Por: Jorge Arreaza
Vivimos un momento histórico decisivo. Mientras el mundo capitalista profundiza la explotación y la exclusión, Venezuela avanza en la construcción de una democracia verdadera donde el pueblo ejerce directamente el poder. Esta es la esencia del Estado Comunal, un proyecto que late en los barrios, en los campos y ciudades, donde la gente común está aprendiendo a gobernarse a sí misma.
El Presidente Nicolás Maduro ha sido claro: hemos entrado en una Nueva Época que exige nuevas formas de organización. Ya no se trata solo de ganar elecciones, sino de transferir realmente el poder al pueblo organizado. Aquí es donde el Partido Socialista Unido de Venezuela debe convertirse en el gran articulador de este poder popular naciente.
La Comuna es el corazón de este nuevo sistema. No es una simple suma de consejos comunales, sino algo mucho más potente: un sistema de autogobierno donde las comunidades gestionan integralmente su territorio, desarrollan su economía y construyen su propio destino. Como decía Chávez, es aquí donde estamos pariendo el socialismo. Pero para que esto sea posible, necesitamos superar el Estado burgués con su lógica vertical y burocrática. Se trata de transferir progresivamente competencias, recursos y poder de decisión desde los ministerios y gobernaciones hacia las comunas. Esta es la batalla cultural más importante de nuestra era: sustituir la lógica burocratica por la lógica del servicio.
El capitalismo organiza el territorio para la acumulación y el despojo. Nosotros proponemos una nueva geometría del poder que responda a nuestras potencialidades productivas y culturales, que disuelva las viejas divisiones entre lo urbano y lo rural, entre el centro y la periferia. Un mapa de poder popular interconectado que se organiza desde abajo.
En este nuevo modelo, cada escala de gobierno tiene su lugar: la comuna como base del autogobierno, las alcaldías y gobernaciones como gabinetes de servicio al pueblo organizado, y el gobierno nacional como rector de la gran estrategia nacional. Todas articuladas alrededor de un mismo principio: el pueblo manda. La planificación ya no puede ser un ejercicio técnico entre especialistas. Tiene que nacer desde abajo, desde los diagnósticos participativos en los consejos comunales, hasta convertirse en el Plan de la Patria que es la suma de todos nuestros sueños colectivos. Esta planificación popular es el cerebro colectivo de la revolución.
El horizonte de todo este esfuerzo es la mayor suma de felicidad posible. No hablamos de desarrollo abstracto medido por números fríos, sino de felicidad concreta: soberanía alimentaria, vivienda digna, salud y educación para todos, trabajo liberador y participación real. Cada comuna que se consolida, cada empresa de propiedad social, cada obra ejecutada por el pueblo, es un paso hacia esa felicidad colectiva.
Pero nada de esto será posible sin un PSUV transformado. Nuestro partido necesita una metamorfosis profunda. Los militantes debemos dejar de ser activistas partidistas para convertirnos en servidores de las instancias del poder popular. Nuestro lugar natural está en las comunas, debemos ser puentes, facilitadores, multiplicadores de esperanza. La dirigencia tiene que asumir un nuevo rol: menos jefes y más servidores, menos discursos y más acompañamiento real. Su tarea es destrabar, agilizar, tecnificar, garantizar que toda la institucionalidad revolucionaria se ponga al servicio de las comunas. Deben ser orientadores estratégicos que ayuden a las comunidades a entender su lucha local en el contexto de la gran batalla contra el imperialismo.
Necesitamos construir grandes mayorías, dialogar permanentemente con todos los movimientos sociales y fuerzas populares. Como nos recuerda el Presidente Maduro citando a Ho Chi Minh: «unir a todo el que pueda ser unido contra el enemigo principal«. Para hacer realidad esta transformación, proponemos caminos concretos: redefinir las agendas de trabajo, que fundamentalmente sean desde las comunas, crear escuelas de formación para el poder popular, establecer mecanismos de rendición de cuentas ante las comunas, reorganizar las estructuras territoriales del partido para que coincidan con los espacios del poder popular, crear equipos técnicos de acompañamiento permanente y desarrollar medios de comunicación popular que visibilicen los logros de las comunas.
El futuro de la Revolución Bolivariana depende de que logremos esta fusión entre partido y pueblo. El PSUV debe convertirse en la expresión política organizada de la voluntad y permanente legitimidad popular. Esta es nuestra misión histórica: facilitar el encuentro del pueblo con su propio poder. Porque, como nos enseñó el Comandante Chávez, solo el pueblo salva al pueblo.