Por: Aníbal Garzón
Los BRICS ganan peso en la OPEP, sumando además de Irán y Arabia Saudí a Emiratos Árabes Unidos. También tienen presencia en una de las rutas marítimas más importantes del mundo, la del Mar Rojo, con influencia de Etiopia y el Canal de Suez de Egipto
El 6 de diciembre de 2018 se aprobó, en la Asamblea General de la ONU, celebrar cada 24 de abril el “Día Internacional del Multilateralismo y la Diplomacia para la Paz”. Una resolución presentada por la República Bolivariana de Venezuela bajo su presidencia pro tempore del Movimiento de Países No Alineados (MNOAL), y aprobada por 144 votos a favor y con solo 2 votos en contra, los de Estados Unidos e Israel. Tanto para Washington como para Tel-Aviv la apuesta por este nuevo mundo multipolar bajo el respeto mutuo, el equilibro de poder, la convivencia, la soberanía, la paz, y sin injerencias, es incompatible con su dogma.
En poco más de dos décadas del siglo XXI, EE. UU ha bombardeado a los pueblos de Agfanistán, Irak, Libia, Siria, Yemen, Somalia y Pakistán, violando en la mayoría de los casos los acuerdos del Consejo de Seguridad de la ONU. EE. UU. ha incumplido su compromiso de no expandir la OTAN hacia fronteras con Rusia, participando con ello en golpes de Estado como el conocido Euromaidán en Ucrania, de 2014. EE. UU. ha llevado a cabo acciones de intervención en Asia para frenar la contrahegemonía de China, como su injerencia en Taiwán, la creación del Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (QUAD), o el pacto militar AUKUS. EE. UU. ha obstaculizado, como único país con ese privilegio, ceder su derecho a veto en el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial (BM). EE. UU. ha continuado expandiendo el dólar como principal divisa internacional decidiendo así su Reserva Federal los niveles de deuda de los países en vías de desarrollo; según el tipo de interés emitido. EE. UU. ha instaurado y fortalecido bloqueos y sanciones contra pueblos como el cubano, el venezolano, el iraní, el ruso, o el bielorruso, entre otros. Y sin dejar de lado, EE. UU. ha permitido y alimentado las violaciones del régimen sionista en Oriente Medio, sus ataques militares al Líbano y Siria, sus provocaciones a Irán, y, cómo no, su genocidio permanente durante más de 70 años contra el pueblo palestino.
La suma de todas estas acciones unilaterales por parte de EE. UU. ─aunque con apoyo de sus socios miembros de instituciones occidentalistas como la OTAN, el G7, la OCDE o la UE─ no representa la posición de la mayoría de la comunidad internacional. Críticas que han hecho despertar resistencias en países del Sur Global y en las Economías Emergentes sobre ese mundo unipolar dominado por Washington. Críticas que han llevado al nacimiento del debate sobre la construcción de un Nuevo Orden Mundial bajo la multipolaridad, más allá de Occidente, como único centro hegemónico. Fue el Presidente ruso, Vladimir Putin, ─uno de los pioneros de este debate─ en afirmar en su intervención en la Conferencia de Seguridad de Munich, celebrada en febrero de 2007, que “el mundo unipolar (en referencia a EE. UU.) no solo es inaceptable (hoy) sino también imposible. El PIB combinado de India y China ya es mayor que el de EE. UU., o los PIB de Brasil, Rusia, India, y China; superan al PIB acumulado de la UE. No hay razón para dudar de que el potencial económico de los nuevos centros de crecimiento económico global se convertirá inevitablemente en influencia política y fortalecerá la multipolaridad”.
La cita de Putin no fue un simple discurso; sino un aviso de una naciente estrategia geopolítica mundial para dar voz en el sistema internacional a los países del Sur Global. En junio de 2009 en la ciudad rusa de Ekaterimburgo, frontera entre el continente europeo y asiático, se celebró la Primera Reunión-cumbre del BRIC, acrónimo por la presencia de 4 potencias emergentes y continentales, Brasil, Rusia, India y China. Dos años más tarde, en la III Cumbre de los BRICS de 2011, realizada en la isla china de Hainan, se sumó oficialmente Sudáfrica como país africano. Los BRICS se convertían en un organismo multilateral representado por potencias económicas emergentes de Europa Oriental, Asia, América Latina y África, regiones alejadas de los centros del poder mundial unipolar ubicados en Occidente.
Hasta agosto de 2023 se han celebrado 15 cumbres de los BRICS, una por año, donde han asistido los primeros ministros y presidentes de los cinco países para, más allá de presentar demandas políticas del orden mundial como la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, construir nuevos espacios contrahegemónicos
Hasta agosto de 2023 se han celebrado 15 cumbres de los BRICS, una por año, donde han asistido los primeros ministros y presidentes de los cinco países para, más allá de presentar demandas políticas del orden mundial como la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, construir nuevos espacios contrahegemónicos. Desde la creación del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD BRICS) y el Acuerdo de Reservas de Contingencias como alternativas al BM y al FMI, el uso de monedas locales en el comercio Intra-BRICS o la idea de una moneda común como contraposición al dólar, o apuestas de cooperación horizontal sur-sur en los ámbitos académicos, culturales, deportivos, sociales, políticos, tecnológicos, e incluso militares, para hacer frente a la dependencia histórica vertical y neocolonial norte-sur.
Los BRICS tras 14 años desde su fundación oficial, y ya con los cimientos solidificados, en la XV Cumbre de 2023 celebrada en Sudáfrica tuvo un trascendental salto evolutivo. La invitación a ser miembro oficial de los BRICS, junto a los 5 países iniciales, a otras economías emergentes de diferentes polos mundiales. La invitación, entre más de 30 países interesados, se ofreció a Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Egipto, Etiopía y Argentina. Todos aceptaron adherirse en enero de 2024 a este proyecto ambicioso multipolar, con la excepción de Argentina por la victoria electoral del ultraderechista, Javier Milei, prefiriendo que su país siguiera siendo parte del “Patio Trasero” de EE.UU.
Los BRICS se hacen así presentes en la disputada región de Oriente Medio, algo que inquieta a Israel y EE. UU. en su continuo proyecto genocida con Palestina y expansionista, consiguiendo además unir a dos enemigos regionales como los chiitas de la República de Irán y los sunitas de Arabia Saudí, y poniendo fin a la guerra de Yemen gracias a la mediación de China. Los BRICS ganan peso en la OPEP, sumando además de Irán y Arabia Saudí a los Emiratos Árabes Unidos.
Los BRICS hacen presencia en una de las rutas marítimas más importantes del mundo, la del Mar Rojo con influencia de Etiopia y el Canal de Suez de Egipto. Una semana de grandes pasos geopolíticos desde el Sur para un nuevo orden multipolar, pero todavía con una región débil, América Latina. Solo 1, Brasil, del total de los 10 países miembros de los BRICS es latinoamericano. El fracasado proyecto de no sumarse finalmente Argentina, país perteneciente al MERCOSUR como Brasil, ha dejado a los BRICS para el 2024 unos deberes pendientes.
En América Latina hay varios países interesados en sumarse a los BRICS, como Cuba, Venezuela, Honduras, y Nicaragua, interés que confirmaron en 2023 tras recibir la mayoría de ellos la visita del canciller ruso Serguei Lavrov. Y en 2024 se han agregado a esta petición países como Colombia, por invitación de Brasil, y recientemente Bolivia con la visita de la ministra de exteriores, Celinda Sosa, a Rusia. Algunos analistas han insinuado también el interés de México, pero el presidente López Obrador lo ha desmentido ya que la situación del país azteca es compleja por su dependencia económica de EE. UU. y Canadá desde el TLCAN aprobado en 1994.
Entre estos 6 candidatos latinoamericanos para sumarse al bloque de los 10 países que forman hoy los BRICS, el que mayores expectativas presenta para ser confirmado como nuevo miembro oficial en la Cumbre de los BRICS de 2024 que se celebrará en Rusia es Venezuela, al cumplir con todos los “principios rectores, las normas y los criterios para la ampliación de los BRICS” definidos en la cumbre de 2023. El país tras años de recesión por las duras sanciones económicas del bloqueo criminal de EE. UU. iniciado oficialmente en marzo 2015; a finales de 2021 empezó a salir de manera autónoma de ese ahogo del imperio. Hasta el día de hoy se han presentado 11 trimestres de crecimiento económico continuo, cumpliendo con el criterio de los BRICS de ser “un país emergente”. Venezuela es el estado con mayores reservas de petróleo del mundo, con estimaciones de superar los 300.000 millones de barriles, aprobándose el criterio de los BRICS de “tener una fuerte posición económica e influenza a nivel regional y global”. Venezuela aprueba también con el criterio de los BRICS de “apoyar el multilateralismo” y “comprometido por la paz” demostrándolo como impulsor del Día Internacional del Multilateralismo y la Diplomacia para la Paz, o su apoyo a la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU. Venezuela, además ha llevado a cabo “relaciones diplomáticas y amistosas con todos los estados miembros existentes de los BRICS”, y busca potenciar “las relaciones comerciales con los BRICS”. Y a todo esto se suma que el proyecto nacional antiimperialista de Venezuela le hace ser una pieza clave en la construcción de “un mundo mejor, bajo el respeto mutuo, la igualdad, la solidaridad, la apertura, la inclusión y el consenso”.
El próximo 28 de julio las elecciones democráticas de Venezuela no solo serán claves para el desarrollo nacional y la soberanía del país, sino también tendrán su impacto en la agenda internacional bajo la pugna entre la unipolaridad y la multipolaridad, entre el viejo y el nuevo mundo. Si las expectativas se cumplen y Nicolás Maduro es reelegido como presidente por el voto popular, Venezuela tiene todos los números de ser un país miembro de los BRICS realizando el bloque sus deberes de aumentar la presencia en América Latina y con ello ganar mayor peso la multipolaridad para la construcción de un nuevo orden mundial más igualitario y democrático. Pero si la oposición política antichavista saliera victoriosa, los nuevos gobernantes harán que Venezuela copie la estrategia de la Argentina de Milei sobre rechazar adherirse a los BRICS para cumplir como lacayo con la orden unipolar del imperio norteamericano.