Con el verbo incendiario y pestilente que lo caracteriza, Trump arrancó iracundo su campaña para la reelección presidencial 2020. Su tema preferido, como ya es costumbre, es agredir y amenazar a Venezuela. Es como un comodín discursivo, una bala de plata, para intentar endulzar los oídos de la extrema derecha reaccionaria norteamericana, en la búsqueda de amarrar los votos en los estados clave (swing state), como en Florida, donde la balanza se mueve a los extremos opuestos en cada proceso electoral. Hay que recordar que en la reñida elección del año 2.000, Bush contra Gore, acciones catalogadas como fraudulentas permitieron inclinar los votos del colegio electoral en favor del candidato Republicano.
Sobre nuestro país Trump masculló su recurrente perorata de que “Algo va a pasar con Venezuela, eso es todo lo que puedo decirle, algo va a pasar con Venezuela y estaremos (Estados Unidos) muy involucrados”, reiterando su política de blandir el garrote y amenazar como si fuera un gozoso esclavista blanco en su hacienda de algodón. Sin embargo, Trump soltó una perla que visibiliza los errores garrafales que han cometido tanto él como sus delirantes Halcones. Dijo, en modo decepcionado, que su ungido diputado Juan Guaidó, “está perdiendo cierto poder”, es decir, que a pesar de contar con todos los recursos financieros, logísticos y militares del imperio norteamericano y con el “reconocimiento” de sus lacayos del Circo de Lima y de la derecha planetaria, no ha podido cuajar ninguno de sus macabros planes golpistas. Todo un patético y estruendoso fracaso para la extrema derecha criolla que carece rotundamente del apoyo del pueblo. Guaidó huele feo, huele a “you are fired”.
Pero hay que estar alerta. Trump es el máximo exponente de la maldad y la avaricia. No tiene escrúpulo alguno, carece de moral y no tiene respeto por las normas internacionales. Por eso intenta en paralelo aplicar su tesis de “máxima presión” con su bloqueo financiero y comercial. Lo último en su agenda es subyugar mediante la coacción al sistema naviero mundial para impedir que los buques de carga (de alimentos, medicamentos, equipos y materias primas) o los tanqueros petroleros puedan ingresar o salir del país. Es un bloqueo con cañoneras al estilo aplicado por las potencias imperiales hace siglos. Esa es la verdadera razón del rimbombante despliegue de la flota naval del Comando Sur (con sus aviones, helicópteros, destructores, fragatas y otros costosos juguetes). La razón solo es amenazar a Venezuela, pues si de verdad quisieran combatir el narcotráfico pusieran todos esos recursos sobre las más de 210.000 hectáreas de cultivos de Coca sembrados en territorio colombiano, acabando así con el multimillonario negocio de su aventajado aliado, el cual produce libremente más de 800 toneladas de cocaína pura al año. El líder mundial, en las narices mismas del Tío Sam.
Por si quedan dudas de la perversa mentalidad del presidente Donald Trump, Elaine Duke (ExSecretaria Adjunta de Seguridad Nacional) reveló que “le sorprendió especialmente, durante la respuesta a la devastación del huracán María en Puerto Rico en 2017, cuando escuchó a Trump plantear la posibilidad de “deshacerse” o “vender” la isla mientras luchaba por recuperarse de la histórica tormenta”. Nada de escrúpulos para este despreciable personaje, que ni siquiera se conmueve ante desastres naturales y el dolor del pueblo humilde.
Del otro lado de la moneda, protegiendo a su camarilla de criminales, Trump “conmutó” gustoso la “condena de su excolaborador Roger Stone, evitando así el ingreso en prisión… por mentir al Congreso, obstrucción y manipulación de testigos”. Increíble cómo Trump tuerce a discreción y a beneficio propio los hilos del poder y la justicia. Implacable con sus adversarios políticos, benevolente con sus aliados. Siempre con mentalidad de empresario, actuando en base a sus exclusivos intereses.
Quedan varios meses de campaña electoral donde Trump seguramente pondrá sobre la mesa su juego de amenazas y sanciones coercitivas unilaterales, las cuales ya aplica a discreción e injustamente en contra de China, Rusia, Cuba, Nicaragua, Irán y Venezuela. La mayoría de sus acciones violan permanentemente el derecho internacional y el respeto a la soberanía de los países objeto de su colérico estado de ánimo.
En el frente interno, el psicótico y enajenado Trump enfrenta elevados niveles de rechazo y conflictividad social por su negligente y criminal manejo de la pandemia del Covid-19. Trump, el peligroso presidente de la nación más “poderosa” del planeta tierra (según su cuestionable eslogan “Make America Great Again”), aquel que nunca usaba tapabocas y desdeñaba de las medidas para combatir la propagación de virus, ya superó en su maltrecha gestión la cifra de 3.300.000 ciudadanos contagiados y más de 135.000 muertos. La gravedad de la crisis se observa en el colapso de los servicios de salud en estados como Arizona, Alabama, Florida, California, Texas y New York. La pandemia del Covid-19 se incrementará exponencialmente a lo largo del año. Su lamentable avance marcará negativamente el futuro político de Trump y su pretendida permanencia en la Casa Blanca.
Richard Canan
Sociólogo
@richardcanan