Por: Walter Ortiz
Las más recientes sanciones contra la República Bolivariana de Venezuela por parte del Gobierno de los Estados Unidos tienen como propósito incrementar el asedio contra el país de cara a una sola cosa: horadar la legitimidad de Nicolás Maduro Moros de cara a su toma de posesión del 10 de enero de 2019.
Esta toma de posesión, de cara al ejercicio de la Presidencia de la República para el período 2019-2025, pretende ser demolida por los factores que pretenden soslayar el proceso electoral pacífico, democrático y transparente que se ha llevado a cabo el pasado 20 de mayo y que, cuestionada en el discurso, no tiene base de sustentación real que pueda ser mostrada al país.
La re entronización de la Doctrina Monroe por parte de la era Trump para con América Latina, encuentra a Venezuela como punta de lanza más cuando se acerca un proceso electoral interno el 6 de noviembre, en el marco del conflicto intercapitalista en el seno de la élite estadounidense.
Nuestro país ha sabido hasta ahora resistir toda clase de chantajes y abusos por parte de gobiernos carentes de moral siquiera para enfrentar sus propios conflictos internos. De hecho la cercana relación con los porta estandartes de un modelo alternativo al unilateralismo estadounidense, como son China y Rusia, genera desesperación en estos actores que ven como se les puede ir yendo como agua entre los dedos un seguro proveedor de materias primas.
Al menos tres problemas presenta esta táctica de recurrente ofensiva para dar al traste con la Revolución Bolivariana. En primer lugar la cimentación de esta nueva relación con otros factores, por más turbulencia que pueda plantearnos, en proyección es el camino correcto de separación del exclusivo anclaje a una relación histórica que ha dejado muchos sinsabores a los pueblos y solo beneficios al capital.
En segundo término, es indeclinable nuestra voluntad de defendernos así como la de seguir promiviendo caminos de diálogo y entendimiento los cuales no podrán cesar por muy fuertes que los mecanismos de chantaje y presión puedan ser.
En tercer aspecto, el más relevante, es que el chavismo se ha erigido en una comunidad política con vida propia, capaz de resistir sistemáticamente cualquier afrenta. Más cuando su origen histórico proviene de la legitimación democrática de los venezolanos y venezolanas.