Cayeron las Torres Gemelas
Eduardo Cornejo De Acosta
Cuando el mundo vivía el unilateralismo, con un solo hegemón enseñoreándose, vimos en las grandes corporaciones mediáticas, que incrementaban su poder paulatinamente, como las Torres Gemelas, símbolos del poder norteamericano, eran derribadas.
Aquel ataque sacudió al mundo y nos hizo cuestionar la verdad de aquel “gurú” que hablaba del Fin de la Historia. Era mentira que el liberalismo resolvería los problemas de la humanidad.
Su modelo económico no funcionaba como pretendían hacernos creer. Por el contrario, ampliaba las brechas entre pobres y ricos, suprimía las conquistas sociales, liquidaba el Estado de Bienestar, imponía una explotación irracional de los recursos humanos.
Sobre el atentado a las Torres Gemelas existen varias teorías, se habla de autoatentado, de ataques de falsa bandera. Lo evidente es que el hegemón fue vulnerado en una de sus principales ciudades. Dos de sus emblemas cayeron, más allá de un dudoso ataque al Pentágono.
Hay quienes hablan de la participación de lobbys israelíes, del sionismo, tras el atentado. Hay algunos elementos a tener cuenta al hablar de ello.
Por ejemplo, Victor Ostrovsky, ex espía del Mosad y autor del ensayo By Way of Deception en 1990, habla que esa organización montó una inmensa red de colaboradores a quienes denomina sayanim, palabra hebrea como se llama a los judíos que residen fuera de Israel y están dispuestos a colaborar con su gobierno. Según dijo, son miles de estos colaboradores en Estados Unidos, sobre todo en Nueva York.
Laurent Guyénot, prestigioso investigador, publicó en la Red Voltaire un interesante trabajo donde mostraba que Michael Chertoff, un ciudadano israelí-estadounidense, hijo de un rabino ortodoxo y de una fundadora del Mosad, dirigió la División Criminal del Departamento de Justicia norteamericano en 2001, desde allí retuvo y destruyó todas las pruebas con respecto a los atentados. El 2003 lo nombraron líder del Departamento de Seguridad Nacional.
Además, señala Guyénot, Larry Silverstein, titular del contrato de alquiler de las Torres Gemelas desde abril de 2001, era un destacado miembro de la Asociación de Filantropía de judíos de Nueva York, el mayor recaudador de fondos en territorio estadounidense para Israel. Al momento de los ataques aéreos del 11 de septiembre 2001, era un amigo íntimo de Ariel Sharon y de Benjamin Netanyahu, según el diario israelí Haaretz.
“El socio de Silverstein en el contrato de arrendamiento [alquiler] de los locales adyacentes al World Trade Center (WTC), en lo que concierne a los locales comerciales de las galerías subterráneas de las torres gemelas no era otro que Frank Lowy, sionista «filántropo» cercano a Ehud Barak y Ehud Olmert, antiguo miembro de la Haganh. Por otro lado, el jefe de la New York Port Authority, que privatizó el WTC y que otorgó el contrato de arrendamiento a Silverstein y Lowy era Lewis Eisenberg, un miembro de la United Jewish Appeal Federation y ex vice presidente de movimiento sionista AIPAC. Silverstein, Lowy y Eisenberg son sin duda alguna tres hombres claves en la planificación de los atentados contra las Torres Gemelas de New York”, sostiene Guyénot.
Estos hechos, no refutados, verificables, muestran que estos y otros personajes ligados al poder del estado israelí, al Mosad, pudieron haber tenido que ver con el derribo de las torres gemelas. Todos ellos encajan dentro del perfil de un sayanim.
El 23 de noviembre del 2001, The Washington Post publicó fragmentos de un informe emitido por la Agencia de Control de Drogas en EEUU, otra parte del mismo lo difundió el diario francés Le Monde el 14 de marzo 2002, allí se establece que 140 espías israelíes fueron detenidos en Estados Unidos desde marzo de 2001. Según señalaron, sus edades fluctuaban entre 20 y 30 años, se organizaban en grupos de 4 a 8 individuos.
La mayoría de ellos pertenecían al Mosad y la inteligencia militar israelí (Aman). Se les encontró teléfonos celulares, previamente adquiridos por un exvice- cónsul israelí en los EEUU. Luego que cayeran las Torres Gemelas se apresó 60 espías israelíes más, llegando a 200 detenidos. Muchos de ellos eran explosivistas, expertos en explosiones controladas, y ya sabemos que las torres se derrumbaron controladamente. Al poco tiempo todos fueron liberados por órdenes superiores.
Inclusive, se habla de que el grupo de “talibanes o fanáticos islámicos” que piloteó los aviones contra las torres estaba infiltrado por la inteligencia israelí, si es que ya no había sido reclutado por el Mosad. ¿Acaso Bin Laden no fue una creación de la CIA?
Otro detalle, The New York Times difundió el 18 de febrero 2009 que Ali al-Jarrah, primo de Ziad al-Jarrah, uno de los supuestos piratas que secuestraron el vuelo UA93, trabajó durante dos décadas para el Mosad.
Después de lo expuesto, podemos plantear algunas interrogantes. ¿Qué pasó en el mundo después del infausto atentado? ¿Quién ganó, quién perdió?
A primera vista, perdió la paz. Perdieron los países del Medio Oriente. Ellos vieron y sufrieron, gracias a la llamada guerra contra el terrorismo, la pérdida de miles de vidas. La destrucción de sus países.
Perdieron los países árabes, aliados o no de Estados Unidos, con la aparición de la llamada islamofobia. Islamofobia que las élites judías promueven. Perdieron, principalmente, Irak, Afganistán, Libia, que vieron sus países ocupados y balcanizados. Se impidió que Libia ocupara un rol más preponderante en la región.
Gana Israel
Tras el ataque a las torres, Tel Aviv ha mantenido una situación expectante en la zona, tiene cierta estabilidad, apadrinada por Estados Unidos.
Las élites que dominan Israel apuestan por el guerrerismo, por convulsionar la región, el Medio Oriente está convulsionado. Las tensiones y enfrentamientos bélicos son permanentes. Allí está la agresión a Siria y la irrupción de grupos como el Estado Islámico, al que le han encontrado armamento y pertrechos de procedencia israelí y norteamericanos.
Tel Aviv, del 2001 en adelante, incrementó la recepción de ayuda económica no reembolsable proveniente de Estados Unidos.
Entonces, no es necesario ser un genio para darse cuenta que a Israel, a las élites que allí gobiernan, les vino bien la desgracia. Hoy Netanyahu rige los destinos de Israel y mantiene una política beligerante contra Irán. Incrementa el saqueo y opresión contra Palestina.
Lograron, con la difusión global de la islamofobia, que una parte importante del mundo vea con buenos ojos sus ataques y amenazas contra países y ciudadanos árabes. Tel Aviv ganó, los lobbys de la ultraderecha en Washington deben estar satisfechos.