Alí Ramón Rojas Olaya
Los diálogos de Platón
El presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, ha agradecido al gobierno noruego por ofrecer el país de los fiordos para que las partes venezolanas en conflicto diriman. El diálogo es una de las formas más desarrolladas y complejas que tienen los seres humanos para comunicarse. Hay diálogos célebres como los de Platón, en los que el filósofo trata de emular las enseñanzas de Sócrates, quien practicaba con sus estudiantes la Mayéutica, es decir, la discusión con fines pedagógicos que lleva a que el estudiante descubra dentro de sí la verdad, a través de la argumentación. En uno de estos, Sócrates y Critón dialogan sobre la justicia y la injusticia, y con Eutifrón, Sócrates dialoga sobre la piedad.
Tres diálogos del cine
Hay diálogos donde está en juego la vida misma, como el que establecen el caballero cruzado y la muerte en la película sueca El séptimo sello de Ingmar Bergman donde la vida del hombre depende de una partida de ajedrez. Hay diálogos que no conducen a acuerdos, como el que protagonizan dos de los hermanos Marx, Chico y Groucho: «Chico: -un carro y un chofer cuestan demasiado, he vendido mi carro. Groucho: -¡Qué tontería! en su lugar, yo hubiera vendido el chofer y me hubiera quedado con el carro. Chico: -No puede ser, necesito el chofer para que me lleve al trabajo por la mañana. Groucho: -Pero, ¿cómo va a llevarle si no tiene carro? Chico: -No necesita llevarme, no tengo trabajo». Hay otros que establecen una intencionalidad, como el del film Por mis pistolas (1968), en el que Cantinflas dialoga con un hombre y le dice: “pueden dormir tranquilos en Washington, por el momento no tengo pensado derrocarlos. Que no me hagan enojar, eso sí, porque un día amanece el Capitolio de Washington tapizado de zarapes de Saltillo».
Las uvas de la ira
En «Las uvas de la ira» (1940), película estadounidense de John Ford (1894-1973), basada en la novela escrita por John Steinbeck (1902-1968); hay un diálogo interesante por su carga social y crítica a la sociedad capitalista:
Ma Joad: Tommy, no vas a matar a nadie, ¿verdad?
Tom Joad: No, mamá, eso no. No es eso. Es solo que, ya que de todas formas soy un forajido y tal vez pueda hacer algo. Tal vez pueda averiguar algo, buscar y tal vez descubrir qué anda mal, y luego ver si hay algo que se pueda hacer al respecto. No lo he pensado claramente, mamá. No puedo. No sé lo suficiente.
Ma Joad: ¿Cómo sabré de ti, Tommy? Podrían matarte y yo nunca lo sabría. Podrían lastimarte. ¿Cómo lo voy a saber?
Tom Joad: Bueno, tal vez sea como decía Casy. Uno no tiene un alma propia. Solo un pedacito de un alma grande, del alma grande que nos pertenece a todos.
Ma Joad: Y entonces… ¿Entonces qué, Tom?
Tom Joad: Entonces no importa. Estaré en cualquier parte de la oscuridad. Estaré en todas partes dondequiera que pongas la mirada. Donde quiera que haya una lucha para que puedan comer los hambrientos, allí estaré. Donde haya un policía golpeando a un hombre, allí estaré. Estaré en la manera en que los gritos de los hombres cuando se enojan. Estaré en la risa de los niños cuando tienen hambre y saben que la cena está lista. Y cuando la gente coma lo que cultiva y viva en las casas que construyó, también estaré ahí.
Ma Joad: No lo entiendo, Tom.
Tom Joad: Yo tampoco, mamá, pero es algo en lo que he estado pensando.
La dialéctica
Una de las palabras que se desprende de la palabra diálogo es la dialéctica que, en una primera vuelta significa sostener conversación y también polémica. Algunos filósofos de la antigüedad entendían por dialéctica el arte de descubrir la verdad poniendo de manifiesto las contradicciones en la argumentación del adversario y superando estas contradicciones. Por ello el principio fundamental de la dialéctica es: no existe la verdad abstracta, la verdad es siempre concreta, es decir, no se llega a la verdad de las cosas, ya sean de la naturaleza o de la sociedad, desde la confección de un sistema total, una fórmula abstracta, sino con la identificación e indagación, en cada proceso, de cuáles son las fuerzas que actúan, cómo están relacionadas, cuáles siguen y crecen, y cuáles decaen y acaban, base sobre la cual se obtiene una conclusión acerca del proceso en su totalidad. En todo diálogo, el Yo consiste dialécticamente en su relación al otro, al Tú. En Oslo, esto debe estar claro.
El diálogo en Oslo
En el diálogo los discursos se entrecruzan. Hay situaciones sociales en las que el diálogo gana un poder preeminente y es realmente útil para resolver conflictos. De allí que el diálogo entre adversarios lleguen a acuerdos. Para esto ambas partes deben ceder. Maduro ha agradecido al gobierno noruego por su disposición para entablar una mesa de conversaciones políticas entre las partes venezolanas. El país de los fiordos y del dramaturgo Henrik Ibsen tiene amplia experiencia en procesos de paz. Por la oposición, el cardenal Urosa Savino declaró sobre el diálogo en Oslo sin saber nada al respecto. Maduro, por ser el líder de la Revolución Bolivariana, tiene facultad para negociar. Tiene el control de la Faja Petrolífera del Orinoco Hugo Chávez y del Arco Minero. Por la oposición la cosa se complica porque la gente de Guaidó no representa el verdadero liderazgo ya que éste lo ostenta Donald Trump. ¿Pueden los dialogantes de Guaidó devolver Citgo o ponerle fin al bloqueo o permitir que se hagan los trasplantes a los pacientes? La respuesta es no, a menos que llamen a su jefe.
Simón Rodríguez
Simón Rodríguez, en su rol de filósofo dialéctico, concibe en 1943 su libro Crítica de las providencias del gobierno, a través de un diálogo con los lectores críticos con quienes socializó algunos puntos de su doctrina. En esta obra, Rodríguez recurre a diálogos en los que él no participa, de manera que el lector tome la decisión sobre la verdad o falsedad de lo que se discute, que en este caso es la crítica que el “egoísta ignorante” le hace al gobierno. Lo realmente importante en estos momentos de diálogo en Oslo es recordar el mensaje de paz que siempre nos da Simón Rodríguez: “vinimos al mundo a entreayudarnos, no a entredestruirnos”.