En toda la historia republicana, no existe un ser más rastrero, apátrida y miserable que Julio Borges. Este insípido personaje ha hecho carrera política desde las sombras de la extrema derecha venezolana, y a falta de carisma propio y liderazgo ante las masas, ha trepado aferrado a las faldas de otros personajes menos repelentes y repulsivos que él, como López, Capriles y compañía.
No hay que hacer mucho esfuerzo para recordar a estos “patriotas”, demócratas de plastilina, apurruñados delante de las cámaras de televisión, afanosos por declararse cómplices y partícipes activos en el golpe de Estado contra el Comandante Chávez en el año 2002.
Borges es el sempiterno jefe del partido amarillo que fue fundado gracias ilegales “donativos” esquilmados a PDVSA por la mantuana familia de Leopoldo López. Borges dirige el “impoluto” partido que se hace el amnésico (y se tapa la nariz) cada vez que los medios recuerdan que el dirigente nacional de Primero Justicia Juan Carlos Caldera, apareció sin vergüenza alguna recibiendo oscuros y generosos “donativos” para financiar la eterna campaña presidencial del amargado y depresivo Capriles Randosky. Todo esto ocurriendo bajo su mando y dirección.
Es este nefasto personaje, el irresponsable que ha logrado ejecutar con alevosía, tres vergonzosos hechos en contra de su propia patria. La historia lo condenará y lo ubicará en el campo de los traidores, de los Judas.
En primer lugar, lo nunca antes visto en la historia del país. Borges quedó convertido en agente de propaganda, coacción y terror (al mejor estilo de la Santa Inquisición o del ministerio de Propaganda Nazi, emulando a su ídolo Joseph Goebbels), al dirigir personalísimamente (de su puño y letra) una cruzada de desprestigio internacional, con el fin de implementar y aplicar el bloqueo sobre todas las operaciones y transacciones financieras de Venezuela en el sector bancario mundial.
Las conspirativas acciones de Borges, coordinadas directamente con el Departamento de Estado Norteamericano, han logrado impedir el flujo de transacciones financieras (Swift), mediante el cierre unilateral de las principales cuentas corresponsales de la República, abiertas desde hace décadas en el Citibank o en el JPMorgan Chase. Igualmente han ejecutado acciones de presión y acoso sobre una gran cantidad de bancos del sistema financiero mundial (principalmente pequeños bancos corresponsales), impidiendo la apertura de nuevas cuentas para que manejen las cuentas de pago y transferencia del BCV. Esta apátrida acción, no solo impide y dificulta al Gobierno los pagos de los intereses y capital de los papeles la deuda venezolana, afecta la compra de alimentos, medicinas, el pago de maquinarias, repuestos y servicios de cualquier índole. El bloqueo gestionado por Borges impide también las transferencias hacia los bancos comerciales de miles de clientes venezolanos. Este “logro” de Borges, entre sus escasísimos, afecta los derechos fundamentales de todos los venezolanos, imposibilitados de acceder a los servicios bancarios más elementales.
En segundo lugar, a nadie sorprende que su maquiavélica presencia en la fase final de la Mesa de Dialogo, haya generado el aborto total de meses de discusión para encauzar una agenda común entre la oposición venezolana (con sus múltiples contradicciones internas) y la Revolución Bolivariana. Esencialmente, se había logrado mantener un elevado debate político entre partes antagónicas, de por si, esto ya es una ganancia extraordinaria. Además se estaban debatiendo diversas fórmulas para garantizar la paz y que el pueblo se expresara, bajo su alto espíritu democrático, a través del voto, a través de elecciones populares.
Pero una sola llamada al celular de Borges bastó para impedir que se lograra el acuerdo, para sabotear todo el esfuerzo y dedicación que todas las fuerzas políticas habían logrado durante largos meses: Un acuerdo político, aprobado por todas las partes. Está claro que Borges, es un enajenado, un peón. Está impedido de tomar decisiones propias o autónomas. Él empeñó su alma ante el imperio de tanto pasearse conspirativamente por los putrefactos pasillos de la Casa Blanca. Ahora no puede contradecir a sus agresivos amos, que han fracasado en todos sus intentos anteriores por acabar con la Revolución Bolivariana.
Con mucha amargura y pesadumbre escribió Rodríguez Zapatero (con algo de sombría esperanza), que aspiraba de la delegación de la derecha venezolana una “respuesta favorable”, a los esfuerzos por lograr una “convivencia pacífica, democrática, de superación de los problemas económicos y sociales de Venezuela, y con el espíritu de reconciliación entre todos los venezolanos, y tras un esfuerzo ingente de diálogo”. Mayor frustración e impotencia por parte de los sectores demócratas del país.
A partir de este escenario de aborto y saboteo a la Mesa de Diálogo y a la ruta de paz, surge con claridad el tercer “aporte” histórico de Borges. Es su escenario más desesperado e inescrupuloso, que ya lo dejó entrever en sus públicas y conspirativas reuniones de planificación bélica en la mismísima Casa Blanca, abrazado con el Teniente General Herbert McMaster: Activación de la opción militar en contra de Venezuela.
Esta vez la amenaza sugiere un movimiento certero de bloqueo y agresión militar coordinado por Estados Unidos (con la Cuarta Flota del Comando Sur desplegada por todo el Caribe), con el apoyo de Colombia y Brasil al sur del país. Sería una intervención militar directa, atacando objetivos estratégicos con sus Drones y misiles asesinos para lograr el colapso de la infraestructura y los servicios públicos, tal como ya lo aplicaron en Irak, Libia, Afganistán y Siria.
También han tanteado el “apoyo interno”, han dejado que sus principales voceros (el perrito faldero Marco Rubio) salgan sonsacando y alentando una insurrección militar, atacando y desconociendo a un gobierno democráticamente electo (sigue la añoranza por Pinochet).
Todo ello en evidente desconocimiento de la idiosincrasia patriótica y democrática de nuestro pueblo y de sus valerosos oficiales de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. El único perrito faldero de este país es el propio apátrida Borges, que no tiene ascendencia alguna en los cuarteles y mucho menos en las calles de Venezuela. En 18 años no han podido ganar elecciones presidenciales, mucho menos podrán dirigir una intervención militar contra el país.
Todas las acciones de acoso e injerencia, más que doblegar a las fuerzas revolucionarias, lo que han generado es el reagrupamiento y moralización de los movimientos sociales y las fuerzas políticas (nuevo error de cálculo de Borges), en torno a una nueva cruzada electoral. Han logrado la unidad de los que anhelamos mantenernos en la senda de la paz, con independencia y soberanía.