Podemos mirar el año que cierra tras un doble movimiento, el de las protestas populares y el de los procesos electorales que, en algunos países de América Latina ?de los 14 que acudieron a elecciones?; han resumido parcialmente sus solicitudes de transformación. Un doble movimiento que se enmarca en la reconfiguración geopolítica de un mundo multicéntrico y multipolar, tras la caída de la Unión Soviética, sancionada con la dimisión del entonces presidente Mikhail Gorbachev en la noche de Navidad de hace treinta años.
Desde aquel 25 de diciembre de 1991, cuando dejó de ondear la bandera de la URSS, un neoliberalismo desenfrenado impuso al mundo un modelo único y devastador. Pero, precisamente de Latinoamérica, ?de ese «patio trasero» que en esa época sufría la derrota de la revolución sandinista en Nicaragua tras las elecciones perdidas por los sandinistas en 1990? vendrá la negación de las grandilocuentes teorías sobre el «fin de la historia».
En Venezuela, la rebelión cívico-militar del Comandante Chávez de 4 de febrero de 1992 marcará el camino. Desde México, los zapatistas enviarán otra señal importante contra el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN); dos años después ?y en toda América Latina? las mujeres y los pueblos originarios liderarán las luchas de resistencia de esa década.
Sujetos que siguen acompañando los procesos de cambio en marcha en el continente, consolidando su perfil tanto en Bolivia como en Venezuela; dos países que en este 2021 han vuelto a medir la voluntad de sus pueblos. Para Bolivia las elecciones subnacionales del pasado 7 de marzo fueron para gobernadores, miembros de asambleas departamentales, alcaldes y concejales. Otro momento de verificación del Movimiento al Socialismo (MAS), que regresó al gobierno con Luís Arce y David Choquehuanca luego del golpe de Estado contra Evo Morales en 2019.
La Venezuela bolivariana, culminó con éxito las megaelecciones del 21 de noviembre que confirmaron la hegemonía del Partido Socialista Unido de Venezuela y sus aliados del Gran Polo Patriótico. El nuevo Consejo Nacional Electoral, a pedido de la oposición que aceptó el diálogo con el gobierno de Nicolás Maduro en México, fusionó las elecciones regionales y municipales en una sola fecha.
Para la revolución bolivariana, la ronda electoral Nº 29 desde la victoria de Hugo Chávez en las elecciones presidenciales de 1998, fue un acto al que asistieron cerca de 500 acompañantes internacionales, muchos de los cuales de organizaciones predispuestas en contra del socialismo bolivariano: como el Parlamento de la Unión Europea, que poco antes del 21 de noviembre confirmó las «sanciones» contra Venezuela por un año más, a raíz de las decisiones impuestas por Washington.
La sombra de Washington, que intenta reajustar su decadente hegemonía en el contexto de la crisis estructural del capitalismo, beneficiándose también de la pandemia; se ha manifestado en todos los procesos electorales que han afectado al continente. En el centro de su obsesión; el llamado «eje del mal» integrado por Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Con respecto a la revolución cubana, con la renovación de los fondos del Pentágono destinados a la subversión, se inició un nuevo proceso desestabilizador, que alcanzó su punto más agudo en julio. Los grupos activados por Miami han protagonizado estallidos de protestas, tratando de desencadenar una dinámica similar a la de las «guarimbas» en Venezuela, pero prontamente fueron desactivadas por la acción conjunta del gobierno cubano y el poder popular. Sin embargo la maniobra aún está en curso, y tiene uno de sus puntos focales en el Parlamento Europeo; donde los grupos de presión anticastristas y antichavistas son desenfrenados.
Se intenta repetir el modelo de la «autoproclamación», a pesar del abierto fracaso del que se impuso a Venezuela con la «presidencia interina» de Juan Guaidó; un títere cuyos hilos apenas se mueven, desactivado por su propia pandilla; pero sigue funcionando para mantener el robo de activos del pueblo venezolano en el exterior. Este mes, de hecho, se conoció la noticia de una nueva sentencia desfavorable para el gobierno bolivariano, emitida por un tribunal británico, que mantiene incautado el oro de Venezuela porque reconoce a Guaidó como «presidente legítimo».
Contra el gobierno sandinista, reconfirmado por las urnas el 7 de noviembre en las elecciones parlamentarias y presidenciales que dieron una gran victoria a la pareja presidencial Daniel Ortega y Rosario Murillo, ha comenzado una poderosa campaña mediática, que prepara el terreno para nuevas «sanciones» de EE. UU., prorrogadas por un año también por la Unión Europea.
El apoyo de la extrema derecha europea a la oligarquía que mueve los intereses de Washington en América Latina, ha mostrado su fachada política en la formación de una internacional “anti-comunista”, centrada en el partido español Vox; una alianza formalizada en la «Carta de Madrid». Se trata de la continuación de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), organizada en Maryland (EE. UU.), en febrero de 2020, con el apoyo activo del entonces presidente estadounidense Donald Trump y de los componentes más reaccionarios de la derecha norteamericana. En 2021, la CPAC se reunió tanto en Europa del Este como en México, donde libró una furiosa campaña contra el presidente Manuel López Obrador en las elecciones parlamentarias y regionales de 6 de junio.
El fuerte chantaje de Washington también se hizo sentir en la política argentina, durante la campaña electoral de octubre para renovar los escaños de 127 diputados y 24 senadores. Mientras tanto, el país aún se encuentra en las garras del acuerdo Stand-By, celebrado en 2018 por Macri con el Fondo Monetario Internacional. En este mes de diciembre, la dirección ejecutiva del FMI determinó que «la estrategia y la condicionalidad» del programa de acceso excepcional al financiamiento del organismo por parte de Argentina en virtud de ese acuerdo, «no eran lo suficientemente robustas».
El papel de Colombia, sacudido durante meses por una ola de protestas populares severamente reprimidas por el gobierno de Iván Duque, nuevamente este año pareció ser decisivo en la desestabilización del continente; siendo el narcogobierno colombiano el gendarme estadounidense en la región. Fueron, de hecho, colombianos los mercenarios que el 7 de febrero asesinaron al presidente haitiano Jovenel Moise, en lo que ha parecido una nueva intervención del gobierno estadounidense en la atormentada isla, nacida de las acciones independentistas del revolucionario Toussaint Louverture.
La derecha colombiana también juega un papel decisivo en el CPAC. La alianza Conservadora tiene el objetivo declarado de oponerse tanto al Foro de Sao Paulo como al Grupo de Puebla, dos plataformas internacionales de la izquierda latinoamericana. El primero agrupa a varios partidos y movimientos, desde el Partido de los Trabajadores Brasileños hasta el Partido Socialista Unido de Venezuela, pasando por el Partido Comunista de Cuba. Al segundo se suman políticos progresistas y ex presidentes como Lula da Silva, Rafael Correa, Pepe Mújica o José Luís R. Zapatero. Personalidades y movimientos populares que han protagonizado los encuentros mundiales culminados en Caracas en junio; para celebrar la victoriosa Batalla de Carabobo, fundamental para la independencia de la Gran Colombia; constituida en 1819, en el Congreso de Angostura.
Por el contrario, la alianza de extrema derecha que también utiliza a la fundación española Disenso, del partido VOX, incluye a personajes como el hijo del presidente Jair Bolsonaro, figuras de la extrema derecha colombiana y chilena o peruana como Keiko Fujimori, y golpistas venezolanos como Leopoldo López.
Algunos de sus integrantes fueron invitados a la toma de posesión del banquero Guillermo Lasso, quien ganó las elecciones en Ecuador en abril, confirmando el rumbo negativo de la izquierda tras la traición de Lenin Moreno. También fueron recibidos en Colombia por el expresidente Álvaro Uribe, así como en 2020 habían viajado a La Paz para visitar a la golpista Jeanine Áñez, y también fueron a Lima para apoyar a Keiko Fujimori, la hija del ex Dictador peruano condenado a 25 años de prisión por asesinato, secuestro y corrupción.
Fuerzas que siguen presionando para organizar un golpe institucional contra el maestro Pedro Castillo, el presidente de Perú proclamado en julio tras un convulso proceso electoral que dio la victoria a las fuerzas progresistas contra la derecha de Keiko Fujimori; pero con un equilibrio inestable a nivel parlamentario.
En Lima, la segunda cumbre de RUNASUR ?plataforma internacional de organizaciones civiles, sindicales e indígenas impulsada por el expresidente boliviano Evo Morales?; debía haberse realizado en diciembre, pero la reunión fue suspendida tanto por la pandemia, aún en curso, como por la situación de tensión existente; ya que el anuncio de la cumbre ha desencadenado la reacción de la derecha y de los medios privados que controla.
Por otro lado, una nueva Cumbre del ALBA-TCP se llevó a cabo con éxito en La Habana; con objetivos opuestos a la «Cumbre de las Democracias» organizada por Biden para reafirmar la versión verde del multilateralismo bélico como motor del reinicio capitalista escenificado dos veces, en octubre y noviembre, con la cumbre del G20 y la cumbre del Clima.
El caso del periodista Julian Assange, quien está a punto de ser extraditado por el Reino Unido a Estados Unidos por revelar los intereses reales que impulsan las «guerras humanitarias», y el del diplomático venezolano Alex Saab secuestrado en Cabo Verde y deportado a Estados Unidos; indican los niveles de «democracia» o de «libertad de expresión»; tan utilizadas como armas por el imperialismo estadounidense.
Y si en El Salvador y Paraguay la izquierda no cosechó buenos resultados en las elecciones de febrero y octubre, las cosas fueron diferentes en Honduras donde la candidata de Libre, Xiomara Castro, ganó ampliamente a fines de noviembre; anunciando un cambio de rumbo en el importante enclave estadounidense en Centroamérica.
Y en diciembre, fue elegido presidente de Chile el progresista Gabriel Boric, quien le ganó al candidato pinochetista Antonio Kast; uno de los pilares de la alianza Conservadora CPAC; un paso más hacia la constituyente esperada por el pueblo chileno el próximo año y sobre la que está trabajando la Convención Constitucional, resultado de las elecciones del pasado 11 de abril.
El Perú de Pedro Castillo también tiene el mismo objetivo. El año que viene, la izquierda también podría ir al gobierno en Brasil y en Colombia. Lula da Silva y Gustavo Petro resultan favorecidos en las encuestas. Y, mientras tanto, el pueblo está de vuelta en las calles tanto en Guatemala como en Paraguay, donde aumenta la protesta contra el gobierno de Mario Abdo Benítez. La brisa bolivariana está aumentando de intensidad.