Jimmy López Morillo
Son 77 años los que suma este 31 de octubre el Cantor del Pueblo Venezolano y su canto luminoso sigue bañando los caminos de la Patria.
Puede uno recoger el agua de su canto, para seguir armando los batallones con los cuales continuaremos en la dura y dulce tarea de construir la Patria Buena:
“El canto no gana combates, pero ayuda a formar los batallones”…
Puede uno seguir escuchándolo, una y otra vez, como cuando andaba por ahí trazando rutas, con esa humildad y sencillez con la cual abundaba en los ejemplos:
“Yo no me autodefino como revolucionario. Trato de que mi actitud, de que mi conducta, ayude a que la gente me perciba como un revolucionario. (…)Creo que buscar definirse con la palabra es inútil, o por lo menos no cumple con el criterio que uno podría buscar en su comunicación con el ser humano, con el pueblo, con un combate. Yo dije en una canción: ‘Las palabras sin los pasos, son unas palabras muertas’. Creo que lo más importante para la palabra es la conducta, es la práctica”.
Puede uno seguir retomando sus palabras, colocarlas ahí, como si las estuviera pronunciando ahora mismo (y tal vez sea así):
“Combatir por el pueblo, no significa nada más que hacer una canción, esa es una mantequilla. Combatir por el pueblo significa buscar todas las formas en que el pueblo forme parte de un gran torrente y buscar a ese pueblo significa estar en los rincones más olvidados de la Patria”.
Cómo no recordarlo y seguir citándolo:
“Un proceso transformador de la realidad venezolana, creo debe pasar por un proceso unitario consolidado y victorioso, y no hablo solamente de la unidad de la izquierda, sino de la unidad del pueblo como principal factor de unidad”.
En otras voces
Y entonces sus hermanos cantores, sus compañeros de andanterías, como Eduardo Martínez, voz líder de Los Guaraguao, también tienen algo para decirnos:
“Yo, que compartí tantas cosas a su lado, no tengo ninguna duda de que Alí estaría militando activamente en este proceso”.
Uno no puede menos que seguir anotando lo dicho por Eduardo:
“Nunca escribía una canción por escribirla, sino para expresar cómo habían sido las luchas de los pueblos a lo largo de su historia. Por eso la llamó necesaria. Compuso una llamada Guatemala, que nunca llegó a grabar, lo hizo José Montecano. Cuando a mí me tocó cantarla, debí leerme 3 libros, porque en esa canción resumía toda la historia de ese pueblo”.
“Su canción -analiza-, trasciende en el tiempo porque era universal. Hizo la canción para siempre. (…) Su canción nunca perderá vigencia. Pienso que, efectivamente, era un predestinado, que su canción inició este proceso revolucionario, no solamente aquí, sino en muchas partes”.
Luis Suárez, otro de Los Guaraguao, también tiene algo para decir:
“Yo sentí un peso arrecho, cuando se escucharon las canciones de Alí en Miraflores, porque la canción adquiere más responsabilidad en la forma de contribuir a la formación de la conciencia, de convertirse en parte de la conciencia de la Revolución. Me imagino que es un peso como el que sentiría el presidente Maduro cuando le tocó suceder al comandante Chávez”.
Emirito Delfín, uno de sus cómplices de notas musicales y de andares de combate, enhebra:
“Que me perdonen, pero lo veo como un gigante como Chávez. Era auténtico, íntegro, noble, sin egoísmos. También pienso que en estos tiempos no estaría en un cargo en el gobierno, sino en las calles organizando a las masas para defender la revolución”.
En su voz
Puede uno escucharlo, como si fuera hoy mismo, en un acto en solidaridad con los presos políticos de la cárcel de La Pica, diciendo:
“(…) Es importante la televisión como medio, por supuesto. De un golpe y porrazo aparece uno ante millones de personas, sin embargo, aparece con el mensaje diluido, aparece con la proyección de la canción torpemente detenida; aparece en un medio que en este momento no solo es desinformador sino deformador de la mentalidad de nuestro pueblo (…)”.
“No es posible –continuaba-, que la televisión en nuestro país se utilice, por ejemplo, para denigrar en una forma falaz, calumniosa, canallesca, de otros pueblos que han logrado la liberación con la lucha y con la sangre limpia de sus hombres; no es posible cantar en esta televisión, cuando uno ve en programas que se llaman a niños para que canten como adultos, para que bailen como Michael Jackson o Travolta y nunca han aparecido programas donde aparezcan los niños cantándole a la raíz de Guaicaipuro, de Zamora o bailando un joropo del Indio Figueredo; no es posible cantar en la televisión, sin vender al mismo tiempo la canción, y esta canción no es mía, esta canción me la dio el pueblo para que la eleve por su esperanza y quiero hacerlo siempre con dignidad y con respeto. Por eso no canto en la televisión”.
Puede uno sentir en estos momentos, como una llamarada corriendo por las venas, esa profunda convicción antiimperialista que nos fue sembrando en la piel con su América Latina Obrera, escuchándola a escondidas apenas entrando en nuestra adolescencia, y repetir con él, hoy como entonces: “Los obreros de América Latina te dicen: ¡Gringo, go home! ¡Yanqui, go home!”.
O como cuando luego cantaba (y sigue cantando);
Yo no le digo tío, don Samuel/ porque hermano de mi patria usted no es/
y cuando en la mesa del pueblo falta el pan/ recuerdo que en la historia claro está/
que usted lleva gorilas al poder”.
Cómo no acordarnos de Canción para acordarme:
“Y cuando mi madre supo que era comunista, me dijo: ‘Dios te bendiga, porque para algo deben servir las bendiciones en esta vida’. Y salí contento al camino, ¡y aprendí a cagarme en la libertad que defiende Superman, porque para algo debe servir la mierda en esta vida!”.
O de aquella vez en el Nuevo Circo, en uno de tantos cantos de solidaridad con los pueblos que luchaban por su liberación, cuando rasgando su cuatro entre canción y canción, dijo:
“Quisiera que mi voz pudiera cruzar el océano, que llegara hasta el Pentágono, para que escuchen cuando digo: ¡Gringo, el coño de tu madre!”.
Puede uno apropiarse de esa expresión, aferrarse a la manga de Alí, a su telúrica voz antiimperialista, para celebrar sus 77 juveniles y fértiles años en el mismo batallón de los soñadores en el que nos enseñó a militar, gritándole al enemigo de siempre, con una voz de pueblo unido que retumbe más allá de los mares; ¡Puedes irte al mismísimo c de tu m, porque No pasarás!