A Cruz Alejandro Villegas Sequera, conocido cariñosamente como el «Negro Cruz», le gustaba la música tuyera, pero también el tango. Dicen que tenía un excelente humor y también, una sonrisa siempre presta para hacer frente a la vida y a las dificultades.
Quienes tuvieron la dicha de conocerlo, afirman que era solidario, amoroso y poseedor de un espíritu libertario, pero además extremadamente disciplinado y estudioso. Lo cierto es que fue todo eso y más, pues se entregó de manera incansable a la lucha por la igualdad y la justicia social. De hecho, durante la dictadura de Pérez Jiménez, en los gobiernos de Rómulo Betancourt, Raúl Leoni y Rafael Caldera, pagó con persecución, cárcel y tortura, su derecho a soñar y construir un mundo mejor.
Fue miembro del Partido Comunista de Venezuela (PCV) y secretario nacional de la Central Unitaria de Trabajadores de Venezuela (CUTV). Por su entrega en favor de la clase obrera y del campesinado recibió del Soviet Supremo de la Unión Soviética, la condecoración del Memorial de Lenin y la Medalla de la Comuna de París, concedida por los trabajadores franceses, entre otras.
Por allá por Cúa
Cruz nació en 1917, año en que comenzó la exportación petrolera del país, aunque en manos de las empresas transnacionales gracias a Gómez. Ese mismo año, pero en Rusia, los Bolcheviques, inspirados en las tesis marxistas y en la lucha del proletariado, alcanzaron la victoria.
Fue Cúa, y más precisamente, la hacienda Tazón, la tierra que lo vio nacer el 3 de mayo, en un rancho de bahareque y techo de paja, rodeado de sembradíos de maíz, caraotas y otros granos. A un ladito, una tierrita con flores, plantas medicinales y de hierbas. Su padre, Juan Villegas fue jornalero y un entusiasta comerciante. Su madre Rufina Sequera, se dedicó a la familia. Cada vez que la vida apretó, se ocupó de hacer para la venta, majaretes, conservas, torrejas y demás “granjerías” como decían por esos lares.
Fue conuquero, cargador de sacos y mandadero en el mercado, vendedor ambulante en las calles del pueblo, y luego en las barriadas de Caracas, entre otros oficios. Amaba ir al cine, pero como no sabía leer, decidió ir a la escuela “para entender lo que decían las películas”. Relató, que la escuela despertó “(…) una pasión por leer todo”; y fue tal su amor por la lectura, que logró conformar una nutrida biblioteca, que fue espacio de refugio y encuentro, allá en Coche.
Pa´la capital
Empezó 1928 y la familia se fue a Caracas buscando mejor futuro, pero al poco tiempo regresaron. Años después, en 1934, se corrió la voz del plan de empleo, así que recogieron sus cachachás y retornaron a Caracas. Sin embargo, terminaron vendiendo huevos, pollos y gallinas. Tras la muerte de Gómez y el llamado del plan de obras, Cruz se hizo obrero y en breve empezó a trabajar con el Ministerio de Obras Públicas. Ya en febrero de 1936 era parte de la Asociación Venezolana de Albañiles y se adentró en las luchas políticas y sindicales.
Se incorporó a los movimientos por la conquista de la Ley del Trabajo, participó en la organización de los obreros y de los campesinos en Aragua, Miranda, Distrito Federal y otras regiones. Militó en el Partido Democrático Nacional (PDN) y se incorporó al Partido Comunista de Venezuela (PCV). Durante la dictadura perezjimenista, fue detenido en la cárcel del Obispo y confinado a las selvas del Departamento Casiquiare del Amazonas, en las fronteras con Brasil y Colombia.
Tras la caída de la dictadura, regresó al trabajo de organización de la clase obrera y de las masas populares, fue electo Secretario de Prensa y Propaganda de la Federación Unificada de Trabajadores del Distrito Federal y del Estado Miranda, y participó en la fundación de la Central Unitaria de Trabajadores de Venezuela (CUTV), de la cual fue su Secretario Nacional.
Sobre su acción expresó: “(…) Me considero un ciudadano del mundo y un modesto soldado de la clase obrera internacional, a la cual le he dado mi existencia (…)”. Cruz, el luchador y también poeta, se fue a otros paisajes el 11 de enero de 1994.