Energía y Poder
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Por Jonny Hidalgo
El Caribe es un espacio geoestratégico que conecta a los océanos Atlántico y Pacífico, al tiempo que comunica al continente americano con el resto del mundo. El Mar Caribe es semi-cerrado, pues está delimitado por un anillo conformado por las Antillas y la tierra firme de la América Central y del Sur, por lo que su acceso solo es posible por pasos marítimos naturales. Dada la cercanía entre países y territorios independientes, no hay espacio para aguas internacionales por lo que la soberanía sobre cada porción del mar es reclamada por algún Estado. En ese contexto geográfico, el control sobre las rutas marítimas del Caribe es del interés de las potencias occidentales que han pretendido hegemonía sobre el continente.
El Mar Caribe es garantía de Integridad Territorial para todos los países de la región. Para Venezuela, en el Mar Caribe están once de sus catorce fronteras, de él depende la mayor parte de sus importaciones y exportaciones; y el anillo formado por las Antillas representa su primera línea de defensa.
Para EE.UU. el Mar Caribe permite conectar sus tres costas, condición necesaria para lograr y defender sus fines económicos, comerciales y militares. A finales del siglo XIX, el Capitán estadounidense Alfred Tayer Mahan identificó cuatro rutas marítimas que consideraba de las más importantes: (1) La ruta que conecta al istmo de Panamá con la Costa de EE.UU. en el Golfo de México, atravesando el Canal de Yucatán, el cual se encuentra entre México y Cuba; (2) la ruta que atraviesa el Canal del Viento, ubicado entre Cuba y Haití, conectando al istmo con la Costa Oriental de EE.UU.; (3) la ruta que conecta a la Costa de EE.UU. en el Golfo de México con su Costa Oriental, atravesando el Estrecho de Florida que separa a Cuba de EE.UU.; y (4) la ruta que conecta al istmo centroamericano con Europa, a través del Paso de Anegada, ubicado entre la isla Virgen Gorda, el Cayo Sombrero y la isla de Anguila. Mahan no señaló al Canal de la Mona como uno de las rutas principales porque lo consideraba como una ruta alternativa al Canal del Viento o a los pasos existentes al norte de las Antillas Menores. Desde entonces, EE.UU. tiene interés de dominar aquellas posiciones estratégicas desde donde se puede tener control de las cuatro rutas principales. Así, provocó la guerra con España, en Cuba, logrando instalar la base de Guantánamo en una isla que tiene influencia sobre tres rutas. También invadió a Guatemala (1954), Bahía de Cochinos (1961), República Dominicana (1965), Granada (1983), Panamá (1989); a Haití (1994); entre otros. Habría que agregar golpes de Estados, imposiciones de dictaduras militares y políticas económicas que condujeron a severas crisis internas a los países del Caribe.
Con el uso de la violencia, Estados Unidos logró imponer un sistema de navegación que elevó sus intereses por encima de los intereses de los países caribeños. Impulsó, en 1903, una conspiración contra el gobierno colombiano, con la cual logró dividir a ese país, constituyendo a la nueva República de Panamá cuyo gobierno inmediatamente le cedió la soberanía sobre la franja del territorio donde se construiría el Canal, el cual fue inaugurado en 1914. Hoy, en un mundo donde el 90% de las mercancías se mueven por mar, el Canal de Panamá sirve a más de 144 rutas marítimas, conecta a 160 países y alcanza cerca de 1700 puertos distribuidos en el mundo y, sin embargo, el 70% de la carga que lo atraviesa toca un puerto estadounidense. A las cuatro rutas identificadas por Mahan, el Canal agrega otras tres: La ruta que conecta al istmo con la Costa Occidental de EE.UU., la que conecta al istmo con Pernambuco y otra entre el istmo y el Estrecho de Gibraltar.
Las potencias europeas no se quedan atrás. Aún hoy, existen unas 20 colonias en el Caribe y nueve países independientes reconocen a la Reina Isabel II, del Reino Unido, como su Jefa de Estado. Estas colonias en la región, le ofrece a sus metrópolis influencia sobre las rutas comerciales y una mayor zona económica exclusiva.
Por otra parte, las rutas marítimas del Océano Pacífico siguen cobrando importancia. Estas conectan las economías de países como China, Japón, India, Corea y Rusia con Norteamérica. Es probable que las grandes transacciones comerciales que ocurren en el ámbito internacional, se estén desplazando del océano Atlántico al Pacífico; esto le da mayor importancia al nuevo canal centroamericano en Nicaragua, que se construye con la asistencia de China. Se espera que dicho canal sea tres veces más largo que el obsoleto Canal de Panamá y que por él puedan transitar las embarcaciones más grandes que existen hasta el presente. El nuevo Canal de Nicaragua modificará la geopolítica de la región, toda vez que estrechará los vínculos entre Asia y América Latina y el Caribe.
Esto le da un sentido distinto a las sanciones establecidas por Trump, en enero de 2019, contra Albanisa (empresa mixta nicaragüense en la que participa PDVSA), las cuales son en realidad un ataque contra Nicaragua que logra que la banca privada ejecute acciones contra el gobierno de ese país. Lo mismo ocurre con las sanciones establecidas contra Venezuela que afectan el desarrollo de Petrocaribe como una iniciativa de integración regional.
La violencia introducida en el Caribe por Europa y EE.UU., acompañada de medidas económicas neoliberales, conllevó a una marcada fragmentación política y cultural de la región caribeña, solamente matizada por las raíces históricas y el posicionamiento geográfico. La pobreza, la delincuencia, la dependencia, el dominio trasnacional, y otros problemas, son consecuencia de esa violencia y sólo podrán ser resueltos en bloque, lo que hace necesaria a una integración regional con la fuerza suficiente para impedir que los países potencia incrementen la dosis de violencia. Por encima de las diferencias ideológicas, es necesario que los países latinoamericanos y caribeños desarrollen un proceso de integración concebido de manera autóctona, para poder vivir en paz y felicidad.