, en paz, como ya se ha señalado. Pero, adicionalmente, en Colombia se producía una decisión histórica: la condena a doce años de privación de libertad al expresidente ultraderechista Álvaro Uribe Vélez.
Aunque no fue sentenciado por los gravísimos delitos de lesa humanidad que ha cometido, esos que le ganaron el apodo de “el Matarife”, y a pesar de que cumplirá la condena en su finca, una enorme propiedad con todas las comodidades imaginables, el gesto de la juez de la causa tiene un notable significado. Se sobrepuso a la impunidad que hasta ahora había rodeado a Uribe en los juicios que han entablado en su contra. Deja una estela de testigos asesinados, amedrentados y sobornados, pero esta vez no pudo impedir que lo condenaran.
En el ámbito internacional, fue muy revelador observar quiénes saltaron a escena a cuestionar la decisión judicial y a victimizar a Uribe, victimario por excelencia. La flor y nata de la ultraderecha continental y del imperialismo injerencista se pronunció en rechazo de la condena. Dime a quién defiendes y te diré quién eres.
El gran reto es administrar la hegemonía
Luego de cerrado el ciclo electoral, el Gran Polo Patriótico Simón Bolívar y, en especial, el Partido Socialista Unido de Venezuela pueden estar muy satisfechos por la cosecha de cargos obtenidos en todas las instancias del poder: nacional, regional y municipal. Por un lapso de al menos cuatro años no habrá nuevas convocatorias para escoger funcionarios de elección popular. Esto dispara un nuevo reto para los ganadores: administrar con conciencia política y coherencia ideológica la hegemonía que se ha consolidado.
Corresponde a todas las personas electas asumir ese desafío que consiste, básicamente, en estrechar el contacto con el pueblo elector, mandar obedeciendo, como tantas veces lo encomendó el comandante Chávez y hacerlo con “menos escritorio y más territorio”, como lo ha planteado el presidente Nicolás Maduro.
Nadie debe obviar el hecho de que las consultas populares, la elección de los jueces de paz y la democratización de los procesos de postulación de candidatos han tenido una respuesta clara de parte del colectivo. La gente ha demostrado que quiere que esa sea la forma de gobernar de todas las autoridades en ejercicio. Se impone honrar esa orientación popular.
Literatura contra guerra, odio y genocidio
La semana posterior a las elecciones finalizó de un modo inmejorable, con la entrega del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos al escritor argentino Vicente Battista, en un hermoso acto en el Centro de Estudios Latinoamericanos y del Caribe Rómulo Gallegos, en Caracas.
Fue otra victoria simbólica: mientras el poder imperial y sus lacayos andan rezumando odio, batiendo tambores de guerra y practicando o colaborando con el genocidio de Palestina, en la Venezuela bolivariana se celebra el arte de narrar con el otorgamiento de uno de los premios literarios más prestigiosos en lengua castellana.
La edición número XXI de este certamen fue todo un logro por la calidad de la obra ganadora, de las otras ocho novelas finalistas y por la descomunal capacidad de convocatoria que tuvo: casi quinientos autores postularon sus trabajos y la mayor cantidad correspondió a Argentina, España, Colombia y Venezuela.
Mientras en otros lugares del mundo se mata de hambre o a tiros a los niños, se expulsa a los migrantes o se lanzan amenazas de una guerra nuclear, acá repartimos cultura y paz.