Por: Alberto Alvarado
La hemos mencionado tanto, decimos que está en todos lados y solemos actuar como si no estuviera en ninguno.
La Guerra.
De tanto alertar cuando nos invadan los gringos, olvidamos lo elemental ¿y si ya estamos invadidos?
Si usted se molestó con su gobierno porque no le llegó un pernil pero ni siquiera le surgió la inquietud por criar un cochino, su cerebro está bajo ocupación.
Si además obvia o no quiere reconocer que alimentos y medicinas no le llegaron porque no los dejan entrar al país quienes mueven la economía del mundo, usted no solo tiene el cerebro ocupado sino que quiere seguirlo teniendo.
Si además cree que el bloqueo económico es un invento de “dirigentes enchufados” y que Estados Unidos lejos de apostar al derrocamiento de un gobierno a través del hambre y la necesidad de un país que no produce por estar invadido de chatarra que ellos primero nos obligaron a comprar y luego nos acostumbraron en nuestros cerebros y casas a depender de ella y que, por el cotrario, Estados Unidos lo hace por un noble sentimiento de justicia, desprendimiento y bondad ante la especie humana, usted no sólo quiere que se le sigan pudriendo todas y cada una de las neuronas de su masa encefálica, de tanto ser pisoteadas, sino que está obligando a que los demás connacionales suyos se les pudra el cerebro al igual que usted.
Y si además cree que la gira de Tillerson (dueño de la Exxon Mobil -Petrolera enquistada en el esequibo- y secretario de Estado Norteamericano) por los gobiernos antivenezolanos, las palabras del Senador Marco Rubio de que el mundo aplaudiría un derrocamiento militar en Venezuela, el rechazo a última hora a firmar el acuerdo en República Dominicana por parte de la oposición venezolana y luego la visita del jefe del comando sur Kurt Tidd a las bases militares colombianas, todo enmarcado en el decreto contra Venezuela como amenaza inusual y extraordinaria y en medio de un movimiento de tropas militares colombianas y brasileras a las fronteras con Venezuela, no son más que patrañas de Diosdado para manipular a las masas venezolanas y así cuidar las tres mil bodegas, emporios, ventas de calzados y abastos que tiene por todo el país, denunciados por la muy “honesta y decente” opinión mayamera, déjeme decirle que por más que le diga lo que le diga igual no lo va a asimilar, porque ya lo que quedaba de su cerebro se lo habrán repartido los zamuros…
Pero como se que no es así y un buen cúmulo de neuronas suyas y mías, saliendo de carnaval se están erizando al ver todos estos eventos cómo se suceden, _les pido hagamos algo juntos:
Cuestionemos aquello que nos esclaviza para por fin poder pensarnos con cabeza propia.
La Guerra es total.
Culturalmente estamos invadidos desde hace años y precisamente por querer soltar los amarres nos quieren matar de hambre. Porque, sí es verdad, somos una potencia en recursos estratégicos para las décadas venideras, pero ni el petróleo, ni el coltán se comen y nos obligaron a olvidarnos cómo nace una mata de maíz. Pero como, a pesar del olvido cultural, el hambre y la necesidad, aquí seguimos avanzando, pues cada vez le quedan menos opciones al invasor que volver a la forma primitiva de Guerra: de coñasear, bombardear y matar para quitarle a los demás lo que ellos quieren.
El invasor va quedando desnudo, se le ven sus intenciones. Veámoslo, hagamos consciente el escenario que vivimos, preparémonos en todo cuanto debamos hacer por ser dignos de este hermoso país.
Somos compatriotas porque compartimos un suelo, que nos parió, nos hizo parte de él, nos empapó de ritmo, nos dió identidad… seamos entonces merecedores de él hasta las últimas consecuencias,
¿O es que acaso se puede hablar de vida, al andar por el mundo mendigando limosnas, oportunidades y reconocimientos mientras nuestro país se lo reparten en pedacitos unos invasores de mierda?