Nada ocurre por casualidad en Venezuela. No es coincidencia que a solo dos semanas de las elecciones presidenciales del 20 de mayo, el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, solicitara suspender a Venezuela de la Organización de Estados Americanos (OEA) e instara a los países de la región a aplicar sanciones individuales a funcionarios de alto rango del gobierno de Nicolás Maduro. Antes había solicitado aplazar la cita electoral.
También la alta representante de la Unión Europea (UE) para la Política Exterior, Federica Mogherini, y los partidos de mayor representación en el Parlamento Europeo, han solicitado la suspensión del evento electoral venezolano.
Tampoco Donald Trump impuso fortuitamente las medidas coercitivas e ilegales en contra de PDVSA y altos funcionarios del gobierno venezolano. Y no fue casual el bloqueo comercial que impide comprar medicinas y alimentos. Ni fue un hecho aislado su amenaza de optar por una acción militar contra Venezuela.
Igual que no fue por azar que el presidente Barack Obama en el año 2015 emitiera un decreto declarando al país suramericano como una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad de los Estados Unidos. Tampoco fueron casualidades las violentas guarimbas de 2014 y del año 2017, que dejaron como saldo más de un centenar de muertos y se llegó incluso a quemar vivos a transeúntes que parecían chavistas.
Menos aún es casualidad la alocada inflación inducida y la escasez de efectivo, comida y medicinas en los días previos a las elecciones del 20 de mayo.
Tampoco ha sido por azar el llamado de líderes opositores de ultraderecha pidiendo “ayuda” internacional, alegando razones “humanitarias”.
El constituyente y experto petrolero, Fernando Travieso, está convencido de que nada de lo que ocurre en Venezuela es casualidad, todo tiene que ver con las inmensas riquezas de petróleo y gas que posee la Patria de Bolívar, porque incomoda la política soberana de la Revolución Bolivariana en materia energética.
Sería inocente pensar que son “casualidades” que nada tienen que ver con que el hecho de que la hoy asediada República Bolivariana de Venezuela posee las reservas más grandes de crudo del planeta, con 298.353 mil millones de barriles, de los cuales 259.460 mil millones se encuentran en la Faja Petrolífera del Orinoco Hugo Chávez Frías, lo que equivale al 20% del total mundial. Mientras que las reservas de gas se ubican en 197.089 MMMPC, ubicando al país como sexto en reservas de gas.
El propio mandatario venezolano, Nicolás Maduro, así lo considera, por lo que tajante ha afirmado que “el petróleo venezolano es nuestro o no es de nadie”.
Tanto Libia, Afganistán, Irak, Ucrania, Siria, como Venezuela, son claves en la geopolítica del petróleo. Todo puede pasar en un mundo sediento de energía, con un capitalismo en crisis y una industria armamentista en busca de clientes.
En medio de las casualidades que no son casualidades, se cumplieron 11 años de la nacionalización de la Faja Petrolífera del Orinoco Hugo Chávez Frías, que tuvo lugar el pasado 1º de mayo, pero este acontecimiento no fue noticia para la llamada gran prensa.
En el 2007 desde el Complejo José Antonio Anzoátegui, ubicado en Puerto La Cruz, el presidente Hugo Chávez pronunció unas palabras que ayudan a entender la coyuntura actual de Venezuela: “Hemos cerrado un ciclo negativo. La apertura petrolera fue el intento de quitarles definitivamente a los venezolanos su riqueza natural más poderosa, más grande. No fue sino el intento del imperialismo de adueñarse para siempre de la más grande reserva de petróleo del mundo”. Hoy, una década después somos testigos de una nueva embestida, en donde no se desprecia ninguna arma contra Venezuela.
Fernando Travieso sostiene que el asedio al que el imperialismo ha sometido al país está vinculado con la gran presión que ejerce los Estados Unidos, siguiendo las órdenes de la oligarquía mundial, con el afán de apropiarse de la Faja, por eso la locura de solicitar la suspensión de las elecciones en un país, con un sistema electoral que es considerado uno de los más seguros del mundo.
Esto ocurre -explica Travieso- porque el imperialismo norteamericano, que representa a la dictadura mundial, quiere quitarle al pueblo de Venezuela la soberanía sobre una de las áreas geopolíticas más importantes del planeta.
Por su parte, el profesor David Paravisini, experto petrolero y constituyente, advierte que la República Bolivariana de Venezuela es un objetivo estratégico en la guerra mundial por la hegemonía del mercado petrolero que está en marcha, y que ya ha dejado muerte y desolación en Libia, Siria, Iraq y otros países con grandes riquezas petroleras.
Falso bitumen, la gran estafa
La Faja abarca 75.100 Km2 (Área Petrolera 24.260 Km2), con una población de 2.060.277 habitantes, y atraviesa los estados Guárico, Bolívar, Anzoátegui, Monagas, Delta Amacuro y Apure. Es tan grande que tiene la misma población que República Dominicana.
Su historia se remonta a 1931 cuando se perforó el primer pozo. Se llamaba La Canoa.
En aquel tiempo cuando se producía crudo liviano en el Lago de Maracaibo y Venezuela era el principal país exportador del mundo, el valor comercial de la Faja lucía poco atractivo, por eso su producción sería abandonada por más de 35 años. En esa época se produjeron 45 mil millones de dólares por venta de petróleo y solo le quedó al Estado 8 mil millones de dólares.
¿Cómo es posible que un país haya producido todo ese petróleo y haya tenido altos niveles de pobreza?
Para aquel entonces Venezuela no tenía el control de su petróleo, por lo que sus hidrocarburos hacían ricos a otros países, mientras que los dueños legítimos eran excluidos del reparto de los beneficios.
En 1984 comenzó el desarrollo de la Faja. Fue la época de la llamada Orimulsión, que ciertamente fue uno de los grandes inventos del siglo XX. Era una mezcla de crudo, agua y de un surfactante que permitía que el combustible fósil pudiese fluir por las tuberías, porque ese crudo cuando está en las profundidades del suelo es líquido, pero al enfriarse en la superficie se transforma en una melcocha espesa que no se desplaza.
Durante aquella época los ‘grandes genios’ que estaban al mando de PDVSA, la llamada meritocracia, se había propuesto privatizar la Faja y entregar PDVSA a los intereses transnacionales, por lo que decidieron que la Orimulsión podía ser un producto. Entonces Venezuela comenzó a vender Orimulsión en lugar de crudo extrapesado, es decir, comenzó a vender su petróleo como si fuera carbón, lo que generó grandes pérdidas a la nación.
La meritocracia sabía que no era bitumen, sino petróleo, pese a ello en 1996 le cambiaron la denominación de petrolífera a bituminosa, como parte del plan para entregar el petróleo venezolano.
Un bitumen es un hidrocarburo sólido o semi-sólido, cuya cotización es muy inferior al petróleo.
Se habló entonces de la “Gran Apertura” petrolera, argumentando que Venezuela no tenía la tecnología para explotar la Faja “Bituminosa”.
“Estratégicas” ¿para quién?
Los primeros desarrollos de la Faja en tiempos de la Cuarta República, se sustentaron en convenios de asociación, que por “sutilezas” del lenguaje serían llamadas Asociaciones “Estratégicas”. Bajo esa figura jurídica Conoco, Chevron, Exxon, British Petroleum (tres transnacionales norteamericanas y una inglesa, que representan el imperialismo) tenían hasta la posibilidad de vender nuestro petróleo. Y todo esto ocurría porque la política petrolera de Venezuela se limitaba “a proveer petróleo seguro y confiable a EE.UU”.
En 1992 se le entregó a cada filial un bloque, en 1996 se establecieron los convenios de asociación y había una acción dorada que supuestamente daba poder de decisión al Estado venezolano pese a su minoritaria participación accionaria, pero que nunca se pudo ejecutar.
Bajo ese modelo en las instalaciones petroleras de la Faja se hacían juntas directivas en inglés, las transnacionales tenían el control accionario y tomaban todas las decisiones. Cuando había disputas se resolvían en tribunales internacionales, además en aquella época ondeaba en los campos petroleros de la Faja la bandera de los Estados Unidos con la foto del presidente norteamericano.
Tablero de ajedrez
En el 2002, gracias al presidente Hugo Chávez, Venezuela comenzó a tener control sobre la Faja, y se reconoció la necesidad de tener una política petrolera soberana, sobre todo en un país al que se le había tratado de ocultar que tenía las primeras reservas de crudo del planeta.
Para revertir esta gran mentira, se creó el Proyecto Magna Reserva, que debía cuantificar las riquezas petroleras de la Faja. Fue Chávez el gran comandante de esta gesta.
Cuentan quienes estuvieron con él, que llegó un día y pidió dividir la Faja en cuatro bloques que tuvieran un potencial de producción de 200 mil barriles por día, entonces le llevaron un mapa cuadriculado, que lo convirtió en lo que hoy conocemos como la Faja Petrolífera del Orinoco. Pidió también que cada uno de los bloques fuese certificado.
Bajo este mandato 28 empresas de 21 países vinieron a cuantificar esas reservas.
Solo alguien con la capacidad de entender el mundo y el negocio petrolero que tenía el Comandante Chávez podría generar esa estrategia geopolítica tan extraordinaria, por eso invitó a los amigos y a los no tan amigos, porque así como participó Cuba, China, Irán, Rusia, también estuvieron Statoil y ENI.
Finalmente se certificaron 219.600 millones de barriles, en los bloques Boyacá, Junín, Ayacucho y Carabobo. Fue un trabajo arduo en el que se perforaron unos 143 pozos con tecnología de última generación, en un proceso auditado por empresas externas.
Fue un ejercicio pleno de soberanía, que Chávez convirtió en las cartas de negociación del país en el tablero de la geopolítica mundial.
Gracias a la certificación de la Faja los venezolanos se enteraron que solo el Estado Anzoátegui tiene más reservas que todos los países del mundo, excepto Arabia Saudita.
El visionario Comandante convirtió la Faja en un gran tablero de ajedrez. Estaba claro que había que acabar con la dependencia que suponía ser “un proveedor confiable y seguro de petróleo” del gran imperio del norte. Y metió en este tablero a chinos, rusos, hindúes, aunque no olvidó a los no amigos, por lo que las grandes transnacionales del petróleo tampoco fueron excluidas. Solo la Exxon-Mobil no aceptó las nuevas condiciones y desde entonces se ha transformado en un enemigo a muerte de la Revolución Bolivariana.
Chávez convirtió la Faja en su mayor carta de negociación y un instrumento de defensa de la Revolución Bolivariana. Fue una estrategia cuidadosamente elaborada.
Muchos intentos socialistas han fenecido ante el asedio imperialista y Chávez lo sabía, por lo que en solo 14 años logró edificar un sofisticado tablero geopolítico para salvaguardar la Revolución Bolivariana. Ese es su gran legado, incluso aún en su ausencia física.
La batalla por la recuperación de la Faja ha sido una gesta comparable con la de nuestros libertadores, por eso los bloques fueron bautizados en honor a aquellos próceres: Junín, Ayacucho, Carabobo y Boyacá. Y hoy se llama Faja Petrolífera del Orinoco Hugo Chávez Frías, en homenaje a la batalla del Comandante barinés por recuperar el control de las mayores reservas de crudo del planeta.
Ley soberana y nacionalización
El presidente Chávez con la nueva Ley de Hidrocarburos derogó una legislación que se remontaba a 1943, en donde se establecían regalías por el orden de 16,2 tercios, es decir, que por cada 100 dólares de petróleo que se vendían solo 16,66 dólares le correspondían al Estado. Con la nueva ley la regalía subió al 33%. Ahora por cada barril vendido 33% le corresponde al Estado, mientras que el Impuesto sobre la Renta subió al 50%.
Adicionalmente la nueva ley establece que en las empresas mixtas PDVSA debe tener una participación mayoritaria, en contraste con la Cuarta República, ya que con las llamadas Asociaciones Estratégicas se llegó a establecer que el 60% podía ser controlado por empresas extranjeras.
Fue el 1 de mayo de 2007, en cumplimiento del Decreto No. 5.200, cuando el presidente Chávez, nacionalizó el porcentaje accionario de las empresas de la Faja. Los trabajadores de PDVSA ocuparon, ese día los campos de la Faja Petrolífera del Orinoco, Ameriven y Petrozuata, en un acto simbólico de nacionalización donde izaron el tricolor patrio.
Nos jugamos la Faja
Para el experto petrolero, Fernando Travieso, cualquier alternativa diferente al candidato Maduro significaría la pérdida de la soberanía sobre la Faja Petrolífera del Orinoco, y de los demás recursos naturales del país, ya que los otros contendientes responden a los intereses de la embajada estadounidense que les dicta las líneas maestras respecto a la política que deben seguir.
Por cada 30 barriles que se sacan bajo tierra a nivel mundial, solo se descubre 1 en reposición, lo que implica un agotamiento de las reservas, y el 20% de las que quedan a nivel mundial están en la Faja Petrolífera del Orinoco Hugo Chávez Frías.
Geopolíticamente, dado que el petróleo no tiene sustituto de igual calidad, se puede afirmar que la Faja es uno de los espacios territoriales más codiciados del mundo.
Por eso PDVSA es la empresa más valiosa del planeta, ya que una petrolera vale por las reservas que posee. No por la producción del momento.
Para los que dudan del carácter estratégico del petróleo venezolano, una nota de la agencia española EFE emitida el pasado 2 de mayo ofrece datos respecto a la matriz energética de Colombia: el vecino país tiene reservas por 1.782 millones de barriles y un promedio de producción de 312 millones de barriles por año, es decir, le quedan reservas para un poco menos de seis años, a pesar de los esfuerzos por encontrar nuevos yacimientos, actividad en los que ocupará este año 4.200 millones de dólares. ¿De dónde obtendrá Colombia petróleo cuando se agote el que se encuentra en su suelo? Obviamente que espera hacerlo de Venezuela y eso explica el carácter abiertamente confrontacional de la oligarquía colombiana frente a la Revolución Bolivariana, pues esperaría obtener el petróleo de un gobierno “amigo”.
Ante el gran valor de PDVSA se ha orquestado un sabotaje desde el exterior con la finalidad de tumbar la producción petrolera, moviendo las piezas internas que el imperialismo tiene en la política venezolana, para propiciar la privatización del sector petrolero, con lo que las grandes transnacionales, que están agotando sus reservas, lograrían ponerle las manos a PDVSA, haciendo el mejor de los negocios ya que se habrían apropiado de las reservas más importantes de crudo del planeta.
El propio Fiscal General, Tarek William Saab, ha explicado que la trama de corrupción que logró reducir la producción petrolera venezolana, “forma parte de un plan diseñado posterior a la nacionalización de PDVSA”, cuyo fin sería “causar daño al Patrimonio Nacional, con la complicidad de agentes externos”.
“Cuando las reglas del juego cambian y ese dinero pasa a ser invertido en obras de carácter social ocurre esta especie de mutación donde gerentes delincuentes y anti venezolanos, con empresarios igualmente apátridas, tuvieron la idea de hacer una operación como esta”, explicó Saab, una opinión compartida por el constituyentista Fernando Travieso.
“Las potencias extranjeras, al no poder controlar esta enorme riqueza de la Faja directamente, se han valido de la corrupción de gerentes y empresarios se han aprovechado de las llamadas empresas mixtas y su origen noble para delinquir”, ha señalado Travieso.
No obstante, el constituyente considera que hay conciencia en el pueblo sobre el riesgo al que está sometido el futuro de Venezuela, por ello la ventaja electoral del candidato Maduro.